LOLA CARBONELL BEVIA
Maesba
Licenciada en Historia ha confeccionado un amplio proyecto de atracción turística que debería ser tenido en cuenta, tras su estudio, y ponerlo en marcha por los máximos responsables del sector de la comarca de la Marina Baja.

En esta idea no solo esta Benidorm, están también el resto de las poblaciones que la componen; Alfas, Altea, La Nucia, La Vila, Finestrat, Polop y Callosa e incluso de otra localidades ajenas a nuestra comarca, como San Vicente, Cocentaina, etc.
Se nos ha entregado este dossier documentado de este proyecto que procuraremos ir publicando poco a poco.
Hoy nos limitaremos a publicar las primeras 17 rutas. Cabe reflejar que en el apartado de sus investigaciones figura una espacio bajo el titulo de «EL BENIDORM DE JOSE CONGOST SANCHIZ DESDE EL NEGOCIO FAMILIAR DE CARNICERIA AL DE LA COMUNICACIÓN»

BENIDORM Y COMARCA
PROYECTO: POTECIACIÓ DEL TURISMO CULTURAL E BENIDORM Y EN LA COMARCA “MARIA BAIXA”
Temática contenida en las rutas Turísticas: a) Los más ricos del cementerio: Personajes ilustres de Benidorm enterrados en el cementerio de la Virgen del Sufragio. b) Las estaciones de término ferroviarias de la Marina Baixa: Villajoyosa- Benidorm- Alfaz del Pí – Altea; configuradas en la primera década del siglo XX. Contenidos: Arquitectura ferroviaria; Transformación del paisaje urbano; y Desarrollo urbanístico ligado al comercio. c) La arquitectura tradicional de Benidorm, desde el siglo XVIII al XX. Contenidos: Arquitectura: Civil, Militar y Religiosa. Evolución de los elementos arquitectónicos característicos que la definen. Escultura: religiosa –Bulto Redondo; Alto Relieve; Medio Relieve; Bajo Relieve. Pintura Religiosa. d) Arquitectura, Escultura y Artes Aplicadas funerarias. Visita: Cementerio viejo de Benidorm. Se trata de una ruta innovadora para contemplar los únicos vestigios que quedan en Benidorm, tal y como se viene realizando en las últimas décadas en Europa, y en Valencia, a través del arte cementerial. Fundamental para contemplar la simbología y emblemática funeraria decimonónica. e) Arquitectura, Escultura y Artes Aplicadas funerarias. Visita: Cementerio de Villajoyosa. Se trata de una ruta innovadora para contemplar los únicos vestigios que quedan en Villajoyosa, tal y como se viene realizando en las últimas décadas en Europa, y en Valencia, a través del arte cementerial. Fundamental para contemplar la simbología y emblemática funeraria decimonónica. f) Arquitectura Militar Defensiva Renacentista de la que la costa de la Marina Baixa, fue dependiente de la capitanía marítima de Villajoyosa (Villajoyosa-Benidorm-Altea). Visita a las torres de defensa costero-marítimas y a su entorno natural. 5 g) Las invasiones piráticas en la costa de la Marina Baixa. Visita los restos arquitectónicos defensivos existentes en el casco antiguo de Villajoyosa, Benidorm y Altea. h) Relleu y Villajoyosa en la Edad Media: la creación del primitivo pantano de Relleu; el desarrollo urbanístico de la partida de la ermita de San Antonio Abad en Villajoyosa. i) La ruta histórica del cólera morbo: Benidorm-FinestratVillajoyosa, en la que todavía restan vestigios orales sobre antiguas leyendas decimonónicas de muertos vivientes, que tristemente fueron verdaderos hechos históricos. j) La ruta del agua: Altea-Polop-El Algar-Callosa. Donde se muestra la desembocadura del río en Altea, lugar que desde la Edad Antigua, pasando por la Edad Media, fue conocido por los marinos y los piratas para “hacer aguada”. Desde Altea se accederá a Polop de la Marina, siguiendo el curso del agua para destacar la importancia que tuvo el municipio en los siglos XVIII y XIX, poseedor de los terrenos que en el siglo XIX configuraron la población de Alfaz del Pí. k) La ruta de la conquista por el rey Jaime I, a través de los restos de castillos o alquerías musulmanas: Altea, Finestrat, Castell de Guadalest. l) La ruta de los moriscos-nuevos pobladores cristianos: Bolulla-Tárbena-Callosa-Sella. m) Arquitectura de recreo de la burguesía decimonónica de Benidorm. n) Arquitectura tradicional de Villajoyosa: el casco antiguo. o) Arquitectura tradicional de Altea. p) Arquitectura tradicional de Polop. q) Arquitectura tradicional de Finestrat. r) Personajes ilustres de Benidorm: El corsario capitán Batiste. Visita al lugar donde vivió el capitán Batiste y a la casa-museo de Josefina Orts y Bosch, donde se guardan los objetos que le pertenecieron. s) Personajes ilustres de Benidorm: Pere María Orts i Bosch, académico de la Academia Valenciana de la Lengua. Visita a la finca donde nació y vivió durante su infancia. t) Personajes ilustres de Villajoyosa: Los Aragonés. Visita a la casa-museo de La Barbera, en Villajoyosa.
6 Rutas guiadas para caminantes y senderistas Se trata de 33 excursiones dirigidas a caminantes o senderistas urbanos o rurales, por caminos de acceso fácil y, de pocos kilómetros de distancia, con el motivo de conocer la Historia y el patrimonio existente en la Marina Baja. 1. Ruta: Colada de la Costa de Villajoyosa. – Itinerario: Llegada en autobús hasta la playa de la Cala de Finestrat y, recogida de los participantes frente a la “Torre de San Josep”, en término de Villajoyosa. – Salida: Desde el aparcamiento de la playa de la Cala de Finestrat, se inicia la ruta por la antigua “Colada de la Costa”, camino pecuario que desde la Edad Media discurría paralelo a la costa, en dirección hacia Villajoyosa. El camino atraviesa los pinares por debajo de la torre de l´Aguiló, originariamente ya existente en el siglo XIII, bajo la dominación musulmana. Reconquistada entre los años 1247 y 1276 por el rey Jaime I El Conquistador. Reconstruida a partir de año 1575, ha sido restaurada recientemente. En el siglo XVIII la torre de l´Aguiló permaneció activa contra la extirpación del bandolerismo. En el mismo siglo XVIII, tres soldados de ocupaban de la vigilancia desde la misma torre. Durante los años 1823 y 1834 del siglo XIX, la torre de l´Aguiló fue ocupada por voluntarios realistas que lucharon en la Guerra de la Independencia, bombardeándola. A lo largo del siglo XX, la “Torre de Aguiló” prestó su funcionalidad como punto de referencia estratégico durante la “Guerra Civil”, pero durante la segunda mitad del siglo XX, permaneció aletargada, sufriendo un deterioro cada vez mayor, hasta el punto de servir sus paredes de murales para los grafitos, restándole su encanto original. En los últimos años del siglo XX, y primeros del XXI, el Ayuntamiento de Villajoyosa le dio un intento de revitalización incluyéndola dentro de los circuitos de senderismo, y colocando -en un lateral junto a la torre-, un cartel ilustrativo con una reseña histórica de la misma. Por las mismas fechas, el equipo de gobierno la incluyó como BIC “Bien de Interés Cultural”. El camino continúa por delante de la antigua casilla de carabineros, del siglo XIX, avanza sobre la playa nudista de la cala del Conill y, otras calas ubicadas frente a la piscifactoría de Villajoyosa, llegando hasta el estuario del río Torres, donde 7 ascendiendo por los jardines actuales, a unos 150 metros del mar, se encuentra una torre funeraria romana, que ha sido restaurada recientemente, denominada la “Torre de San Josep”. Se trata de un sepulcro turriforme romano fechado en el segundo tercio del siglo II d.C. que ha sido descrito y documentado en numerosas ocasiones desde principios del siglo XVII. En el siglo XX, la torre se hallaba dentro del terreno de un camping –el desaparecido camping de Hércules– al lado de la carretera N-332, a pocos kilómetros de Villajoyosa. La torre formaba parte de una de las instalaciones del camping –un restaurante– que la ocultaba parcialmente. Más recientemente entre los años 2008 y 2013, la Sección Municipal de Arqueología de Villajoyosa, en colaboración con la Universidad de Alicante, ha realizado una serie de intervenciones arqueológicas en la torre y su entorno en el marco de un proyecto denominado «Villajoyosa romana: de la República a la Antigüedad Tardía» (Espinosa, Ruiz-Alcalde y Marcos, 2010).
2. Ruta: Pozos de nieve de la provincia de Alicante: Colada de la Costa de Villajoyosa- Maigmó-Agres-Carrasqueta. – Itinerario: Llegada y salida desde el aparcamiento de la playa de La Cala de Villajoyosa. Llegada a la carretera de acceso a la montaña denominada Maigmó, ubicada en la parte alta del glacis de San Vicente del Raspeig. Recogida de los participantes en el mismo punto. Llegada a Agres y recogida de los participantes en el mismo lugar. Llegada a la cumbre de la montaña alicantina “Carrasqueta” y recogida en el mismo punto a los participantes. – Salida: Desde el aparcamiento de la playa de Finestrat se inicia el camino por dentro de la antigua vía pecuaria medieval de la “Colada de la Costa”, donde a pocos kilómetros se encuentran dos pequeños almacenes de nieve. A continuación, el grupo se dirigirá en autobús hasta la montaña alicantina denominada “Maigmó” donde se encuentra un vetusto pozo de nieve levantado en el siglo XVIII. Después los excursionistas viajarán hasta la población de Agres donde se encuentra el pozo de nieve más bello de la provincia de Alicante, que mantiene las arquerías de su techo. Se conoce por “la Cava arquejada” y, se encuentra en la cima del Moncabrer. Desde allí el viaje continuará hasta la montaña alicantina denominada “Carrasqueta” para visitar el último de los pozos de nieve. Todos ellos ubicados en la umbría y construidos en el siglo XVIIII, época climática en la que se produjo una mini era glacial. 8
3. Ruta: Playa del Albir-Torre de la Bombarda-Parque natural de Sierra Helada. – Itinerario: Llegada en autobús hasta la playa de El Albir y, recogida de los participantes en el mismo lugar. – Salida: Desde la playa de El Albir se parte en dirección de subida hacia el parque de Sierra Helada, donde se encuentra la “Torre de la Bombarda”, una construcción defensiva medieval de la costa, desde la que se defendía el territorio alteano contra las invasiones piráticas, que llegaron en numerosas ocasiones para capturar a las gentes y venderlos como esclavos en el norte de África y Turquía. Las invasiones piráticas que llegaron a dicha zona fueron las siguientes: 1534, septiembre desembarco de piratas turcos en la cala del Albir. 1547, desembarco de piratas turcos en las Peñas del Albir. 1549 desembarco de piratas turcos en las Peñas del Albir. 1584, 12 marzo desembarco de 150 piratas turcos llegados en 6 galeotas, en las Peñas del Albir. Y en 1586 desembarcaron 1.800 piratas argelinos en las Peñas del Albir. Se tiene constancia de que en el siglo XVIII vigilaban desde la torre de la Bombarda tres soldados-atalayas que controlaban las calas de Randas, San Jorge, Chaedor y la Guardia chica. También se puede visitar el faro, construido en el siglo XX y, que ha sido rehabilitado recientemente.
4. Ruta: Cala del ti Ximo-Mina de ocre-Torre de Les Caletes. – Itinerario: Llegada en autobús hasta el final de la playa de Levante de Benidorm y, recogida de los participantes en el mismo lugar. – Salida: Desde la escultura de la “sirenita” ubicada al final del paseo de Levante, se va caminando en dirección hacia Alfaz del Pí, para pasar por varias calas de estratos superpuestos, donde se ubicó en el siglo XIX y principios del XX, una almadraba en la que trabajaban los hombres de Benidorm. Un mirador separa la cala del “Ti Ximo”, de la playa nudista, ubicada junto a una antigua mina de ocre que estuvo en funcionamiento en el siglo XIX. Y desde donde se divisa la torre de “Les Caletes”, construcción defensiva contra las invasiones piráticas que estuvo en funcionamiento desde el Renacimiento hasta el siglo XIX. La torre de “Les Caletes” fue levantada de nueva planta en el año 1584. En sus inmediaciones en el año 1534, doce hombres de Villajoyosa asaltaron una fragata que se 9 encontraba en el cabo de les Caletes y, libertaron a seis cautivos cristianos. Se tiene constancia de que en el siglo XVIII la torre de “Les Caletes” que estaba ubicada a dos cuartos de legua del castillo de Benidorm, estaba dotada de armamento, puesto que en el año 1729 contenía un cañón de hierro, 3 balas de artillería y, una cureña de campaña. Vigilaban la torre de “les Caletes” tres hombres que mandaba el pueblo de Polop, el resto de los hombres hasta cinco y un alcaide, los ponía Benidorm. Castañeda y Alcover la citó como torre de Escaletes o castillo de Escaleras.
