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EL RUIDO DE LA CALLE.-La política en España no es un combate de relatos sino un certamen de injurias

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Partidos sin relato

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Partidos sin relato
ULISES CULEBRO

Los relatos son más antiguos que la historia; surgieron antes que la escritura y la lectura porque ya los monos tenían la cabeza llena de fantasías. La narración de bellas parábolas y fábulas con animales fueron el fundamento de la literatura y ahora lo son de la política: gana el que mejor cuente su mentira. Storytelling es una expresión inglesa que alude al arte de contar historias y de convertir la información en relato para atrapar al lector o al votante.

En España también se intenta que los discursos sean ingeniosos y creativos, pero lo impide la constante pendencia entre líderes. Con más del 10% de inflación y una deuda monstruosa no se pueden relatar cuentos de nuevas fronteras ni prometer felicidad. El patio no está para contar prodigios.

La política en España no es un combate de relatos sino un certamen de injurias, y gana el que es capaz de enganchar con los discursos del odio al mayor número de votantes. Piensan que el que mejor insulte será el más votado. Es ahora cuando más se necesitarían seductores mediáticos que sacaran al país de la depresión general, del desprecio a la política y del miedo al futuro; pero ni el Gobierno ni la oposición tienen un relato que cree esperanza. No tratan de entretener, sino de encabronar. Los del PP acusan al Gobierno de sostener a un presidente fake y de poner en duda el relato de la Transición ejemplar con la Ley de Memoria Democrática. Los del Gobierno dicen que la oposición confunde el relato con la mentira. Yolanda Díaz hace un relato con metáforas cariñosas. Es la única con altos sueños. En el resto los cuentos han sido sustituidos por la propaganda y por monólogos inaguantables. Ya nadie habla de cambiar el mundo sino de no pasar frío en invierno. Ha empezado una larga campaña electoral, que terminará el superdomimgo 28 de mayo con elecciones municipales y en 12 de las 17 comunidades; eso si no se unen las generales.

Sin anestesia, sin ingenio, sin esperanza, sin elocuencia, nos amenaza un terrible aburrimiento. Decía Bertrand Russell que una de las tareas de la democracia sería hacer a los ciudadanos inmunes a la elocuencia; eso ya se ha logrado en España, por la ausencia de talento y por la repugnante polarización política.

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