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Zhanna Kryuchkova, empresaria ucraniana: «Pase lo que pase, Ucrania ya ha ganado»

Economía

ENTREVISTA

Negocios de construcción, inmobiliarios, concesionarios de automóvil, una empresa consultora y una revista de pensamiento. Zhanna Kryuchkova es una de las voces empresariales más respetadas y admiradas de Ucrania

Zhanna Kryuchkova, empresaria ucraniana: "Pase lo que pase, Ucrania ya ha ganado"

PREMIUM

  • MARTI SABALLS

Actualizado Domingo

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«No hay que odiar. Se atribuye a Buda la frase: odiar es como ingerir veneno y esperar que la otra persona muera. El odio genera más odio.» Brillan sus ojos azules. Una breve sonrisa. En el pensamiento, su hijo de veinte años, Leonid, sus padres, su familia, instalada en Odesa. Las llamadas diarias a su equipo, preguntándoles como están, mientras intentan vivir, sobrevivir, trabajar contra todas las circunstancias en Ucrania. «Seré naif, idealista, lo repetiré las veces que haga falta: esta horrible guerra es una oportunidad para hacer un mundo mejor, para eliminar las armas nucleares del planeta, para perdonar.» Su libro de cabecera: Los hermanos Karamazov, de Fiódor Dostoievski. El perdón. Cuesta no emocionarse. «Pase lo que pase, Ucrania ya ha ganado.»

Arturo Bris, profesor de finanzas del IMD, la prestigiosa escuela de negocios de Lausana, responsable del ránking por países Competitividad en el Mundo, me llama para decirme que tengo que conocer a Zhanna Kryuchkova (Odesa, 1971), recién llegada a Barcelona. Fue una de las estudiantes más brillantes que ha conocido: «Es probablemente la antigua alumna de IMD que más programas ha completado. Y ello en medio de una carrera empresarial impresionante y que ha culminado poniéndose al frente de un grupo de empresas familiares en Odesa. Es una muestra de la calidad del talento ucraniano y de las posibilidades de ese país: preparada, ambiciosa, inteligente y patriota.»

La historia empresarial de Ucrania puede identificarse en la historia de esta mujer. Desde la ruptura de la Unión Soviética en agosto de 1991 y la independencia de Ucrania, ella logró desarrollar negocios que van desde el concesionario de automóviles hasta la consultoría tecnológica y la construcción. Junto a su huella empresarial destaca su participación en la sociedad civil ucraniana y la edición de una revista de arte y cultura ¡en ruso! llamada Huxley.

Kryuchkova compró un piso en la céntrica calle Enrique Granados de Barcelona en 2017, calle en que se realizan las fotografías de este reportaje. Juegos del destino. Tuvo que vender una vivienda que tenía en la península de Crimea a ciudadanos rusos tras la ocupación de 2014. Con aquellos ingresos, escogió Barcelona por su fama, por el mar. En la capital catalana estaba de viaje de negocios y se enamoró de la ciudad. Era su reducto en Europa Occidental. Se encontraba en Amsterdam por trabajo cuando empezó la invasión el 24 de febrero y decidió instalarse en Barcelona. Desde aquí gestiona sus negocios y realiza la cuenta atrás para regresar, vía Rumanía en avión y alquiler de coche, hasta su ciudad natal, para visitar a su familia, que sigue instalada en la capital portuaria del Mar Negro. Un día me envía la foto de una casa, cerca de donde viven sus padres, destrozada por misiles rusos. Una de las patas del grupo de empresas familiares, la constructora y promotora inmobiliaria Stikon, está ya reconstruyendo viviendas atacadas por el invasor.

LOS NEGOCIOS

En Stikon empieza todo. Es, genuinamente, la empresa familiar más vieja del país, dedicado a promoción residencial y construcción. Cuenta más de 100.000 metros cuadrados anuales de suelo. Un 90% de ellos en Odesa. En 1967, Leonid Kryuchkov, padre de Zhanna e ingeniero civil de profesión, inició una llamada «oficina de construcción», semiautónoma, dependiente del ministerio de Defensa, encargada de construir viviendas y restaurar lugares emblemáticos de la ciudad. Empezó con 80 empleados. Su padre asume la propiedad tras la caída del régimen comunista. Hoy emplea a 1.300 personas. Entre los hitos están desde la construcción de la catedral de la Transfiguración hasta el fortalecimiento de los cimientos de la Ópera. Actualmente, trabaja a un 40% del negocio que realizaba antes de la invasión. En la web de Stikon ahora mismo siguen en pie ofertas de venta de apartamentos y casas en la ciudad y la costa, con planos, precios y planes financieras incluidas.