5. Ruta: Parque de Elche-Playa de Poniente-Monte Tossal. – Itinerario: Llegada en autobús al parque de Elche en Benidorm y, recogida de los participantes en el aparcamiento de la playa de la cala de Finestrat. – Salida: Desde el parque de Elche se contempla la antigua parte trasera de las viviendas del casco antiguo de Benidorm que se encontraban dentro de la muralla de la población, junto al castillo y los torreones, elementos arquitectónicos que fueron derruidos en el siglo XIX y, cuyos restos todavía permanecían a principios del siglo XX. Después de finalizadas las obras de reconstrucción de la pared del castillo y muro occidental del mismo en el año 1925, en marzo de 1926, le tocó el turno a la reconstrucción de la pared de la muralla oriental del castillo, por la parte de la avenida de la Virgen del Sufragio. La finalidad de las obras tuvieron ya en aquella época, carácter turístico, puesto que era la parte más frecuentada por los veraneantes; no teniendo el mismo interés para los habitantes autóctonos de la población, que en dicho lugar, echaban las basuras y las aguas sucias. El Ayuntamiento de Benidorm creyó conveniente dicha rehabilitación para embellecimiento de la población. El muro de contención del castillo ya estaba finalizado en 1927 y en febrero de dicho año, se llevó a Pleno la construcción de una balaustrada en el solar del antiguo castillo, cuyo precio ascendía a 1.600 pesetas. Asimismo, el Ayuntamiento en Pleno, también dio permiso para que fuesen plantadas palmeras en dicho lugar. En el año 1928, fue nombrada la zona de ocio consistente entre el paseo de Colón y la desviación de la carretera, en la playa de Poniente. Fue denominado el paseo de Elche. El paseo se prolonga por la playa de Poniente que fue realizado en las tres primeras décadas del siglo XX, desecándose en el siglo XX unas zonas pantanosas que existieron al final de dicho paseo. En el año 1929, un grupo de vecinos presentó una solicitud ante el Ayuntamiento de Benidorm solicitando licencia para abrir 10 una inscripción, con la finalidad de construir una balaustrada en la playa de Poniente, una vez que ya habían sido finalizadas las obras de saneamiento y urbanización de la calle Marqués de Comillas. Luego el camino se inicia con una subida al monte Tossal donde en su cima se encuentra un yacimiento arqueológico de época iberoromana, excavado a lo largo del siglo XX, e intensificado en los últimos años. Entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el aspecto paisajístico de los alrededores del tossal fue muy diferente al actual. Por las inmediaciones del tossal pasaba la cañada real desde la Edad Media, proveniente de la “colada de la Costa”, desde Villajoyosa. En la misma zona, se hallaba una laguna pantanosa situada en la playa de Poniente, antes de que fuese urbanizada, en la década de los años sesenta del siglo XX. Y muy cerca también del tossal estaba situada la primitiva casilla de Carabineros, que fue sustituida por el cuartel de la Guardia Civil “Benidorm”. Seis fueron los “oppidum” ibéricos existentes en el actual término de Benidorm, siendo el más importante: el “Tossal de La Cala”. El arqueólogo José Belda desenterró 27 estancias, diferentes a las 12 estancias que sacó a la luz, el también arqueólogo, Francisco García Hernández. De dicho yacimiento, salieron importantes piezas de cerámica, que se hallas expuestas en los museos de Prehistoria de Valencia y, MARQ. En la década de los años cincuenta del siglo XX, el sacerdote Luis Duart Alabarta encontró en el yacimiento del “Tossal de la Cala”, una escultura en bulto redondo, rota en diversos pedazos, de un toro ibérico que donó al Ayuntamiento de Benidorm; una cabeza de león, así como, una colección de monedas, que también donó al Ayuntamiento de Benidorm. El “Tossal de la Cala o de Malcau” fue destruido progresivamente desde finales del siglo XIX y a lo largo de todo el siglo XX. La destrucción de los yacimientos arqueológicos existentes en el subsuelo del altozano fue echándose a perder paulatinamente. En las primeras décadas del siglo XX fue deteriorándose la zona donde se construyó la primitiva casilla de Carabineros y, posterior cuartel de la Guardia Civil “Benidorm”. En la década de los años cuarenta, del siglo XX, se pasó a la destrucción importante del montículo, con la primera fase de construcción de la urbanización Mont-Benidorm, que se amplió en el año 1956, con las obras de pavimentación, alumbrado público y distribución de agua potable. En el año 1965, la alcaldía dio el visto bueno para la construcción de la segunda fase de Mont-Benidorm, con el “Pueblecito pescador”. Y en el año 1988, se culminó la destrucción del cerro del “Tossal de Malcau” o “Tossal de la Cala”, con la construcción de la tercera y última fase de Mont-Benidorm, a pesar de que los terrenos ya gozaban de protección arqueológica. 11 Destruidos en su casi totalidad los yacimientos, tan sólo quedaba la conservación de los materiales, algunos de los cuales fueron entregados al Ayuntamiento de Benidorm para su custodia en un museo arqueológico a construir. Otra parte del material fue depositado en los museos Arqueológico Provincial de Alicante y, de la Prehistoria de Valencia. Una tercera parte del material fue echado al mar, como cascotes, procedentes de las obras de construcción de la urbanización. Y una última parte fue expoliado y, desaparecido. Trabajaron en el yacimiento arqueológico del “Tossal de la Cala” eminentes arqueólogos, como: José Belda Domínguez (1935-1945); Miquel Tarradell y Alejandro Ramos Folqués (1956-1965); Luis Duart Alabarta; Enric Llobregat (1972). Francisco García Hernández (1984); Antonio Espinosa Ruíz (1997); Jesús Moratalla Jávega (2004); E. López Seguí y P. Torregrosa Jiménez (2006); Sonia Bayo Fuentes (2010); y Feliciana Sala Sellés (2012, 2013, 2014, 2015). La religiosidad ibérica en el poblado del Tossal de la Cala fue enormemente influenciada por el comercio sirio-fenicio-púnicocartaginés, que fue el vector que unió la religión oriental nacida y extendida entre el Oriente Medio y Próximo, hacia el Occidente de la Hispania ibérica, fundamentalmente. La influencia religiosa siriafenicia-púnica-cartaginesa trajo de oriente a occidente la representación emblemática de los círculos concéntricos, cuya simbología se centraba en la deidad conocida como “diosa de los Ojos chipriota”, la cual por sincretismo religioso se transformó –a lo largo de varios milenios-, en la “qds-´trt-´srh” siria, o Astarté fenicia, Isis egipcia y Tanit púnico-cartaginesa. La emblemática de los círculos concéntricos llegó por la vía comercial marítima a través de los sirio-fenicios-púnico-cartagineses; mientras que por la vía terrestre fue extendida a través de los pueblos indoeuropeos de la cultura del “Vaso Campaniforme”, quienes llegaron desde Europa central a la Hispania preibérica, a través de los Pirineos, por Cataluña. Por lo tanto, los hispanos que habitaron la península Ibérica durante el primer milenio antes de Cristo, fueron conocedores de la emblemática de los círculos concéntricos, hecho que no ocurrió igualmente con la simbología, puesto que se presupone que la misma se olvidó a lo largo de los siglos, siendo exclusivamente reproducida la emblemática circular en talleres metalúrgicos de armamento, de cantería pétrea y, cerámicos, productores de objetos relacionados con el culto funerario a las advocaciones religiosas con carácter apotropaico. El yacimiento arqueológico del “Tossal de la Cala” ha desenterrado diversos fragmentos de escultura de bulto redondo que por análisis comparativo pudieron pertenecer al mundo funerario. Se trata del “toro echado” y de la “cabeza de león”, dos obras de piedra 12 arenisca ligadas a la religiosidad orientalizante egipcio-siriacananea-fenicio-púnica. Igualmente vieron la luz en su día los restos de cerámica fina extraídos del yacimiento del “Tossal de la Cala”, como los cuencos campaniense B, los platos y urnas que sirvieron como tapaderas de los kalathos de “sombrero de copa”, que fueron utilizados para contener las cenizas funerarias. Tanto los cuencos, platos, urnas y kalathos fueron decorados con motivos de círculos concéntricos, medios círculos y cuartos de círculos. Es decir fueron fabricados para ser utilizados en un contexto funerario, bajo la influencia orientalizante greco-focea, tanto en Hispania como en el sur de Italia. Y por último, los pebeteros de cabezas femeninas fueron el producto de la religiosidad púnico-cartaginesa, culto que desde el sur de Italia se extendió a Ibiza, siendo dicha colonia cartaginesa la creadora de múltiples copias de efigies de diosas de terracota, que salían de diferentes moldes bivalvos y, que por medio de su flota comercial llegaron hasta el yacimiento del “Tossal de la Cala”, ubicado en la costa de la Contestania ibérica. Algunos de los modelos de thimiatheria llevaban en la frente, debajo del tocado denominado kalathos, tres círculos individuales separados entre sí, custodiados por una paloma a cada lado de los mismos. La emblemática de los tres círculos y la paloma es un indicativo de que la cabeza femenina de los pebeteros correspondía a la diosa mortal Madre de la Humanidad, Tanit-Astarté. Por lo tanto el incensariosahumerio aparecido en contextos religiosos –santuarios y necrópolis- fue utilizado como exvoto oferente a la diosa Madre, nutricia, Tanit-Astarté, con el fin de buscar su protección en la vida y en la muerte, característica apotropaica de Tanit. Por lo tanto, todos los materiales hallados en el “Tossal de la Cala” de Benidorm de los que se ha hecho mención, pertenecieron al mundo funerario. Unos como esculturas sedentes en monumentos fúnebres: el toro echado y el león. Otros como contenedores cinerarios: los kalathos y sus cuencos utilizados como tapadera, así como las urnas y los platos, utilizados como tapaderas. Y los últimos, los pebeteros como ofrendas aromáticas apotropaicas a la diosa de la muerte TanitAstarté. Como conclusión: En la Hispania ibérica del primer milenio antes de Cristo existió una religiosidad ligada a la muerte, en la que el individuo vivía preparado para la transición al mundo invisible del “Más Allá”, heredado de los cultos sincréticos orientales procedentes comercialmente desde Egipto, Siria, Fenicia, Cartago e Ibiza. Y donde igualmente, existió entre el Mediterráneo Oriental-Occidental una artesanía funeraria productora de ajuares fúnebres. Todo estaba pensado y dispuesto para ser utilizado por los cuerpos sin vida, donde el hálito había dejado el cuerpo pero era llevado al mundo de 13 la oscuridad por la deidad protectora masculina o femenina, a través de la decoración simbólica circular. En un mundo donde quedaba patente la emblemática de los círculos concéntricos, no se puede afirmar que los artesanos conocieran el concepto que estaban representando. Lo más probable es que copiaran los dibujos, sin conocer en profundidad su verdadero sentido religioso. 6. Ruta: La arquitectura del agua: Los manantiales de Lliriet y Carreres. – Itinerario: Salida desde Benidorm y, llegada a un punto de la carretera de Finestrat-La Nucía junto a la carretera. – Salida: El camino se inicia caminando en dirección ascendente hacia dos manantiales de agua que fueron utilizados durante los siglos XIX y XX para el abastecimiento de agua potable de Benidorm. Se puede observar una arquitectura civil del agua que sirvió para la extracción, conducción y, traslado del agua, desde los manantiales, hasta Benidorm. En sus inmediaciones se halla un yacimiento ibérico: En el término de Benidorm se halla el yacimiento de Carreres, que como explica el arqueólogo Antonio Espinosa Ruíz, fue utilizado desde época ibérica. Igualmente se halla: “Carreres I”, donde ha aparecido material de superficie ligado a un pequeño poblado. Y “Carreres II”, también con material de superficie, apreciable. La “Carta arqueológica de Benidorm”, realizada por el arqueólogo titular, director del Museo Arqueológico de Villajoyosa, Antonio Espinosa Ruiz, ha demostrado -que entre los siglos VI a.C., y, IV a. C.