Benidorm

Una cláusula de precaución

A CONTRAPELO

Opinión

PREMIUM

  • SANTIAGO GONZÁLEZ

Actualizado 

Pedro Sánchez, en la cumbre de la OTAN.
Sánchez, en la cumbre de la OTAN.Eduardo ParraEuropa Press

Una de las trampas que contienen las encuestas, sin necesidad de que las haga Tezanos, es el apartado de preferencia de líderes. Contaré una anécdota que quizá pueda ilustrarlo. Hace años, me encontré en mi escalera con un encuestador preguntando a un vecino nacionalista por su valoración de algunos líderes vascos. Alcancé justo a oír: «¿Ramón Jáuregui?». A lo que el vecino respondió categórico: «Cero». «¿Jon Idígoras?». Y el hombre dijo: «Cuatro». Era así como en las encuestas vascas, lo más impresentable de las filas batasunas tenía mejor puntuación que un dirigente razonable y aseado como Jáuregui.

Por eso Pedro Sánchez era el líder más valorado después de enseñar el pico de la enagua y un par de cuartas más arriba. Todos los socios de la moción de censura que urdieron De Prada Margarita le daban algún punto más que al líder de la oposición, aunque eso también pasaba porque el líder de la oposición era Casado. A Feijóo le han bastado tres meses para aumentar las expectativas del PP en 44 escaños, superar el PSOE en 5,3 puntos y 38 escaños, mientras Pedro Sánchez pasaba de ser el dirigente más valorado a ser el tercero, después de Feijóo ¡y de Yolanda Díaz!

El trabajo de campo se hizo ya en la cumbre de la OTAN. Es probable que el balance positivo de la misma, la cena del Prado, la actuación de los Reyes no hubieran llegado aún al conocimiento de los encuestados, y sí en cambio los tropezones protocolarios del presidente, su discurso con la bandera del revés, su pasar de largo ante Felipe VI Letizia y el empecinamiento de Begoña Gómez en ocupar el papel de la Reina junto a Jill Biden, por no hablar de las manitas con su marido.

Cree La Moncloa que el acontecimiento será un factor positivo para el PSOE. Es verdad que la imagen de Sánchez ha mejorado en el exterior debido a su comportamiento esquizoide: amable doctor Jekyll, aunque algo torpe, frente al exterior e insoportable mister Hyde en el interior, vale decir en la entrevista con Ferreras, quejándose de que le persiguen los plutócratas, a los que debe de imaginar como unos tipos gordos y calvos con gafas negras, como los dibujaba aquel gran humorista que fue Forges, ya en su decadencia: rodeando a un Lula da Silva que prometía dar de comer tres veces al día. «A por él», decían los enemigos de Sánchez y de Lula, que efectivamente, acabó en la cárcel por corrupción.

Pero vive en el error. La cumbre pasará sin dejar huella duradera en la memoria de los electores, que sí sufrirán el aumento de la factura de la luz, el precio de los combustibles y el coste de la vida en general, no van a dar cuartel y las encuestas ya barruntan el cambio de tendencia. Feijóo se anuncia como el ganador, pero no debería confiar en que el Gobierno le vaya a caer por su propio peso. A los 133 escaños que le augura la encuesta le serían indispensables los 48 que podría sacar Vox para superar la mayoría absoluta. Es cierto que tampoco eran previsibles los resultados de Andalucía, pero el PP haría muy bien en guardar una cláusula de precaución, por si no repite el éxito de Juanma. Le vendría muy bien leer a Scruton para soslayar el peligro de convertirse en un optimista sin escrúpulos por abusar de lo que el filósofo británico llamaba «la falacia del mejor caso posible».