Benidorm

¿Qué probabilidades hay de que Vladimir Putin sea juzgado por genocidio?

GUERRA EN UCRANIA

Para castigar este delito bajo el Derecho Internacional no existe un único tribunal. Yugoslavia, Ruanda o Camboya fueron ejemplos de lo complejo del proceso

Exhumación de una fosa común en Bucha (Ucrania).
Exhumación de una fosa común en Bucha (Ucrania).OLEG PETRASYUKEFE

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  • PABLO PARDO
  • Corresponsal

Actualizado Jueves, 14 abril 2022 –

Uno de los políticos a los que más admira Vladimir Putin es Josef Stalin. Eso ya es una declaración de intenciones. Stalin es, junto con los también comunistas Mao Zedong, en China, y Pol Pot, en Camboya, y con el nazi Adolf Hitler, en Alemania, probablemente el mayor genocida del siglo XX. Ninguno de ellos fue juzgado por genocidio, en parte porque esa palabra es bastante reciente. Las posibilidades de que Putin lo sea son, a día de hoy, remotas. Pero no por ello la acusación de genocidio es vacía. En las casi ocho décadas que han pasado desde que ese término fue acuñado, ese concepto ha ido ganando relevancia.

La palabra genocidio aparece por primera vez en el capítulo 9 del libro ‘Axis Rule in Occupied Europe’ (‘El Gobieno del Eje en la Europa Ocupada’), publicado en 1944 por el abogado judío polaco Rapahel Lemkin, que explica en el volumen que lo creó «con la palabra del griego antiguo ‘genos’ (‘raza’, ‘pueblo’) y del latín ‘cide’ (‘asesinato’)». Lemkin creó el término con la idea de referirse al exterminio de los judíos de Europa por la Alemania nazi, que casi un siglo después sigue siendo el ejemplo máximo de genocidio.

En el libro, Lemkin define lo que es genocidio de una manera que hoy nos resultaría muy laxa. «En general, genocidio no significa necesariamente la destrucción de una nación, excepto cuando ésta se logra a través de asesinatos en masa de todos los miembros de esa nación», escribe. Según su definición, «significa un plan de acción coordinado dirigido a la destrucción de los elementos fundacionales de la vida de los grupos nacionales, con el objetivo de aniquilar a esos grupos». Eso incluye la destrucción de «las instituciones sociales y políticas, la cultura, el lenguaje nacional, el sentimiento nacional, la religión, y la existencia económica» de esas comunidades, además de «la seguridad personal, la salud, la libertad, la dignidad e incluso la vida de los individuos que pertenecen a esos grupos». La clave del genocidio es que se dirige «contra individuos no en su capacidad personal, sino como miembros de un grupo nacional».

La definición de Lemkin es muy laxa. Dentro de ella cabe, como sostuvo el ex juez Baltasar Garzón en 1998 cuando arrestó al ex dictador chileno Augusto Pinochet, el intento de eliminar una ideología o un grupo político. Otros han restringido el concepto. Según el Museo del Holocausto de EEUU, genocidio implica actos «con la intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso». La Convención para la Prevención y el Castigo del Crimen de Genocidio de Naciones Unidas, que entró en vigor en 1951, define esta práctica como «un delito bajo el Derecho Internacional», y establece que se da cuando se produce alguna de las siguientes circunstancias: 1) Asesinar a miembros de ese grupo; 2) Causar daño físico o mental; 3) Someter a ese grupo a condiciones de vida que provoquen su destrucción física total o parcial; 4) Imponer medidas que impidan el nacimiento de personas de ese grupo; y 5) Transferir por la fuerza a niños de ese grupo a otro grupo.

Para castigar el genocidio -o su planificación o tentativa- no existe un único tribunal. Varios países que han ratificado la Convención lo han hecho con la condición de tener derecho de veto si sus ciudadanos van a ser juzgados por el Tribunal Internacional de Naciones Unidas. En cuanto al Tribunal Penal Internacional de la Haya, EEUU no acepta su jurisdicción. Eso hace que en muchos casos -Yugoslavia, Ruanda, o Camboya- hayan sido bien tribunales internacionales, bien la Justicia nacional, quien haya decidido en casos de genocidio