No vayamos a parecernos a andaluces y murcianos
El «sur del Estado» del alcalde de Bilbao como frontera de la que alejarse demuestra que trazar un horizonte indeterminado, la generalizacón en política y en la vida, no es más que un escudo forjado de cobar
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Actualizado Martes, 19 agosto 2025 –
«No quiero que Bilbao se convierta en ningún pueblo del sur del Estado, no quiero que en Bilbao no se tenga respeto a la Policía Municipal o a la Ertzaintza», dijo la semana pasada Juan Mari Aburto, alcalde de la ciudad, en referencia a los comportamientos incívicos, a las puertas de la Semana Grande. Sus palabras provocaron un incendio en las redes que compitió con el del monte español. Racismo. Rh negativo. Txacoli vs Montilla Moriles. El edil quiso matizar su declaración dos días después en un periódico: «Si se ha entendido mal no tengo ningún problema en pedir disculpas: los pueblos del sur son pueblos extraordinarios». Aburto se había referido -aclaró- a «los incidentes que prefiero no mencionar porque no quiero que nadie se sienta apuntado». Hablaba sin citarlos de Torre-Pacheco y Jumilla.
El alcalde no quiso ofender a los 67.337 habitantes que suman estos dos municipios murcianos, así que prefirió faltar a los millones que pueblan el Sur. La generalización en política y en la vida no es más que un escudo forjado de cobardía. Para Aburto el Sur es un horizonte indeterminado que seguramente empieza en Miranda de Ebro.
El Sur no es un nombre propio para muchos, por eso me rebelo y lo pongo en mayúscula. El Sur es Víctor Erice (que lo contó hermosamente desde el Norte). El Sur es un cuadro rafaelista, es decir, una mezcla de Raffaella Carrà y Rafael Alberti.
Muchos se ofendieron por el exAburto de Aburto. Lo tacharon de xenófobo, cuando para los cachorros del PNV, como el propio alcalde, las teorías supremacistas de Sabino Arana son tratadas con guantes profilácticos y diluidas en agua como un whisky barato. Más que por convicción, lo hacen por genética. El PNV ya no desprecia al castellano o al andaluz, sino al sureño, de ahí la generalización. Sucede porque hoy es un partido liderado por maquetos, término peyorativo usado por el propio Arana. Hace unos meses, Ángeles Escrivá publicó en este periódico un rastreo heráldico de los grandes peneuvistas. Resulta que el lehendakari Imanol Pradales tiene 16 apellidos castellanos; Aitor Esteban, presidente del partido, cuenta con cuatro que heredó de su madre soriana, mientras que Maribel Vaquero Montero, portavoz en el Congreso, ya lo dice todo con su DNI.
Los latigazos topográficos tan del gusto de los nacionalistas periféricos y de los no periféricos siempre hablan, en cierta forma, de El Gran Reemplazo, ese plan oculto de los conspiranoicos para sustituir a la población y los valores patrios. Para ellos, el peligro viene siempre del Sur. De un Sur vaporoso que, según convenga, es Tombuctú, Tánger o Úbeda.
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