-, la “Font de Carreres” y, el yacimiento arqueológico “Carreres II”, fueron ocupados desde época ibérica. Así como el yacimiento denominado “Carreres I”, que fue utilizado en el periodo ibérico pleno y final. Siglos después, en época romana alto imperial (siglo II d. C.) fue habitado el manantial de Lliriet. Desde época romana no se tiene constancia de la explotación del manantial de Lliriet, hasta el siglo XIX. El manantial de Lliriet fue utilizado a lo largo de la primera y segunda mitad del siglo XIX para conducir sus aguas a Benidorm, con motivo de la afección de la población por las cinco epidemias de cólera morbo. Para que los habitantes de Benidorm recibieran el agua -lo más pura posible y en las mejores condiciones de salubridad-, las diferentes corporaciones municipales lucharon constantemente por construir tres fuentes, una cañería y un acueducto como infraestructuras básicas para la utilización y transporte del agua. Por lo que, tanto la fuente del Lliriet, como las 14 infraestructuras hidráulicas que existen en las inmediaciones –pila de lavar, balsa y arcabones-, fueron construidos entre 1843 y 1863. Las primeras gestiones comenzaron en la década de 1840. La fuente de Lliriet fue adquirida por el Ayuntamiento de Benidorm en 1843 a Vicente Thous y Pérez y, construida en piedra seca: se trata de una construcción cuadrangular, con un acceso escalonado acaracolado que desciende a pie del agua. En la parte superior, en el muro lateral izquierdo existe un abrevadero para caballerías. El agua correría desde la fuente de Lliriet por medio de una cañería y, un acueducto, – que fueron subastados entre 1841 y 1844 a favor de Vicente Barceló y Pérez por la cantidad de 119.000 reales-, pasando varias décadas, hasta que las obras de la cañería y el acueducto, pudieron ser concluidos en1863. Las construcciones hidráulicas de arquitectura civil ubicadas en los manantiales de Lliriet y Carreres fueron realizadas en los siglos XIX y XX, respectivamente. La arquitectura del manantial de Lliriet estuvo ligada a la mejora de las condiciones higiénico-sanitarias de Benidorm, fruto de la incidencia de cinco epidemias de cólera morbo asiático en Benidorm. Fue un proyecto inicialmente dirigido por los políticos “Higienistas” de Benidorm, quienes en 1843 ordenaron la compra del manantial del Lliriet y, la construcción de su fuente. Las infraestructuras existentes en el término de Lliriet e inmediaciones del manantial –lavadero, balsa y acueducto-, fueron alzadas entre las décadas de 1840 y 1860. En la década de los años treinta del siglo XX, coincidente con la Guerra Civil española, se produjo un periodo de cambio climático, dando lugar a una sequía y carencia de recursos hídricos, llevando a la población de Benidorm a la escasez de agua en los aljibes, así como en la disminución del caudal del manantial del Lliriet. La corporación municipal republicana incautó el manantial de Carreres a sus primigenios propietarios y ordenó la excavación de sus galerías y construcción de sus derivaciones, pero como no había dinero para ello, pidió mano de obra voluntaria a la UGT-CNT, que fueron los que lo realizaron, trabajando igualmente en llevar la cañería a la población para la instalación de cuatro fuentes públicas en el año1939. En la década de los años cuarenta, con el nuevo gobierno municipal franquista, el manantial de Carreres fue devuelto a sus propietarios, pero el Ayuntamiento decidió su compra, que se materializó en el año 1947. Debido a que la necesidad del agua continuaba siendo imperiosa, tras la compra del manantial, se realizaron prospecciones para la búsqueda de aguas subterráneas en el paraje de Carreres, dando resultados positivos en muy pocos casos y, naciendo en la década de los años cincuenta una nueva arquitectura del agua, que fueron los pozos auxiliares o bocas de 15 entrada o acceso, a las galerías subterráneas. El declive y final del manantial de Carreres se produjo en los años de la década de 1950, fruto de la continua falta de agua para Benidorm, debiendo buscarse pozos de agua alternativos en otros lugares de la comarca que pudieran abastecer a la naciente metrópoli del turismo. La solución se halló en el pozo de Rabasa de la polopina partida de Chirles, cuyas sanísimas aguas tenían un elevado aforo, que podía nutrir a Benidorm sin ningún tipo de problemas. 7. Ruta: Playa del Paraíso-Santuario íbero de La Malladeta. – Itinerario: Llegada del autobús a la playa del Paraíso de Villajoyosa y recogida de los participantes junto al campo de fútbol de Villajoyosa. – Salida: El camino se inicia desde la playa del Paraíso en dirección a Benidorm por una pendiente suave que perteneció en épocas anteriores al camino pecuario de la “Colada de la Costa”. Llegados a la cima del cerro se encuentra un yacimiento arqueológico que concentra un santuario íbero, cuyos artefactos arqueológicos se encuentran en el museo arqueológico de Villajoyosa. El Museo Arqueológico de Villajoyosa considera el carácter sacro del asentamiento, sobre todo por la presencia de los pebeteros con forma de cabeza femenina, registro propio de ámbitos religiosos que, en el caso que nos ocupa, aparece tanto en los niveles previos a la construcción del sector 2 como en estratos posteriores, abundando en las capas superficiales. Las terracotas son muy variadas en su tipología, siendo la mayoría de origen local. La presencia de estas terracotas en los niveles de relleno sugiere que estas piezas se usaban en el lugar ya desde su fases más antigua, por lo que hay que incidir más en el carácter religioso del asentamiento y en su probable definición como santuario, en la línea de lo apuntado por C. Aranegui a propósito de los sacra loca ibéricos vinculados al tráfico comercial marítimo (Aranegui, 1994), hipótesis que a día de hoy se defiende. Esta función se mantendría durante los siglos II y I a. C., por lo que su abandono avanzada la centuria siguiente también debería interpretarse dentro de una reorganización de los hitos religiosos del territorio dentro de unos esquemas ya estrictamente romanos. Junto al yacimiento arqueológico se halla una torre construida en el siglo XX, por un notable médico nació en Villajoyosa, que ejerció como neurólogo en Madrid, llamado Alfonso Esquerdo y, conocido como el Dr. Esquerdo. Dicho 16 elemento arquitectónico pertenecía a la finca del médico, donde éste se retiraba para dedicarse a sus estudios. Cuando la vivienda fue derribada hace escasos años, tan solo permaneció en pie la torre. Entre las playas de “les Mamelludes, Raconet y Paraís” se encontraba en el siglo XX, el palacete de la Malladeta, de estilo historicista neogótico, con elementos decorativos eclécticos. Un edificio propiedad de Alfonso Esquerdo, que llamo “villa Giocomina”, que fue el nombre de su esposa, de origen argentino. La finca fue vendida debido a que el matrimonio vivía en Argentina y no podía disfrutarla. Durante la guerra civil el palacete de la Malladeta fue ocupado por algunas familias de Madrid y, tras finalizar la guerra por italianos de la división “Vittorio”, quienes quemaron la torre. A partir de los años cuarenta, la vivienda fue deshabitada y comenzó su deterioro. Alfonso Esquerdo Iborra fue médico. No sólo pensó en mandar edificar una extraordinaria casa, sino que también mandó crear en su época unos ricos jardines, que se regaban con el agua de una gran balsa y aljibe, los cuales todavía se pueden ver en la finca, aunque en ruinas. La finca de la Malladeta fue utilizada durante la segunda mitad del siglo XX por los vileros que acudieron a merendar a sus tierras durante las celebraciones de San Antonio, San Blas, Pascua y Navidad. 8. Ruta: Desembocadura del río Amadorio-Ermita virgen de la Salud-Poble ou. – Itinerario: Llegada al aparcamiento que se encuentra en la desembocadura del río Amadorio en Villajoyosa y, recogida de los participantes en el mismo punto. – Salida: El camino se inicia ascendiendo desde el nivel del mar, donde desaguan las aguas del río Amadorio, que servían de aprovisionamiento a los navegantes desde la Edad Media y Moderna, quedando a mano derecha las típicas casas de colores del casco antiguo, el puente de la carretera inaugurado a mediados del siglo XIX que conectó las dos partes de la población, el antiguo matadero, la primitiva zona industrial vilera de origen decimonónico, la subida a la ermita de la virgen de la Salud que fue la capilla del primer cementerio construido en Villajoyosa en el siglo XIX y, que estuvo vigente hasta finales de dicho siglo (1815-1888). Una vez que fue inaugurado el actual cementerio a finales del siglo XIX, éste fue vaciado y transformado en jardines de la ermita. El itinerario continúa pasando por delante de la estación del ferrocarril 17 inaugurada en el año 1914, siendo una de las estaciones de la línea Alicante-Denia. A continuación, se sigue por delante del cuartel de la Guardia Civil construido en la primera mitad del siglo XX y, se entra en el barrio de pescadores denominado “Poble Nou”, cuyas casas fueron levantadas entre los siglos XIX y XX, perteneciendo a la arquitectura civil e industrial de Villajoyosa, de la margen derecha del Amadorio. Todavía quedan primitivas construcciones de molinos de agua, como el de la “Llobeta”, edificios industriales que albergaron hornos de leña, carbonerías, fábricas de esteras de esparto, fábricas de chocolate, fábricas de luz, fábricas de hielo, talleres de electricidad y mecánica de embarcaciones y automóviles, carpinterías, ebanisterías, serrerías, guarnicionerías, aperadores, marmolistas, tiendas de comestibles, fondas y casas de hospedaje. La margen derecha del río Amadorio tuvo una historia propia desde la Edad Moderna. Las primeras infraestructuras fueron edificadas dentro del cauce del río Amadorio y fueron destinados a molinos harineros, permaneciendo en pie uno de ellos, el “molí de la Llobeta” hasta el siglo XX. Igualmente en la misma época fue alzada la ermita de la Virgen de la Salud, que fue destinada a cementerio extramuros de la población desde principios del siglo XIX, feneciendo a finales del mismo siglo su función de acoger los cuerpos cadavéricos. El mismo siglo XIX conoció la construcción de la carretera nacional y del puente de la carretera sobre el río Amadorio, dos obras de suma importancia para la expansión de la población hacia la margen derecha del Amadorio y, por tanto para la construcción de un pueblo nuevo dentro de la población de Villajoyosa, que como tal fue denominado el “Poble Nou”. El desarrollo urbanístico de la margen derecha del río Amadorio tuvo dos momentos importantes dentro de su propia historia. En primer lugar, en el siglo XIX se construyeron las primeras noventa casas de planta baja que dieron su nombre al “Poble Nou”, junto a la fuente de agua potable, fundamental para el abastecimiento de la naciente población y, de las zonas de huerta. Pero en cambio, fue en el siglo XX, cuando se produjo la mayor expansión territorial, comercial, educacional, deportiva y religiosa de la margen derecha del Amadorio. En el siglo XX fueron creadas nuevas huertas, las sendas, las escuelas públicas y privadas, el campo de fútbol, el alcantarillado, la almazara, el cine, los hornos de leña, la carbonería, la fábrica de esteras de esparto, la fábrica de chocolate, la fábrica de luz, la fábrica de hielo, los talleres de electricidad y mecánica de embarcaciones y automóviles, carpinterías, ebanisterías, serrerías, guarnicionerías, talleres de aperadores, marmolistas, tiendas de comestibles, mercerías y perfumerías, cantinas y comercios de bebidas, ventas, fondas y casas de hospedaje, 18 surtidores y gasolineras, la estación ferroviaria, el cuartel de la Guardia Civil, el traslado del Hospital-Asilo, la nueva funcionalidad de la ermita de la Virgen de la Salud, el lavadero, el asfaltado de la carretera, los edificios del palacete de la Malladeta, la casa de la “Teula Negra” y el “Ateneo Musical”. Y en el campo funerario, los duelos se despedían en la “era dels morts”. Por lo tanto, en el siglo XX, la margen derecha del río Amadorio contuvo el tejido artesanal e industrial de toda la población de Villajoyosa; la red de transportes fundamental para el desarrollo de la población, no solo del “Poble Nou”, la residencia de ancianos de Villajoyosa, el campo de fútbol del primer equipo de la población, el instituto de enseñanza media de Villajoyosa. Es decir los servicios sociales, culturales y deportivos de la población de Villajoyosa se hallaban en la margen derecha del Amadorio en el siglo XX. 9. Ruta: Cementerio de Villajoyosa-Pont de Sant