Pero Zhanna Kryuchkova tarda un tiempo a incorporarse a la empresa familiar como miembro del consejo, copropietaria y vicepresidenta. Antes, empieza una carrera en solitario en un sector más que inesperado: la venta de automóviles.

Acababa de graduarse en literatura y filología española por la Universidad de Odesa e iniciado estudios en economía y contabilidad cuando vio un anuncio en el periódico. El grupo Toyota abría una oficina de ventas en esa ciudad y buscaba vendedor. Más de doscientas personas solicitan el lugar de trabajo. Ella fue la escogida, dependiendo de su primer jefe, de origen japonés. Era 1992. El objetivo consistía en crear una red de concesionarios de automóviles en el país. Ucrania hervía en libertad y dedicarse al comercio de exportación/importación era la mejor manera de empezar nuevas vidas. «El sentimiento en aquella época era que todo era posible. No había leyes, todo consistía en empezar desde cero. Un poco como el salvaje Oeste americano, lleno también de bandidos», explica. ¿Y el peso de las mujeres en ese nuevo mundo? «El 80% de las personas que iban a Polonia a comprar y vender mercancías en autobuses eran mujeres. Pioneras»

En su familia no entendieron que quisiera dedicarse al negocio de los coches. «¿Pero por qué necesitas un coche?», cuenta que le preguntaban. Nunca tuvo en casa un coche en propiedad. Su padre había ido en coche oficial del ministerio, por trabajo siempre. «El coche equivalía a libertad.» De nuevo, el azar volvió a presentarse. La fortuna le sonrió en el casino. La primera vez que jugaba, blackjack ganó suficiente dinero para pagarse un Honda, que luego cambió a un Toyota Corolla. «Todo el mundo en Ucrania quería tener un coche extranjero.»

A los tres años, Toyota le ofreció una promoción a medida que extendía su fuerza de ventas por Ucrania. Kryuchkova, en cambio, tenía otros planes. Junto al emprendedor ucraniano, Oleksiy Shokh, fundó una empresa de concesionarios y taller de coches: Almaz Group. El primer establecimiento fue en Dnipro (un millón de habitantes), una de las ciudades más importantes en poder ucraniano cerca ya de la región de Donbás, donde se acumula la nueva ofensiva del invasor. Con el tiempo han acabado teniendo diez concesionarios donde se pueden comprar las marcas de vehículos Scania, Man, Toyota, Lexus, Porsche, Seat y el último en llegar a finales del año pasado: Cupra, la marca de coche que, precisamente, conduce por Barcelona. Hasta enero de este año, Almaz ha vendido 19.000 automóviles. Kryuchkova muestra la foto del concesionario que tienen en la zona de Kyiv, a 25 km de Irpenj y a 30 km de Bucha, epicentro de las matanzas realizadas por los rusos. Cerró el 24 de febrero, inicio de la invasión, para reabrirse el 26 de abril, cuando Putin decidió abandonar la ofensiva para tomar la capital ucraniana.

En 2007 inicia otra nueva aventura. Funda la consultora especializada Jansen Capital Management, que se convierte en socio en Ucrania del grupo consultor británico Thomas International. «Necesitaba nuevos desafíos más allá de los coches y la construcción. Decidí centrarme en ayudar a las personas y buscar nuevas experiencias.» Las operaciones de Jansen se desarrollaron por Ucrania y los países del entorno: Rusia, Georgia, Kazajastán, Uzbekistán… hasta que en 2014 la anexión de Crimea por parte de Rusia paró el crecimiento. «Perdimos a nuestro principal cliente, que era ruso», cuenta la empresaria. Tras llegar a contar con treinta consultores, en enero sumaban veinte.

