
ALTEA

De la Costa Blanca, “perla”
la llaman los entendidos,
hermanada con Europa,
marca de un seat deportivo,
cuna del tomate rosa
que a todos quita el sentido,
y capital de cultura,
que es un valor añadido,
donde conviven artistas
de muy diferentes signos.
Su nombre viene del árabe,
según antiguos vestigios,
o viene quizá del griego:
sobre esto no hay litigios.
Cuenta con varias leyendas
que gustan mucho al turismo:
la de la Cova del frare,
paraje de amor testigo:
dos hermanos sucumbieron
de amor por mujer heridos.
La de la tía Miseria,
causante de un gran prodigio,
que fue vencer a la Muerte
y darle su merecido.
O el paso del Mascarat,
un bandolero de oficio
que solamente atacaba
a los que eran muy ricos.
De interés monumental,
es el bello barrio antiguo
con las calles siempre en cuesta,
para viejos un suplicio.
El Palau en lo más alto,
por todos muy conocido:
para teatros, conciertos
y otros eventos muy dignos.
También es de resaltar
un gran puerto deportivo;
y la iglesia del Consuelo
de particular estilo:
sus cúpulas de azulejos.
Y las ermitas, motivo
para celebrar a veces
unos conciertos divinos.
Y los Moros y Cristianos,
fiestas de mucho prestigio.
Donde termina el Algar
se practica el senderismo,
siguiendo toda la costa:
un agradable camino.
También existe otra Altea,
que a veces cae en el olvido:
“la Vella” la llaman todos
y de Altea fue el principio.
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