Alemania registra un índice de violencia sexual mucho mayor que en España. Dudo que legislar en base a la anécdota edulcorada y no en función de los hechos sea de gran ayuda para nadie.

De vez en cuando resulta interesante observar cómo tratan nuestros vecinos europeos temas y cuestiones que nos son comunes, ya sea la inmigración, el auge de la extrema derecha o, en nuestro caso más actual, el feminismo y sus particulares reivindicaciones en el día de la mujer. A veces, cierta distancia nos puede ayudar a comprender mejor el grado y mesura de nuestras aspiraciones. Célebre y acaloradamente discutido ha sido entre nosotros uno de los lemas divulgados por el Ministerio de Igualdad para defender su ley de libertad sexual, Sola y borracha, quiero llegar a casa, un «grito feminista» que supuestamente pretende exponer uno de los miedos con el que viven las mujeres en España. Veamos, por ejemplo, cuáles son las reivindicaciones feministas en un país como Alemania, el cual, recordemos, tiene muchas más denuncias por violación que España. Concretamente, según datos de la oficina de estadística de la Unión Europea, 8,7 por cada 100.000 habitantes. España se encuentra por debajo de la media, con 2, 7 denuncias. Es decir, en Alemania hay más del triple de denuncias por violación. ¿No cabría esperar, entonces, una campaña similar para este día tan señalado?
Obvia decir que Alemania no dispone siquiera de Ministerio de Igualdad. Lo más parecido es el Ministerio Federal de Familia, Tercera Edad, Mujeres y Juventud, que dirige la socialdemócrata Franziska Giffey, cuyos objetivos principales son: la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y la introducción de una cuota femenina en los consejos de administración de las grandes empresas. Algo más de entusiasmo feminista muestra el partido Die Linke, el equivalente alemán a Podemos, que pretende utilizar el 8M para denunciar la brecha salarial en Alemania, donde las mujeres ganan presuntamente un 21% menos que los hombres. También abogan, por supuesto, por un feminismo antifascista, antirracista y anticapitalista, a pesar de que viven en un república capitalista regida por una canciller, Angela Merkel, y que entre las mujeres más emblemáticas del antifascismo se encuentran Margot Honecker o Elena Ceaucescu, dos bestias pardas de mucho cuidado.
Por otro lado, el candidato que se perfila como sucesor de Angela Merkel en la CDU alemana, Friedrich Merz, es alguien que en 1997 votó en contra de la penalización de la violación en el matrimonio. Merz es alguien de la vieja y rancia escuela conservadora. Cuando le preguntaron qué le parecía que Berlín tuviera un alcalde homosexual, respondió: «Mientras no se me acerque, me da igual». Puede, pues, que el próximo canciller alemán sea alguien que considera que la homosexualidad es un virus. ¿Se imaginan a Pablo Casado afirmando eso? Lo hubiesen despellejado. En Alemania, por el contrario, aspirará a gobernar el país.
Por último, vayamos con el programa satírico más influyente de Alemania, el equivalente alemán al Intermedio del Gran Wyoming, el Heute Show: en su reportaje sobre el 8M, este era su principal requerimiento feminista: que el hombre deje de ser la medida para todas las cosas. Según ellos, «para casi todo lo que se diseña en este mundo, la referencia siempre es el hombre de 1,77 metros y 80 kilos. Por eso, en muchas ocasiones, los móviles son demasiado toscos para las manos de la mujer, los equipos de seguridad demasiado grandes y la temperatura en las oficinas demasiado baja. Los coches también se conciben para hombres. Y eso es injusto y puede llegar a ser mortal para las mujeres, ya que las medidas de seguridad del automóvil ignoran el cuerpo de la mujer. Aunque lo peor ocurre en la medicina, donde los medicamentos se preparan y diseñan en base a la experimentación masculina. Al ser la sintomatología diferente en el caso de, por ejemplo, un ataque al corazón, la mujer corre un mayor riesgo de recibir la medicación equivocada». Parece increíble, pero se trata de reivindicaciones puramente biológicas o, como mucho, antropológicas. ¿Y quién va estar en contra de que los móviles sean más manejables para las mujeres, la temperatura más alta en la oficina, los coches más seguros y los medicamentos más adecuados y específicos?
No cabe duda de que casi nadie en España llamaría a eso feminismo. Sin embargo, recordemos, Alemania registra un índice de violencia sexual mucho mayor que en España. O dicho coloquialmente: es un país menos seguro que España para las mujeres. A pesar de todo, el gobierno ha puesto en marcha una campaña donde no sólo se niega esa realidad, sino que se estiliza su contrario para generar un ambiente de constante amenaza e intimidación para la mujer. Teniendo en cuenta que en torno al 80% de las agresiones sexuales son interfamiliares o perpetradas por conocidos, resulta altamente irresponsable y falaz centrar el foco de atención en una situación de desamparo hiperbólico, a la que sólo le falta por incluir la desnudez de la mujer. Dudo que legislar en base a la anécdota edulcorada y no en función de los hechos sea de gran ayuda para nadie. Sobre todo, para las mujeres a las que no se les permite salir de casa solas, borrachas, ni desnudas.
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