EL PESO SOCIAL

Construcción, concesionarios de automóvil, consultoría… Zhanna Kryuchkova decide respirar tras 2014 y empezar a mostrarse activa socialmente en distintos foros empresariales y culturales. Empieza a participar y a involucrarse en el Kyiv International Economic Forum, el Davos ucraniano, con presencia anual de cien conferenciantes representando a treinta países de todo el mundo. «Necesitaba ayudar a que la sociedad creciera. El Foro otorgaba la posibilidad de buscar las implicaciones entre economía y política de forma global.» En 2016 decide ampliar conocimientos y realiza el Executive MBA en el IMD de Lausanne. En 2019 funda la revista Huxley en honor del autor Aldous Huxley (Un mundo feliz), especializada en pensamiento, arte, filosofía y cultura. Logra colaboraciones de intelectuales de todo el mundo. Entre los autores que inspiran a Kryuchkova se encuentran Rolf Jensen, autor de The dream society y The Rennaisance Society;Joe Studwell, autor de How Asia Works, que está trabajando en un nuevo proyecto de análisis sobre África. También, al que considera su amigo, el economista James Galbraith, hijo del prestigioso e influyente John Kenneth Galbraith, de quien siempre recordaré la conversación que tuve con él, alrededor de una taza de té y pastas en su casa del estado de Vermont, Estados Unidos.

Zhanna Kryuchkova no pierde la esperanza. De hecho, sorprende y admira este sano optimismo que desprende sobre el futuro. Recuerda la relevancia del país en el sector agrícola, metalurgia, IT y Química. La dificultad de poder sacar los productos por tren debido al bloqueo marítimo. ¿Qué ocurrirá?

«Soy muy mala profeta.» Nunca imaginó que Putin pudiera invadir y aterrorizar Ucrania de la manera que lo ha hecho. «Pensaba que era una performance suya.» Kryuchkova considera que el apoyo internacional a Ucrania con la entrega de armas pesadas será fundamental para el acontecer de la guerra. «Putin pensaba que Ucrania se rendiría inmediatamente, que no lucharía. Creía que la Unión Europea estaba dividida y que Joe Biden es demasiado viejo para tomar decisiones. Erró»

«La guerra será larga -se atreve finalmente a profetizar-. No parará en dos o tres meses. Solo negociaciones genuinas, incluso con el enemigo, pueden poner fin a esta trágica guerra en el corazón de Europa. La guerra debe parar.» Cómo negociar y de qué negociar: se verá en su momento. ¿El peor escenario? Inimaginable. No compensa siquiera pensar en él. Un recuerdo al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski: «Es increíble. Un líder mundial.»

Kryuchkova piensa en un doble futuro para su país, donde se ha reforzado hasta el extremo el sentido de patriotismo. Primero: ponerse manos a la obra con la reconstrucción. Los daños en infraestructuras pueden haber alcanzado ya los 100.000 millones de dólares. Está segura de que las organizaciones internacionales y muchos países de forma individual saldrán en el apoyo económico de la reconstrucción del país. «Esta reconstrucción también servirá para crecer de otra forma. Tenemos leyes muy anticuadas en Ucrania que deben cambiar. La reconstrucción debe ser un ejemplo, una oportunidad para después de la tragedia. Hay que digitalizar toda la economía, lo cual servirá para luchar contra la corrupción. Hay que lograr que las cosas vuelvan a moverse; que la sangre circule.»

El bisabuelo paterno de Zhanna Kryuchkova falleció en las hambrunas de los años treinta; el bisabuelo materno fue perseguido y arrestado durante tiempos de Stalin- y desapareció. Ella pasó partes de su infancia en Lipetsk, un pueblo ruso, rural, donde vivían familiares. De nuevo, sus deseos. «Mi sueño es que la sociedad rusa se despierte. Sé que no lo hará pronto debido a la propaganda. Rusia no es solo Moscú y San Petersburgo» ¿Y Ucrania? «Después de la guerra no debería quedarse anclada en el resentimiento del pasado, sino mirar hacia un futuro progresivo, convirtiéndose en el centro de una nueva civilización con la sociedad más libre del mundo. Ucrania debería coordinar el liderazgo del mundo para crear un nuevo sistema de seguridad mundial.» Zhanna Kryuchkova, seguro, tendrá un papel fundamental en esa nueva Ucrania.

Tras licenciarse en filología y literatura española por la Universidad de Odesa, empieza su recorrido empresarial. Desde la venta de automóviles hasta participar activamente en el Foro Internacional de Kyiv.

Cuando acabe la guerra, ve la oportunidad para convertir a Ucrania en un país mejor, con nuevas leyes, líder, capaz de reconstruir sus infraestructuras, que apueste por la digitalización de toda la economía