Por MANUEL PALAZÓN

BENIMANTELL
Es uno de los pueblitos
del valle de Guadalest,
con quinientos habitantes
dedicados, claro es,
al campo, a la agricultura:
lo que les da de comer.
También tiene restaurantes
esparcidos por doquier,
donde la olleta de blat
la saben muy bien hacer
con múltiples ingredientes
que se encuentran por doquier.
Y si te empachas, te curan
con rezos y paripé.
Cuatro calles y una iglesia,
dedicada a Sant Vicent,
naranjos y limoneros,
buen aceite, buena miel.
Aconsejable es la ruta
que termina en Guadalest,
pasando por otros pueblos
de turístico interés.
Otra ruta aconsejada
por lo mucho que hay que ver
es bordear el pantano
y después ir a comer;
como recuerdo del viaje,
unos tarritos de miel.
Valles, quiebras y montañas
dignos son de recorrer;
regatos y manantiales
que te invitan a beber;
el cielo azul allá arriba
y todo verde a tus pies.
Como fiestas en el pueblo
puedo contar hasta tres,
que con los santos que cito
tienen todas tres que ver:
en agosto, San Lorenzo;
en enero, San Vicent;
y el Sacramento Santísimo,
que en octubre viene a ser.
Dignas son de mencionar,
también en Benimantell,
unas pinturas rupestres
que al principio no se ven
y que merecen la pena
para gozar y aprender.
Una jornada es bastante
para ver Benimantell.
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