Argil-Roca Encantada-Torre d´horta de Dalt- Olivera Grossa-Ermita de San Antonio. – Itinerario: Llegada en autobús al aparcamiento del cementerio de Villajoyosa. Recogida de los excursionistas en el aparcamiento del restaurante “El Pagell”, ubicado en la Ermita de San Antonio, de Villajoyosa. – Salida: En primer lugar se visitará el cementerio de Villajoyosa para observar la arquitectura, escultura y artes aplicadas decimonónicas que destacan en el recinto. Pasaron veintidós años desde que fue propuesta la idea de construcción de un nuevo cementerio, hasta que el nuevo camposanto fue abierto para acoger los enterramientos, el 1 de julio de 1888. Durante este periodo fueron diversas las corporaciones municipales que trabajaron a favor de hacer realidad el proyecto. Durante las últimas décadas del siglo XIX, y primeras del XX no fue necesaria la ampliación del recinto cementerial. En cambio, el cementerio comenzó a cambiar su fisonomía a partir de la década de los años cuarenta -1948-, cincuenta -1955-, y sesenta -1967-, del siglo XX, momento en que se produjeron el primero, segundo y tercer ensanche, en el mismo. El cementerio nuevo contenía desde su puesta en funcionamiento una serie de infraestructuras tanto para enterramientos, como para el propio funcionamiento del camposanto. Entre ellos se hallaban: osarios y fosa común, cisterna y desagües, muros de separación entre el cementerio católico y civil, los accesos al cementerio por caminos y 19 posteriormente carretera, o el riego y jardinería del cementerio. Igualmente, ligado al funcionamiento del camposanto trabajaron una serie de personas que a lo largo de los años desempeñaron el cargo de sepultureros. Y junto a ellos, los médicos forenses. Villajoyosa desarrolló a lo largo del tiempo una serie de costumbres funerarias propias en los distintos modos de enterramiento. Y por último, la ideología política también quedó patente en el desarrollo del cementerio. Dentro del cementerio de Villajoyosa se pueden observar diferentes tipos de enterramientos. Cada una de las sepulturas fue modelo para las construcciones posteriores, tanto en la las estructuras constructivas arquitectónicas que custodiaban los cadáveres, como en los elementos ornamentales decorativos que los envolvían, mediante el empleo de la escultura y las artes industriales. Excepto algunos vestigios originarios de las últimas décadas del siglo XIX, el resto de epitafios funerarios en el cementerio viejo de Villajoyosa, proceden del siglo XX. Los pensamientos sobre la muerte son diversos, siempre teniendo en cuenta el momento histórico en que murieron las personas enterradas, y vivieron sus familiares. Igualmente aparece reflejado, en algunas de las inscripciones funerarias, la profesión, la clase social, el motivo del fallecimiento y los sentimientos emanados por el pariente más cercano hacia su familiar difunto. El cementerio de Villajoyosa es un museo al aire libre de la Arquitectura, Escultura y Artes Industriales creadas en el último cuarto del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. De su creación se encargaron, fundamentalmente, José Zaragozá Martínez, Jaime Lloret Lloret “El Pedrapiquer”, Vicente Zaragozá Ferrer, Antonio Zaragozá Ferrer, Jaime Pérez “El Herrero”, Jaume “El Ferrer de La Ermita”, Jaume Pérez “El Puntero”, y Antonio Zaragozá Baldó. Fue en el siglo XIX cuando se produce un despertar de la emblemática y simbología medieval, a través de movimientos artísticos como el Neogoticismo y Neoclasicismo. En el caso concreto del cementerio de Villajoyosa, la llegada en el año 1898 del artista funerario José Zaragozá Martínez, marcó un hito en la representación de la emblemática funeraria en el camposanto de Villajoyosa. José Zaragozá había estudiado Bellas Artes en Valencia, titulación que le hacía conocedor de las tendencias artísticas funerarias europeas del momento, y quizás también del concepto simbólico de los elementos que representó. Pero no todas las representaciones emblemáticas del cementerio fueron obra suya, sino que fueron encargadas también a otros marmolistas. ¿Pero, la pregunta es la siguiente: fueron conocedores el resto de artistas funerarios que trabajaron para el cementerio de Villajoyosa del simbolismo de sus representaciones? Parece ser, que en algunos 20 casos muy puntuales, sí, como es la representación del lagarto o dragón de pequeño tamaño, que reposa junto a una hoja de acanto y capullos de adormidera, y se halla ubicado en la sepultura de un médico. No es un hecho anecdótico que el artista funerario esculpiera un pequeño dragón o lagartija en el enterramiento de un galeno. El escultor conocía en el momento de realizar su obra, que la figura del reptil fue utilizada por las corporaciones de alquimistas, médicos y farmacéuticos. Pero tampoco hace suponer que la hoja de acanto y los capullos de adormidera surgieran al libre albedrío del escultor. ¿Por qué? Porque el acanto tiene un significado funerario: las tentaciones terrenales. Mientras que la adormidera simboliza el consuelo en el letargo, ya que dicha flor induce al sueño. ¿Por qué el autor representó la trilogía dragón-acanto-adormidera? Porque el concepto que quiso trasmitir era el de una persona perteneciente al corporativismo médico, que en el trance de la muerte tuvo que hacer frente a la dualidad existente entre las tentaciones terrenales, -que le sujetaban a la vida física-, y el consuelo del sueño eterno. Quizás este mensaje se dirigía más, hacia los familiares y amigos del difunto, cuando acudiesen a visitar su tumba. Pudo ser que el mismo autor del “lagarto”, fuese quién esculpió la única paloma que hay representada en el cementerio, porque ambas esculturas –realizadas en altorrelieve-, son aproximadamente de fechas muy cercanas. Y los dos, son los únicos animales representados en la emblemática cementerial de Villajoyosa. La “paloma”, también tiene su simbología. Significa reconciliación y paz fecunda a la hora de partir hacia el “Más allá” (539). Pero en este caso, tampoco está representada sola, sino que la acompaña la figura alada de un ángel con sexo de mujer, en cuya mano sostiene una rosa que pica la paloma. La figura angélica es la mensajera de la eternidad (540), que trae consigo el renacimiento y la vida eterna (541), a la paloma, que es el alma del difunto que debe reconciliarse y partir en paz hacia el mundo espiritual celestial. Otro monumento funerario muy completo por su carga simbólica es una columna truncada o cipo, cuyo significado es el de la vida partida antes de hora. Sobre ella, trepa una hiedra, signo de inmortalidad y amistad. A sus pies, sobre una basa rectangular aparece representada una corona de laurel, de cuyo interior sale una palma. Y adornando las esquinas de dicha basa se hallas pequeñas hojas de acanto, con capullos de adormidera y pequeñas rosas. Un precioso y completo conjunto simbólico, cuyo significado es el siguiente: la persona que fue enterrada destacó por la gloria, victoria y los méritos representados por la corona de laurel; la palma simboliza victoria, bienvenida y respeto; el acanto las tentaciones terrenales; la rosa representa el renacimiento y la vida 21 eterna; y la adormidera, el consuelo en el letargo. Por lo tanto, junto a la inscripción lapidaria en la que describe el fallecimiento de un joven soldado en la guerra de Filipinas en el año 1898, la simbología de su enterramiento dice que fue una persona cuya vida física se rompió antes de tiempo, rodeado de inmortalidad, que alcanzó doblemente como héroe, y que con su muerte alcanzó la victoria, la gloria y el respeto. Su renacimiento a la vida eterna es motivo de consuelo ante las tentaciones terrenales de los que dejó en esta vida. Toda una poesía escrita en la piedra bajo conceptos emblemáticos trasmitidos entre una minoría social, y que se perdió con la muerte de los escultores decimonónicos. Aunque de posterior construcción, sólo hay una referencia vegetal de una rama de olivo –realizada en altorrelieve-, en todo el cementerio de Villajoyosa. Se trata de una composición en mármol blanco, de la segunda mitad del siglo XX, en la que aparece una figura angélica alada, con rostro de infantil de niña, sujetando una rama de olivo. El olivo significa paz, lo que unido a la carga simbólica del ángel como mediador entre el mundo celestial y el terráqueo, quiere decir que se lleva el alma del difunto hacia la paz eterna. Perteneciente a finales del siglo XIX, existe un panteón de disposición cuadrangular, y estilo Neoclásico, que en el interior del tímpano de cada una de sus caras acoge diferentes representaciones de la emblemática funeraria, destacando: un reloj de arena alado; una lechuza en uno de sus lados; y en otro de ellos, una guadaña que corta una antorcha encendida. Su significado es claro: el reloj de arena alado significa que la vida es corta y que el tiempo vuela; la antorcha encendida es la vida, y la guadaña la muerte. Al encontrarse entrecruzados tiene un doble sentido. Por un lado que la muerte ha sesgado la vida de la persona enterrada en dicho panteón. Y en segundo lugar, que la llama que sale de la antorcha, simboliza la vida eterna, y al estar entrecruzada con la guadaña, su significado es que supera a la muerte. Por otro lado, la lechuza, -en la realidad de la naturaleza-, es un animal que puede ver en la oscuridad. Por lo tanto, su significado simbólico, sumado al ideograma anterior, reside en que el alma de la persona que falleció y se encuentra enterrada en el panteón, superó la muerte física, dirigiéndose hacia la vida eterna, atravesando las tinieblas y llegando a la luz espiritual de Jesucristo. Quizás el símbolo más antiguo relacionado con el cementerio nuevo de Villajoyosa, se halla sobre el arquitrabe del panteón de la familia Urrios. Y digo más antiguo, porque fue en 1898 cuando el Ayuntamiento aprobó la construcción de dicho panteón, cuyo proyecto le fue encargado al artista funerario de Alboraya José Zaragozá Martínez. En este caso aparece realizado en forja de hierro un reloj de arena alado, cuyo significado es “la vida es corta: el 22 tiempo vuela”, recordatorio del “tempos fugit” utilizado en la iconografía macabra medieval. Hay muchas representaciones del reloj alado en diferentes sepulturas del cementerio de Villajoyosa, tanto de gran tamaño, como de pequeño tamaño, siempre enmarcados por tímpanos, o círculos decorativos. Hay representaciones tan esquemáticas en cuanto a contenido simbólico, que nada más hay representado que una vara de adormidera, junto a un grupo de rosas a los pies de una crucifixión. Significa que tras el sufrimiento en esta vida, el espíritu del difunto alcanza el consuelo a través de la resurrección y de la vida eterna. Las amapolas también aparecen representadas en el cementerio, bien a título individual enmarcadas dentro de un tímpano; o bien en el centro de los brazos de una cruz latina. La amapola simboliza el sueño, pero a la vez al ser una flor inductora del sueño, como la adormidera, significa el sueño eterno. Adormidera, hiedra, laurel, rosas, y crisantemos están representadas conjuntamente en un medio-relieve cuyo significado radica en la base por la resurrección y la vida eterna de las rosas. Las hojas de laurel, victoria; el crisantemo blanco, verdad; la flor de muerto, aflicción; la hiedra inmortalidad y la adormidera, consuelo. Es decir, el lenguaje de las flores narra que la muerte es una verdad que produce aflicción, pero queda el consuelo de saber que el alma del difunto ha obtenido la victoria hacia la inmortalidad de la resurrección y de la vida eterna. La llama de la vida está representada en varias sepulturas, siempre como decoración en los laterales de los panteones, y acompañando a figuras angélicas o a coronas de rosas y pequeñas florecillas. Su significado estriba en la iluminación que se tiene del conocimiento sobre la vida eterna. Solo hay un caso en un panteón de la representación de la flor de lis, dispuesta en forma de cenefa, bajo un tímpano decorado con una corona de pequeño tamaño de la que parten lacerías. La flor de lis como elemento simbólico radica en la resurrección. Hay varias sepulturas decoradas con pequeñas coronitas de botones de azucena, cuyo significado es la petición de perdón. Sólo hay una representación de un crismón rodeado por una circunferencia