Un pequeño municipio cántabro alcanza cifras sorprendentes durante los meses más calurosos del año.

El municipio de Noja, en Cantabria, multiplica por 37 su población en verano, llegando a picos de hasta 100.000 personas a pesar de contar con solo 2.686 habitantes censados en invierno, explica El Mundo. Esta transformación estacional lo convierte en uno de los destinos más masificados del norte de España durante los meses de julio y agosto.
La localización estratégica de Noja, entre Santander y Bilbao, sumada a la extensión y calidad de sus playas, con más de ocho kilómetros de arenales dorados, ha potenciado un modelo turístico marcado por la segunda residencia. Casi la mitad de las viviendas del municipio, el 47,7 %, se utilizan de forma esporádica, lo que permite una gran afluencia repentina de visitantes sin que haya una reserva previa como en destinos hoteleros tradicionales.
El crecimiento del turismo ha estado estrechamente ligado al desarrollo urbanístico de las últimas décadas. Desde los años 70, con la aparición de los primeros campings, hasta el auge de la construcción residencial a partir de los 2000, Noja ha experimentado una transformación urbanística considerable. La demanda se ha visto reforzada recientemente por el cambio climático y el auge del teletrabajo, que han alargado la temporada más allá de los meses clásicos del verano.
La presión demográfica en temporada alta genera una elevada carga sobre los servicios locales, que deben dimensionarse para una población base pero adaptarse a las puntas estacionales. Esta inestabilidad complica la planificación municipal, ya que la afluencia depende en gran medida de las condiciones meteorológicas del momento.
El modelo turístico se basa en la fidelidad del visitante nacional, especialmente de comunidades autónomas cercanas como el País Vasco, pero cada vez es más frecuente la llegada de personas de otras regiones e incluso del extranjero, atraídas por el entorno natural y el clima más suave respecto al sur de España. El municipio también ha despertado el interés de visitantes europeos, algunos de los cuales consultan por oportunidades inmobiliarias.
Del turismo estacional a una apuesta por todo el año
Noja ha iniciado una estrategia de desestacionalización turística con actividades culturales, equipamientos deportivos y eventos durante el invierno, intentando evitar que el municipio se vacíe tras el verano. Este esfuerzo ha sido reconocido con su elección como Villa Europea de la Navidad, un galardón que refuerza la oferta turística fuera de temporada y que busca atraer visitantes más allá de los meses cálidos.
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Aun con esta apuesta por la continuidad, la variabilidad climática sigue siendo el principal factor que determina el ritmo turístico en la localidad, generando flujos intensos en cuestión de días. Noja se ha consolidado como un destino clave del Cantábrico, pero enfrenta el reto de equilibrar su crecimiento con la sostenibilidad y la calidad de vida de sus residentes permanentes.
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