insertada, a su vez, en el centro de los brazos de una cruz latina. El crismón hace referencia al principio y fin. Principio de la vida eterna y fin de la vida terrenal. El corazón de Jesús, también aparece representado en la emblemática funeraria del cementerio de Villajoyosa, sobre el crucero de los brazos de una cruz latina, en cuyo fuste longitudinal se yergue una vara de amapola. El corazón de Jesús en la emblemática cristiana significa el amor de Dios por los humanos, y, junto a la vara de amapola, el sentido es el amor de Dios tanto en la vida como en la muerte a través del sueño eterno. Una lápida realizada en mármol blanco, 23 recoge el fallecimiento de un niño de corta edad, con una simbología única en el cementerio de Villajoyosa, y muy curiosa y rara entre los cementerios de la provincia de Alicante, pues son muy pocos los vestigios de este tipo. Se trata de un pequeño reloj centrado en la parte superior de la lápida, que marca la “Hora fatal” de la muerte del infante difunto: las cuatro de la tarde. Igualmente, en la parte derecha de la misma, aparece grabado un calendario con el día de la muerte del pequeño: el 19 de marzo, día de San José. Ambos elementos están unidos por un ángel masculino de corta edad. Y en la parte izquierda de la lápida, existe la representación de un trébol. Este elemento floral, es muy curioso, pues tampoco es muy usual su representación en la emblemática funeraria, siendo su significado el de resignación. Es decir, resignación de los padres del pequeño fallecido, que fue trasladado al reino celestial por la figura angélica en la fecha fatal representada por el reloj con la hora de la muerte. Igualmente, existe una lápida también realizada en mármol blanco en el que aparece realizado en bajorrelieve un conjunto de dos figuras angélicas alrededor de un ataúd, con una leyenda inscrita en la que se puede leer: “Rezad un padre nuestro”. Y rodeadas en su parte posterior trasera por unas nubes de la que salen dos cabecitas infantiles. Desde la Edad Media existe la creencia de que las representaciones de cabezas eran las almas de las personas, que en este caso, estaban esperando ya al difunto en el mundo celestial, junto a las figuras angélicas que eran las acompañantes del fallecido hasta ese nuevo mundo. Y por último es muy destacable, la figura en medio-relieve de la justicia divina, con los brazos abiertos; rodeado por una nube de luz; y con un triángulo equilátero debajo de la cabeza, símbolo de la Santísima Trinidad, -tres personas en uno: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo-. Mientras que la nube de luz representa la luz del conocimiento, del entendimiento de lo que hay después de la muerte. Tras visitar el cementerio se inicia la excursión caminando en dirección al “pont de Sant Argil”, antiguamente conocido como el salt d´en Gil, que cruza el riachuelo denominado “Vila”. Continúa el camino pasando por delante de la “Roca Encantá” sobre la que los vileros cuentan ciertas leyendas. Se sigue caminando en dirección a la “Olivera Grossa”, un ejemplar con varios cientos de años, al que se deja a la derecha, para continuar un poco más hacia el Norte en busca de la “Torre d´Horta de Dalt”, una casona del siglo XVIIII, con torre anexa en la que se guarecían los campesinos cuando se producían los ataques corsarios para protegerse de los mismos. Muy cerca de la partida de San Antonio, pero ubicada en la partida de la Era de Soler, se halla la única vivienda fortificada característica de la arquitectura civil-defensiva 24 del siglo XVIII, levantada con una torre defensiva cuadrangular, para proteger a sus habitantes de las invasiones piráticas. La vivienda se caracteriza por presentar un plano rectangular, con dos alturas, donde se hallaban los habitáculos destinados a vivienda de sus propietarios. Todavía conserva actualmente el suelo originario, de barro cocido, color amarillento, decorado con estrígilas, que tenían una función antideslizante. Fue construida con materiales líticos de la zona para las paredes, y con cañizo para forrar la techumbre y actuar de cámara, entre las vigas de madera que sustentaban el techo, y las tejas curvas que cubrían exteriormente el tejado. El porche se abre al Mediterráneo vilero mediante dos grandes arcos de medio punto que siguieron el neoclasicismo de la época en que fue construida. Adosada a la vivienda, se encuentra la torre defensiva, de planta cuadrangular, realizada en piedra –a unión viva-, y que presenta en su base una puerta de acceso, y pequeños vanos en su parte superior. Junto al conjunto arquitectónico civil-defensivo, y frente al mismo, aunque un poco alejado de éste, se halla una balsa de riego de grandes dimensiones. Y más cercano a la torre, en uno de sus extremos fue construido un aljibe, también de piedra. Las partidas adyacentes a la ermita de “San Antonio” fueron desde la Edad Antigua y Edad Media lugar de tránsito hacia Finestrat, Alcoy y Cocentaina, hecho que dejó reflejado Quereda Sala. Igualmente como ocurrió en siglos anteriores, en 1547 continuó el trasiego entre Orcheta y Villajoyosa debido al pago de los impuestos, y dándole vida a esta parte de la huerta de la partida de San Antonio. El poblamiento de la huerta de Villajoyosa debió de concentrarse mayoritariamente, en la encrucijada de caminos, ubicada -ya en el siglo XVI-, en los alrededores de la partida de San Antonio, para que en el año 1533, el rey Carlos IV, concediera para Villajoyosa una feria anual de cuatro días de duración, que abarcaba desde la festividad de San Miguel, día 29 de septiembre, hasta el 1 de noviembre, día de Todos los Santos. En este momento histórico en que fue instaurada dicha feria convivieron en Villajoyosa tanto cristianos, como musulmanes y judíos, quienes estaban dedicados fundamentalmente a la agricultura, y labores artesanales. La investigación realizada por Juan Antonio Gallardo Valenzuela sacó a la luz la existencia de una primitiva ermita dedicada a la advocación de San Antonio Abad, ya en el año 1590. A lo largo de la Edad Moderna Villajoyosa sufrió altibajos en su economía. A pesar de las incursiones piráticas que ya venía sufriendo la población durante siglos anteriores, los primeros años del siglo XVII, resultaron positivos para la economía vilera, por hallarse en su término la “Taula del Peatge”, un lugar destinado para el pago de un impuesto 25 sobre las mercaderías, que fue trasladado a Orcheta por el gobierno foral en 1607, para favorecer la demacrada economía de esta población. Por lo tanto, si durante los primeros años fueron los habitantes de Orcheta y poblaciones asentadas en las montañas del interior los que se desplazaban hasta Villajoyosa, pasando por el diseminado de la partida de San Antonio, a partir de 1607, el paso continuó por las mismas tierras, pero en sentido contrario, hacia el Norte, como ya venía ocurriendo desde la Edad Media. En 1630, la documentación foral valenciana acredita la importancia que continuó teniendo Orcheta, tanto a nivel eclesiástico, como real y administrativo, y por tanto el paso por la partida de San Antonio permaneció siendo constante. La construcción del pantano fue otro de los condicionantes que concentró la población en la partida de San Antonio, debido a la demanda de mano de obra que absorbió a la población asentada en las proximidades de la obra arquitectónica. Las primeras peticiones para la construcción del mismo se produjeron en 1630. Pero la aprobación del mismo se produjo muchos años después, concretamente en el año 1653, mediante un privilegio otorgado por el rey Felipe IV, y expedido en el Real sitio de Aranjuez en 8 de Mayo, a favor de la villa de Villajoyosa. El documento cita que en 1653 el término de Villajoyosa contaba con tres molinos y tres hornos, y que una vez que el pantano estuviese construido, los vileros podrían construir todos los molinos que quisiesen bajo el pago de varios impuestos, lo cual iba a generar riqueza en la población y nuevos asentamientos en el territorio. De hecho, en el cauce del río Amatorio y lindando con la partida de San Antonio, hoy día todavía se conservan los vestigios de un antiguo molino denominado actualmente por “De Esteve”, entre otros. La ermita de San Antonio dependía directamente en el siglo XVII del convento de Agustinos de San Pedro y Santa Marta ubicado en Villajoyosa, por donación de la villa en 1607, permaneciendo hasta 1835 bajo la misma dirección eclesiástico-administrativa. José Quereda Sala recogió en su obra el paulatino incremento poblacional y urbanístico que se produjo a lo largo del siglo XVIII en Villajoyosa, y que conformó el desarrollo del caserío de San Antonio, así como del resto del territorio de Villajoyosa. El naturalista Antonio José de Cavanilles, a su paso por Villajoyosa describió como era la huerta que proveía de productos a la ciudad, y en la que existían construidas –en el último cuarto del siglo XVIII- 600 casas habitadas por la totalidad de 1200 vecinos, para todo el territorio de Villajoyosa. Vicente Castañeda y Alcover fue otro de los autores que conocieron de primera mano cómo era el término de Villajoyosa en el siglo XVIII, y que amplió la información ofrecida 26 por Cavanilles, destacando la existencia de “muchos caseríos”, -entre ellos el de la partida de San Antonio-, al igual que cita las torres construidas después de la expulsión de los moriscos para protegerse de las invasiones piráticas. De hecho, muy cerca de la actual “Ermita de San Antonio”, y ubicada dentro de la partida de la Era Soler, se halla el único vestigio –existente en la actualidad-, de casa fortificada con una torre cuadrangular, característica de la arquitectura civil defensiva del siglo XVIII. Un dibujo publicado en la monografía de Juan Ferrer Marsal sobre “La Marina de Alicante” permite observar la existencia del caserío de San Antonio junto a otras agrupaciones urbanísticas ubicadas en el término de Villajoyosa. Es este documento, el más antiguo que ilustra y documenta de la existencia del caserío de San Antonio en el siglo XVIII. La ermita de San Antonio Abad también sufrió cambios a lo largo del siglo XVIII, ya que se vio deteriorada por el paso del tiempo. Hasta 1910, la ermita de San Antonio dependía administrativamente de la parroquia de La Asunción, pero a partir del 31 de mayo de dicho año, la autoridad ordinaria diocesana publicó en el Boletín Oficial del Arzobispado la utilización de sus propios libros sacramentales. Juan Antonio Gallardo señala que la construcción del templo fue anterior a la del campanario. Concretamente en 1917, como reza sobre el arco ojival del pórtico, tuvo lugar la ampliación del antiguo eremitorio ubicado en la partida de San Antonio, que ya era ayuda de primera de parroquia. Su construcción es de estilo neogótico, propio de finales del siglo XIX. Se trata de un templo de pequeñas dimensiones, con un pórtico exento al que se accede por medio de tres vanos ojivales. La iglesia presenta planta basilical, con cúpula de media naranja, y una sola torre campanario de base cuadrangular. En 1949 fue realizada la capilla de San Miguel, como relata Vicente Tonda. En 2009 se cumplió el primer centenario de la entrega de las escuelas públicas de niños y niñas existentes en el caserío de San Antonio, que fueron sufragadas por el cirujano ermitaño Álvaro Esquerdo, y que ha investigado Vicente Márquez Galvañ. Pero fue en las últimas décadas del siglo XX, y primeros años del siglo XXI cuando “La ermita de San Antonio” ha visto cambiar su fisonomía, pasando de ser todavía un caserío durante la primera mitad del siglo XX, a un incrementado núcleo poblacional que ha ido configurándose durante el último tercio del siglo XX, como reflejo Quereda Sala. En la actualidad, ya se ha llevado a efecto parte del Plan de Ordenación Urbana que afecta al territorio de la partida de San Antonio, creándose una nueva carretera de circunvalación que permite el acceso a la misma desde La Ermita de San Antonio, mediante una rotonda de circunvalación y un paso elevado sobre la misma por la 27 que transitan los vehículos que utilizan dicha carretera. Debido a la creación de esta nueva infraestructura, tuvo que ser trasladada la antigua “Cruz de Piedra”, que señalaba el punto de la encrucijada de caminos que atravesaban la partida de San Antonio y que fue el origen y desencadenante del crecimiento poblacional y urbanístico de esta zona. Igualmente, en los últimos años se ha visto poblada dicha partida con la construcción de chalés o segundas viviendas de recreo, así como han tenido lugar reformas de antiguas viviendas ubicadas en el núcleo histórico del antiguo caserío, y el alzado de nuevos pisos. 10. Ruta: Puerto de Villajoyosa-Parque Censal-Museo Arqueológico de Villajoyosa. – Itinerario: Llegada al puerto pesquero de Villajoyosa. Recogida de los viajeros en la gasolinera de la carretera del centro de Villajoyosa. – Salida: El siglo XV fue de gran importancia para Villajoyosa. Debido a las incursiones piráticas constantes, la villa de Villajoyosa tenía un importante castillo y defensas. Su puerto fue uno de los principales puertos del reino de Valencia en el siglo XV, en el que a través del mismo, se embarcaba la producción de frutos secos y pasas procedentes de la actuales Marina baja y alta. En cambio, el puerto de Benidorm gozaba en aquel siglo de un carácter secundario. En el puerto de Villajoyosa atracaban embarcaciones que seguían un tráfico de cabotaje. Ligada a la actividad portuaria de Villajoyosa se hallaba el varadero o atarazana, cuya etimología todavía se conserva en una cala cercana al puerto actual. En la Edad Media el varadero de Villajoyosa era una instalación somera, aunque activa. Existe documentación constatable de que en el siglo XV, los carpinteros de ribera de Villajoyosa construyeron en la atarazana de Villajoyosa una embarcación para un dianense que quería ejercer como corsario. El encargo fue una fusta, es decir una embarcación de remos, de nueve bancos, que fue denominado “San Anthoni”. La licencia fue pedida por el marinero Miquel Segarra el 24 de abril de 1448 para ir a entrar en corso contra los moros enemigos de la santa fe católica. Dejando el puerto en dirección al centro de Villajoyosa, se camina por el paseo marítimo de la playa Centro, hasta llegar al parque Censal, que comunica la playa con la carretera que atraviesa Villajoyosa. Desde allí se accede a la calle Colón donde se encuentra el Museo Arqueológico de Villajoyosa, inaugurado hace escasos años y, que contiene los objetos arqueológicos hallados en los yacimientos de la población, abarcando un amplio periodo cronológico. 28 11. Ruta: Finca La Barbera de los Aragonés-Fábrica y museo de chocolates Pérez. – Itinerario: Llegada a la parada de autobuses de La Barbera. Recogida de los excursionistas en el aparcamiento de la fábrica de chocolates Pérez. – Salida: La casa-museo de La Barbera es la vivienda principal que en siglos anteriores perteneció a la familia Aragonés. El parque que la rodea actualmente fueron sus antiguos jardines. Esta vivienda responde a las construcciones arquitectónicas decimonónicas exteriormente. En su interior, se encuentran los objetos que pertenecieron a los miembros de la familia Aragonés que vivió en ella en el siglo XIX y XX. Se pueden contemplar tanto la loza, mobiliario y vestimenta de sus antiguos propietarios, así como una colección fotográfica de los mismos. Los actuales reyes de España en su visita a Villajoyosa saludaron a la población desde el balcón principal de su fachada. Desde la finca la Barbera, hasta la fábrica de chocolates Pérez hay un corto trayecto. Chocolates Pérez es una pequeña fábrica de chocolate dirigida por la tercera generación de la familia Pérez: Gaspar y Pere. Sus propietarios actuales la enseñan directamente y, en ella se pueden degustar y adquirir chocolates. 12. Ruta: Fábrica y museo de chocolates Valor-Casco histórico de Villajoyosa. – Itinerario: Llegada a la parada de autobús de la puerta de la fábrica de chocolates Valor. Recogida del personal en la carretera de Villajoyosa, junto a la esquina de la calle “Costera de la Mar”. – Salida: Visita al interior de la fábrica de chocolates Valor, seguido de la visita a su museo, que se trata de una antigua vivienda de planta baja y un piso de altura, típica de Villajoyosa, que fue acondicionada para servir como museo del chocolate. A continuación se atravesará la población de Villajoyosa hasta llegar a su casco antiguo, del que todavía existe un lienzo de muralla, que la cerraba junto a la antigua iglesia-fortaleza. Se visitarán las casas de colores, que la población mantiene en la actualidad como singularidad propia de la población 29 y, que en su momento se pintaron para que cada marino conociera desde el mar su domicilio. A lo largo de los siglos Villajoyosa fue invadida por piratas musulmanes: al amanecer del día 8 de marzo del año 1400. El 10 de marzo de 1400, dos leños de piratas moros desembarcaron en Villajoyosa. El 16 de septiembre de 1400 llegó una fusta de moros a Villajoyosa. El 18 de septiembre de 1402 llegó una galeota de moros a Villajoyosa. Y el 24 de agosto de 1421 desembarcaron dos fustas de moros en Villajoyosa. No solo llegaron piratas moros a La Vila, sino también portugueses: El 5 de abril de 1472 llegaron dos embarcaciones a Villajoyosa. En el año 1440 llegaron corsarios genoveses a Villajoyosa, así como provenzales. Nuevamente volvieron en 1462. Cuatro embarcaciones de piratas genoveses desembarcaron en Villajoyosa el 18 de octubre de 1443. Mallorquines y cartageneros: En 1441, fueron los corsarios mallorquines los que atacaron la costa de Villajoyosa (54). E igualmente invadió la ciudad de Villajoyosa el corsario cartagenero Martingo. También hubieron marinos dedicados al corso en el siglo XV en Villajoyosa: En Villajoyosa existió el oficio de corsario en el siglo XV, actuando fundamentalmente contra los ataques piráticos de los moros. Los vileros conocidos que desarrollaron el corso fueron: Esteve de Requena, Domingo Mingot y Antonet Goçalbo, Jaume Pascual, Pere Loret, Lluc de Llinares, Miquel Segarra, Cofre Setina. Algunos de los corsarios compatibilizaron el corso con el traslado de esclavos sarracenos al reino de Valencia. En el caso de Villajoyosa, un 0´3% se dedicaron a dicho tráfico comercial humano. El único caso conocido hasta el momento de Villajoyosa fue el caso del corsario Esteve de Requena, quién había capturado en 1412 18 sarracenos; y en 1414, otros 4. Villajoyosa fue en el año 1423 el lugar donde fueron apresados dos musulmanes que habían escapado del término de Pego y que no llevaban con ellos en el momento de su detención la licencia de “guiatge”. Sus rescatadores pagaron por ellos 240 florines. El siglo XVI comenzó para Villajoyosa con la revuelta de los agermanados en el año 1524 (99), viéndose en peligro su castillo. El 29 de junio de 1536, el castillo de Villajoyosa recibió el ataque pirático turco-argelino compuesto por una flota de 4 galeras y 30 galeotas y fragatas, dirigido por Zalá Arraez, rey de Argel. El daño que sufrió el castillo fue importante (102) y, en el año 1550, el virrey de Valencia aconsejó la fortificación del Villajoyosa. En 1555, los fueros recogieron la orden de fortificación de la muralla y castillo de Villajoyosa, amenazada por los moros enemigos de la fe católica, los que utilizaron la vetusta y fina muralla, en algunas partes semiderruida, para atacar a la población. En el asedio de 1536, los piratas turco-argelinos consiguieron entrar, saquear, robar, incendiar 30 y derrocar la vieja muralla. Conjuntamente con el castillo, el virrey de Valencia ordenó en el año 1585 que los atajadores del partido de Villajoyosa pasasen los avisos llegándose desde sus puestos de vigilancia costera, hasta el castillo de Villajoyosa llevando la información de los ataques de los sarracenos y corsarios. Los propios guardas del castillo eran abastecidos cada año con la cantidad de cuatro quintales de pólvora. El 9 de julio de 1536 tuvo lugar una incursión pirática turca, dirigida por el argelino Zalé Arraez (124). Dos años después, el 29 de julio de 1538, Zalé Arraez, al mando de los piratas turcos, volvió de nuevo a invadir Villajoyosa. Y por último en el año 1543, los turcos al mando de Sanchelibe, -sobrino de Barbarroja-, y Salah Raïs invadieron Villajoyosa, cuando los piratas venían de haber saqueado Rosas y Palamós. El castillo de Villajoyosa perdió sus murallas en el año 1709, pero su castillo continuó siendo vigilado por dos atajadores que controlaban el mar desde las calas del Alcocó, caleta del Alga, Coves y río Torres. Durante el siglo XVIII, la defensa de Villajoyosa dependía de la Corregiduría de Alcoy y, todas las actividades realizadas en Villajoyosa eran supervisadas y, emitidas las aprobaciones o denegaciones, desde Alcoy. 13. Ruta: Fábrica y museo de chocolates Clavileño-Casco histórico de Polop-Molí de Xirles. – Itinerario: Llegada y recogida en la puerta de la fábrica de Chocolates Clavileño. Salida en dirección Polop y llegada hasta el aparcamiento trasero del Atuntamiento de Polop. Recogida en el mismo lugar. – Salida: Visita al interior de la fábrica de chocolates Clavileño donde hay un pequeño museo en la primera planta junto a las oficinas. A continuación el autobús seguirá hasta Polop de la Marina, donde se visitarán la plaza de la fuente con sus múltiples caños. Sus casas tradicionales ubicadas en la base del cerro donde antiguamente estaba situado el cementerio en la parte más alta del mismo, hasta el año 1944 en que fue inaugurado el actual cementerio en la partida de La Creueta. Y para finalizar, el autobús llegará hasta el restaurante “Molí de Xirles” en la partida de Xirles, donde pasa el curso de un riachuelo de frescas aguas. La vida cotidiana de los habitantes de Polop durante el siglo XVIII giraba en torno a las costumbres religiosas: nacimientos, bodas, bautizos y defunciones eran el tema que estaba en boca de los polopinos. En Polop, a lo largo de los 31 siglos XVIII, XIX y XX, siempre hubo una oligarquía que dirigió la vida política, social y religiosa y que convivió con las restantes clases sociales, diferenciándose del resto de sus convecinos, especialmente en los ritos litúrgicos relacionados directamente con las costumbres. La población se enterraba en la iglesia de san Pedro. La iglesia contenía una sepultura común o vaso de enterramiento donde se iban depositando los cadáveres, sin ataúd. Tan sólo cuando quedaba explícito en el testamento, de que el finado había dejado cierta Estaba generalizado en este siglo, que los cadáveres fuesen amortajados con hábito de una advocación determinada. Todos, adultos – cuerpos-, y niños-albats-, quedaban registrados en los libros de defunciones, con su nombre completo y un número de referencia. Y a todos se les dio entierro en las sepulturas de la iglesia. En primer lugar, no existieron cementerios en los siglos XVII y XVIII anexos a las parroquias, por lo que a todos los parroquianos, – sin exclusión de clase social-, se les daba sepultura en el interior de las iglesias. Y en segundo lugar, las diferencias radicaban en la ubicación de los vasos de enterramiento. En Polop, -como se verá a continuación- existieron diferentes sepulturas: unas comunes a todos los feligreses; y otras específicas –fosas-, para individuos de elevado nivel económico y, para el clero. Además, Joaquín Fuster Pérez, especificó que la actual iglesia fue construida entre 1700 y 1733 (29). La documentación aparecida en los libros de defunciones del Archivo Parroquial de Polop hace referencia a enterramientos en la iglesia nueva en el año 1716, concretamente hacen referencia a la iglesia reedificada fuera del castillo, que señala en su obra José Sanchís y Sivera, y que fue terminada en 1733. Durante el periodo comprendido entre 1712 y 1746 hubieron muchos parroquianos de Polop que dispusieron ser enterrados en la iglesia de La Nucía, alternando estas sepulturas con las de la iglesia nueva de Polop, quizás porque prefirieron un lugar seguro para su enterramiento, mientras se terminaban las obras de la iglesia de Polop. La cultura funeraria polopina del siglo XVIII es muy rica en diferentes tipos de mortaja, o vestimenta funeraria, con la que se vestía al difunto para su tránsito al más allá. En primer lugar, la mayoría de los polopinos prefirieron el hábito de San Francisco, del hospicio de Altea, seguido del procedente de los Capuchinos, de Callosa d´En Sarriá. De la Virgen del Carmen. De San Agustín de Villajoyosa. De la Cofradía del Rosario de Polop. Con mortaja blanca; mortaja negra; mortaja de paño pardo; con sábana mortaja de lienzo; y mortaja de uso habitual en el vestir. La villa de Polop fue asediada por el cólera morbo en el siglo XIX. Pascual Madoz recogió entre 1845 y 1850 en su “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus 32 posesiones de ultramar” que Polop poseía 494 vecinos. Por lo tanto, que fallecieran en la epidemia de cólera morbo de 1855, 63 personas, resultó ser una cifra considerable para el volumen de la población. Los días de mayor incidencia de mortalidad fueron el 9 de agosto con 3 muertes; el 10 de agosto con 6 muertes; el 11 de agosto con cuatro muertes; el 13 de agosto con 6 muertes; el 14 de agosto con 2 muertes; el 16 de agosto con 4 muertes; el 18 de agosto con 4 muertes; el 20 de agosto con 4 muertes; el 21 de agosto con 3 muertes; el 22 de agosto con 4 muertes; el 25 de agosto con 3 muertes; el 26 de agosto con 3 muertes; y el 21 de septiembre con 2 muertes. Todos ellos fueron enterrados el mismo día de su muerte para prevenir el contagio entre la población. Polop, al igual que Finestrat, fueron asediados por el cólera morbo en 1855. En cambio, Benidorm no sufrió la incursión de la epidemia en este año. Lo que sí es característico a todas las epidemias de cólera morbo, tanto en Polop, como en el resto de las poblaciones de la Marina Baja donde se ha estudiado el caso, reside en que murieron más mujeres que hombres. 14. Ruta: La torre de Giraleix en el cabo de la Alcodra de Villajoyosa-Cala de Jaime Pérez-Cala del Bol ou. – Itinerario: Llegada en autobús a la playa del Charco de Villajoyosa. Subida al autobús en la playa del Charco y llegada al aparcamiento del hotel Eurotenis de Villajoyosa. Recogida en el mismo aparcamiento y, llegada a la playa del Paraíso, de Villajoyosa, donde se volverá a tomar el autobús. – Salida: En el siglo XIV la torre de Giraleix estaba comunicada con la torre de la Bombarda de Altea, por medio de señales de fuego. De emitir las señales se encargaron torreros que debían permanecer en la torre, vigilantes; mientras que los correos podían desplazarse para dar aviso bien a caballo o, mediante embarcación. Las torres costeras más antiguas cronológicamente hablando, ubicadas en la Marina Baja fueron las de Giraleix, conocida en aquella época por “la del Cap de la Alcodra de Villajoyosa”; y la del cabo del Albir, denominada “la torre de la bombarda”. La denominada torre de Giraleix o del “Charco”, está situada junto a la cala del Carrichal, ubicada a la derecha de la torre. A la izquierda de la misma se ubica la playa del “Charco”. El 16 de octubre de 1420, el vecino de Callosa d´En Sarriá, Gines Fira y, el lugarteniente de procurador de las Montañas d´En Sarriá, Bernart Cellés, dirigieron una carta a los 33 jurados de Villajoyosa, Alicante, Elche y, al alcalde y baile de Guardamar, solicitando la restauración de la vigilancia -en el cabo de la Alcodra y Peñas del Albir, en cuanto a los lugares pertenecientes al término de la Marina Baja-, hasta la festividad de Todos los Santos, comprometiéndose a pagar a los guardias la cantidad de dos sueldos por jornada. A continuación el autobús continuará hasta el aparcamiento del hotel Eurotenis desde donde se baja andando hasta la playa de la Caleta o de Jaime Pérez, abierta al Mediterráneo y con suelo de cantos rodados. El trayecto finalizará con la llegada del autobús a la playa del Paraíso, desde donde se accederá caminando a la playa del Bol Nou, ubicada entre dos cerros y, donde, en temporada estival se puede comer y cenar, sentados frente al mar, en un chiringuito. 15. Ruta del cólera morbo en Finestrat. De la iglesia parroquial a la ermita del Santo Cristo-Museo local. – Itinerario: Llegada hasta la carretera principal que cruza la población y recogida del personal en el mismo lugar. – Salida: Se recorrerá el casco antiguo de Finestrat, por las calles que acceden a la iglesia parroquial y, que rodeándola acceden hasta la ermita del Santo Cristo, antiguo cementerio de la población, exento de enterramientos de coléricos en el siglo XIX, para el que fueron creados dos cementerios alejados de la población en prevención del peligro de contagio. De las seis epidemias que asolaron a España en el siglo XIX, cuatro de ellas causaron la muerte en Finestrat: 1834, 1855, 1865, 1885. La primera de ellas, se propagó del 20 de septiembre al 24 de octubre de 1834, causando 92 muertos. La de 1855 atacó del 11 de septiembre al 31 de noviembre, y mató a 62 personas. En 1865 se extendió entre el 1 septiembre y el 31 octubre, falleciendo 77 afectados. Y en 1885 arrasó del 16 julio al 31 de agosto, y fue la que más defunciones causó, ascendiendo a 110. La incidencia entre la población de dichas epidemias decimonónicas fue la siguiente: 1834 (92 fallecidos del 20 septiembre al 24 octubre): 55 varones. 73 mujeres. 1855 (62 fallecidos del 11 septiembre al 31 noviembre): 23 varones. 25 mujeres. 14 párvulos. 10 niños. 4 niñas. 1865 (77 fallecidos del 1 septiembre al 31 octubre): 13 hombres. 31 mujeres. 33 párvulos. 21 niños. 12 niñas. 1885 (110 fallecidos del 16 julio al 31 agosto): 27 hombres. 58 mujeres. 25 párvulos. 8 niños. 17 niñas. Durante las cuatro epidemias de cólera morbo que afectaron a Finestrat en los años 1834, 1855, 1865 y 1885, el total de las 34 defunciones masculinas –adultos y niños-, conjuntamente fueron las siguientes: 1834: 55. 1855: 43. 1865: 34. 1885: 35. Mientras que para el caso de las defunciones femeninas-adultas y niñas-, las muertes fueron superiores: 1834: 73. 1855: 33. 1865: 43. 1885: 75. La Incidencia del cólera por sectores sociales en Finestrat (epidemia de 1865) es la siguiente: Agricultura: 22 labradores. 10 jornaleros. Ganadería: 2 tratantes. 1 pastor. Servicios: 1 alpargatero. 1 molinero. 1 estanquero. La epidemia del terror (1885) resultó la más virulenta e impregnó el terror en la mente colectiva. Los entierros se realizaban a escasas horas del fallecimiento trasladando los cuerpos al cementerio y dejándolos en la fosa común hasta que pasaran las 24 horas. Algunos coléricos no estaban realmente muertos, “resucitando” y produciendo historias de terror, trasmitidas a través de la tradición oral, por ser enterrados vivos: en Finestrat se produjo el caso del “Tío Mort i Viu”. Los últimos momentos del enfermo colérico se caracterizaban por: Pulso apenas perceptible. Latidos del corazón sumamente débiles. Temperatura cutánea de 32 grados. Frialdad del aliento relacionada directamente con la cutánea. Antes de morir el colérico quedaba sumido en un sueño profundo, y su cuerpo no reaccionaba. Apenas se producía la defunción, el cadáver era trasladado rápidamente al cementerio. Desde el fallecimiento a la inhumación tan solo se permitía transcurrir seis horas como máximo. El único utensilio empleado por los sacerdotes para certificar la defunción era un pequeño espejo que acercaban a la boca para comprobar si tenía aliento vital. Las Causas de mortalidad en la población femenina fueron: Las mujeres se hallaban expuestas las 24 horas del día al contagio. La enfermedad se trasmitía a través del agua, de las heces y vómitos. La población femenina se encargaba directamente de aplicar las medidas de asepsia en sus trabajos cotidianos: Limpieza escrupulosa de letrinas madres y corrales. Vertidos al mar de las aguas sucias. Barrer dos veces al día las fronteras de las casas. Traslado de ganado ovino, caprino y porcino a 1 Km., de distancia de la población. Prohibición de lavado de ropa en norias, balsas, acequias. Traslado del estiércol a terrenos privados y prohibición de verterlo en caminos públicos. Recogida de agua de pozos, aljibes y norias y consumo de la misma hervida. Limpieza escrupulosa de casas, plazas, mercados, y posadas. Extracción de basura y aguas sucias al carro de la basura para su traslado. Cuidado de los familiares enfermos. R. O. 11 julio 1866 establecía prevención y limpieza de conductos de aguas sucias, pozos, arroyos, corrales, patios, fuentes, calles, plazas y mercados, lugares frecuentados a diario por las mujeres para el desarrollo de las actividades domésticas Fueron contaminantes según la R. O. 12 junio de 1885: 35 ropa de uso, trapos, pieles, plumas, pieles de animales, lana, sedas, algodón, lino, cáñamo y papel que no procedieran directamente de fábrica. Objetos que a diario usaban las mujeres en sus tareas cotidianas. El cólera morbo tuvo una incidencia en el callejero urbano de Finestrat, durante la epidemia de 1885: Las calles que más defunciones concentraron fueron: San José (8). Tres Cases y Honda (7). De las Herrerías, de la Morera y Nueva (6). Figueretes y Del Castillo (5). San Cristóbal y del Colom (4). Del Herrero, San Antonio, San Miguel, de las Ollas, y Plaza Constitución (3). De la Sala, de la Sorda, de los Almirantes, de la Peña, del Mesón, y Fuente Carré (2). Partidas del Molino, Lloma y Bemenzo; calles: de la Murtereta, del Almacil, San Blas, de la Abadía, Santulario, Luceros, del Progreso, y Mayor. Destacan como curiosidades sobre el cólera morbo en Finestrat, el que: La Junta Municipal de Sanidad apremió al párroco en 1834 para que los entierros fuesen rápidos con motivo de evitar el contagio del cólera morbo asiático. El último enterramiento por cólera se produjo el 8 de octubre de 1834. A partir del 2 de noviembre de 1834, los entierros volvieron a realizarse según el ritual valenciano. Fue generalizado en la epidemia de cólera en 1834, que los coléricos no recibieran el viático por presentar un cuadro sintomático de vómitos, aunque sí la extremaunción. Durante la epidemia de cólera morbo de 1855 fueron habilitados dos nuevos cementerios de coléricos junto al cementerio parroquial. Éstos se hallaban en la partida “Tamarit” y “Dels Cremats”. Los muertos por cólera en 1855 fueron enterrados sin ceremonial eclesiástico como dicta el documento firmado por el cura ecónomo Francisco Martínez. El párroco, León Gadea, anotó en el Libro de Defunciones, que la invasión del cólera en 1865, se produjo el 5 de septiembre, pero en realidad el primer fallecimiento tuvo lugar el 1 de septiembre con el párvulo de cinco años Antonio Llorca. El cura regente de Finestrat en 1885, Vicente J. Roig dejó escrito que en septiembre de 1864 siendo cura de Finestrat, León Gadea, se sacó en rogativa la imagen del Santísimo Cristo para que cesara la “peste”, calificándolo como milagro. Pero dicho sacerdote erró en la denominación de la enfermedad, al igual como el año, porque no hubo peste en 1864, y la epidemia del cólera morbo se produjo en 1865. De modo que el párroco malinterpretó el nombre de la enfermedad y se confundió de año. La población de Finestrat contaba en 1881 con 743 vecinos. La invasión del cólera morbo en 1885 comenzó por la huerta de Finestrat según la información registrada por el párroco Vicente Joaquín Roig, que tomó posesión el 1 de enero de 1885. De nuevo en 1885, las autoridades civiles prohibieron la celebración de entierros con solemnidad ni con campanas, para acelerar las inhumaciones y 36 evitar el contagio. El certificado de defunción de la niña Clotilde Martínez Climent, ratificó que no se le hizo entierro por sospechar que murió de cólera y no de bronquitis. El párroco certificó en 1885 varios casos de muerte por cólera. El párroco Vicente J. Roig tenía un diario paralelo al Libro de Defunciones que dejó incompleto durante la epidemia de cólera de 1885. El presbítero José Miralles dejó constancia en los certificados de fallecidos por cólera en 1885, que los testigos de la defunción fueron los enterradores Manuel Climent y Tomás Llorca. Para finalizar se visitará el Museo Arqueológico y Etnológico de Finestrat, donde se encuentran los objetos aparecidos en los yacimientos arqueológicos de la población. 16. Ruta: Puerto de Altea-Iglesia parroquial en el casco antiguo. – Itinerario: Llegada del autobús al puerto deportivo de Altea y bajada del personal. Recogida de los excursionistas en el aparcamiento del auditorio de Altea. – Salida: El recorrido se inicirá en el puerto de Altea y a continuación se irá caminando hacia el casco histórico de Altea, en la parte alta, para visitar la plaza e iglesia parroquial. Altea existió territorialmente antes de la constitución de la carta de poblamiento en el año 1617. Su Historia estuvo vinculada a la Historia del territorio de “La Marina”, ya que así es como era conocido el espacio geográfico de la Marina Baja. De la existencia del puerto de Altea se tiene constancia de que en el año 1317 ya estaba trabajando, puesto que su concesión había recaído en un señor particular. Durante la Edad Media, el puerto de Altea tuvo un carácter secundario, junto con los puertos de Benidorm, Calpe y Moraira. Durante la Edad Media, Altea estuvo invadida por los piratas de procedencia diversa: musulmanes o moros, corsarios portugueses, piratas cartageneros, piratas genoveses, piratas granadinos-castellanos, piratas catalanes, piratas de Almería, piratas berberiscos procedentes de Túnez, Orán, Tremecén, Bugía, Argel y Honein. Altea ha tenido su propia historia como población, pero paralelamente ha participado de la historia del territorio de La Marina, junto a las poblaciones de Villajoyosa y Benidorm, las que fueron asediadas en primer lugar por las invasiones piráticas, desde el siglo XV. Los piratas atacaban las poblaciones para capturar a las personas y llevárselas prisioneras para su posterior venta en los mercados de esclavos del norte de África. El aviso para alertar de la llegada de invasiones piráticas a la costa de la Marina se denominaba “arrebato de moros” seguido del 37 grito “Moros en la costa”. Los cautivos que eran capturados por los piratas podían ser rescatados por dos entidades: A) La Orden de la Merced, entidad religiosa cuyos frailes se allegaban hasta los mercados de esclavos. B) La Redención de Cautivos, que se trataba de una entidad ciudadana y laica, la cual recogía el dinero en las iglesias y lo destinaba para la compra de los esclavos, al precio de 15 libras por persona. La procedencia de los piratas que invadieron Altea en el siglo XV fue: Moros del Norte de África. Moros del reino de Granada. Portugueses. Provenzales. Castellanos. Y la cronología de sus incursiones y desembarcos en el golfo de Altea fue el siguiente: 1438, 10 mayo. Desembarco de piratas moros en el golfo de Altea. 1447, 2 julio. Llegaron 3 fustas de piratas portugueses y provenzales a Altea. 1450. Piratas moros en Altea. 1451, 6 agosto. Desembarco de 3 embarcaciones de moros en el río de Altea. 1455. Llegaron a la torre de Altea dos fustas de moros. 1459, 24 agosto. Desembarco 2 galeras piratas castellanos en Altea. 1462. Los piratas moros fueron de Altea a Callosa d´En Sarriá. Según el testimonio de Abraham-Agel, alamí de Polop, que trabajaba en la reparación del castillo de Callosa, señaló textualmente: “quant vengueren les galeotes de moros a barregar Altea, lo qual dit magnifich en Pere Bou en sen porta de Altea el feu Catia seu”. Según demuestra Salvá, Pere Bou acudía con gente de Callosa a Altea para pelear con los corsarios y obligarlos a desembarcar, evitando que se adentrasen y saquearan otros lugares”. Durante el siglo XVI, periodo renacentista, las incursiones piráticas que asolaron Altea procedieron de Argelia y Turquía, fundamentalmente: 1526: los piratas argelinos saquearon Altea. “y deshabitado estaba también el lugar de Altea, porque si había siete casas, eran albergue de los que esperaban pasarse a Argel; estas esperas solían ser seis meses o más, según llegan las galeotas de los corsarios” (Salvá Ballester. P 85)”. 1529: “los corsarios estaban en Altea. Ya en 1529 suspendió un viaje Fray Bartolomé de los Ángeles al valle de Perpuchent, a donde tenía que ir para bautizar moros, porque había muchas naves y los corsarios estaban en Altea” (Salvá 87)”. 1547, 24 marzo: “salieron de la villa de pocos en pocos a correr el campo, y tomar Turcos, como quien va a caça de conejos, que assi lo suelen hazer. Y quando fueron al rio de Altea, descubrieron seys galeotas arrimadas a Cabo negrete. Y los Cristianos que desmandados yuan se ayuntaron y hizieron cuerpo: y fueron siete de caballo, y lvij peones. Y en esto estando vieron baxar de la tierra gran número de gente, y de hecho los acometieron, y rompieron, en que mataron xxjx. Dellos, y captiuaron lxxviij personas entre hombres y mugeres con pérdida de un solo Cristiano; y pues bien lo merecieron, el Uisorrey les hizo 38 merced de la presa, y entre ellos se la partieron”. 1554: desembarco en Benicarló y Altea. Exigen grandes sumas. 1586, 11 agosto: los piratas turcos arrasaron de nuevo Altea. En el año 1617 fue firmada la carta de poblamiento de Altea, villa alzada sobre la alquería de Bellaguarda y, el término de Albalat hasta el acantilado de Les Piteres y la Punta del Albir. El territorio interior de Altea estaba comunicado con Villajoyosa mediante la compañía de caballos, cuyo desplazamiento llegaba hasta Altea, en caso de asedio de los piratas, por mar. La compañía ecuestre estaba ubicada en Villajoyosa, y se componía de trescientos hombres. Pero el gobierno local de Villajoyosa no estaba de acuerdo en el asentamiento de la misma en la población. Por ello, en 1626 solicitó al gobierno foral el traslado de dicha compañía, por los inconvenientes que les ocasionaba. La compañía de caballos para la defensa pirática llegaba hasta el término de Altea: “Compañía de caualls si se ha de lleuar de Vilajoyosa, y mudar en altra part, sa Magestat ho remet al Lloctinent, y Capita general. Cap. LI. Item per quant la vila de Vilajoyosa no ha menester la compañía de caualls, que al present resideix en ella, pera la custodia de la marina; per tenir con te pus de trescents homens de pelea, y naixer tots los rebatos de Moros de la vila de Altea, y Benidorm, que disten dos llegues de Vilajoyosa, les quals ha de correr dita compañía, y quant arriba a dites dos viles, no pot fer efecte, per estar ya cansat los caualls, y per esta raho tenen loch los Moros de causar los danys que acostumen, y tornarse a ambarcar a lo son faluo;”. Villajoyosa pidió que la compañía de caballos fuese instalada en Altea, pero fue trasladada a san Juan y, posteriormente de nuevo a Villajoyosa: “Suplica pero a V. Magestat lo dit Estament Real, sia seruit ab acte de la present Cort, de prouehir, y manar que la dita compañía de caualls, sia llevada, y treta de la dita Vilajoyosa, y posada en la de Altea, o en altre puesto que pareixera mes conuenient, y a proposit. Sa Magestat ho remet a son Lloctinent, y Capita general, para que sobre aço prouehisca lo que mes conuinga”. En el siglo XVIII, Según Cavanilles, el castillo de Altea defendía la ensenada del Albir, mediante cuatro cañones, dos de ellos apuntaban hacia la propia playa del Albir y, los dos restantes hacia Cap Negret. Vivían en Altea 1200 vecinos, todos labradores, excepto unos 300 matriculados en la Marina Real”. 39 17. Ruta: Museo del Calvari de Benidorm-Iglesia parroquial de san Jaime y mirador sobre la playa del Mal Pas-Cementerio antiguo de Benidorm. – Itinerario: Llegada a la plaza de Sus Majestades los Reyes de España, delante del Ayuntamiento de Benidorm, desde donde se bajará para ir caminando por el casco antiguo de Benidorm. Recogida del grupo en cementerio de la virgen del Sufragio de Benidorm. – Salida: En primer lugar se visitará el “Museo del Calvari”, para continuar la ruta hacia la parroquial, lugar de enterramiento de los cadáveres en Benidorm hasta el siglo XIX, en que fue construido el primer cementerio, donde terminará la excursión. El contenido de la misma es el siguiente: Con la invasión francesa de 1812 fueron extraídos los cadáveres de las sepulturas de la iglesia parroquial para arrojarlos al agua por el barranco de la playa del Mal Pas. El historiador y jurista Pedro María Orts Berdín relató cómo Benidorm sufrió la invasión de las tropas francesas durante la “Guerra de la Independencia” en 1812: “(…) refieren los viejos, que la guarnición del castillo violó las sepulturas de los que descansaban en las criptas de la iglesia terreno adyacente, y se entretenían arrojándolos al agua, acompañando sus ejercicios con dianzonetas y gracias de mal género, obligando después a los vecinos a recoger aquellos restos humanos con gran trabajo y darles sepultura cotidiana (…)”. Hubo en la población un primitivo cementerio perteneciente al hospital. Se ha podido comprobar de la existencia de un hospital en Benidorm, que fue creado por Jaime Orts en el siglo XVIII, y que se mantuvo hasta la primera mitad del siglo XIX. Jayme Josef Orts fue alcalde del municipio en 1732, por lo que se puede presuponer que el hospital fue creado a partir de esta fecha. Según Orts Berdín, el hospital albergó a pobres, enfermos y transeúntes, hasta que fue permutado por otra propiedad, y fue derribado, no especificando si cayó por sí mismo o porque lo echaron abajo. Por otro lado, Antonio Yañez, señala que en la calle de las Herrerías, entre Emilio Ortuño y Plaza del Dr. Fleming “(…) siglos atrás, en este mismo lugar del “Carrer Ferreries” se encontraba el primitivo cementerio (…)”. Las Reales Ordenes de 21 de febrero de 1846 y de 19 de marzo de 1848 impidieron los enterramientos en el interior de los hospitales que se hallaban en el interior de las poblaciones. Por lo tanto, se puede presuponer que este cementerio pertenecía a dicho hospital, y que desapareció coincidiendo cronológicamente con la promulgación de 40 las leyes que lo abolían a mediados del siglo XIX. El cementerio de Benidorm era conocido en 1804 como “de la foia del Bol”, por el topónimo del lugar en que se hallaba. Antonio Yañez cita la situación geográfica del primitivo cementerio de la Foia del Bol por la documentación hallada en protocolos notariales. El dato más antiguo que lo atestigua procede del año 1804 (128): “(…): Pedro Llorca, labrador, vende a Francisco Thous una tierra de regadío en el “Campo Santo”. Linda con camino de la Foyeta (…)”. La zona del cementerio de la Foia del Bol era conocida por “Barrio Santo” o “Covetes del Moro”: “(…): Ángela Llinares permuta una casa en el “Barrio Santo” o “Covetes del Moro”, por otra en el mismo barrio. Se conocen como Covetes del Moro más de dos o tres pequeñas cuevas escondidas por la mitad de la calle Marqués de Comillas, en el paraje denominado La Facció, que hoy situaríamos entre las calles Avenida de Los Almendros, al E; Marqués de Comillas, al S; y Almadraba –Plaza de España-, hasta llegar a Tomás Ortuño. Desde la Plaza de España hacia el centro de La Facció hubo un sendero que conducía a la Foia del Bol y La Foyeta. Hos hallamos pues en las cercanías del cementerio viejo (…)”. Benidorm aplicó rápidamente la legislación en materia de cementerios. De hecho, como ya se ha visto, en 1804 ya hay referencias de la existencia del cementerio de la Foia del Bol. El terreno elegido para la construcción del cementerio estaba ubicado en un pequeño montículo del arrabal (144): “(…) situado en el Poblado de esta Villa y Arrabal nombrado el Camposanto lindante (…) por delante de la playa del Mar (…)” Un lugar que se adaptaba a las exigencias de la Circular de 26 de abril de 1804, emitida por Carlos IV, en cuanto a que fuera una zona abierta. Pero no hay constancia de que su interior contuviese una zona para párvulos, otra para clérigos y ora para sepulturas de distinción en las primeras décadas del siglo XIX. De lo que si existe constancia desde el 29 de agosto de 1831, es de que las personas que no tenían recursos económicos para sufragar los gastos del entierro recibían la denominación de “Amore Dei”, y éstos eran asumidos por la parroquia: “(…) Gaspar Llinares. Cuerpo Amore Dei 212. En la Parroquia de Benidorm y su Cementerio día veinte y nueve de Agosto de mil ochocientos treinta y uno se dio sepultura eclesiástica Amore Dei, pasadas veinte y cuatro horas, del cadáver de Gaspar Llinares que falleció hayer con los santos sacramentos, consorte de Josefa Llorca, de que certifico. D. Agustín Galiana (…)” Cuando el difunto tenía un patrimonio económico que le permitiera sufragar los gastos del entierro, el párroco así lo hacía constar en la partida de defunción: (…) Manuel Orts. Cuerpo 224. En el Cementerio de Benidorm día dos de septiembre de mil ochocientos treinta yuno, se 41 dio sepultura eclesiástica, pasadas veinte y cuatro horas, al cadáver de Manuel Orts, que falleció ayer con los santos sacramentos, consorte de Vicente Ballester e hijo legítimo de Antonio y de Josefa García. Ho testó y se obligaron a pagar los gastos funerales de que certifico D. Agustín Galiana (…)”. Posiblemente, los cuerpos “Amore Dei” fueran enterados en una zona determinada diferente al de los cuerpos que podían sufragar los funerales. En 1865 las fuentes documentales del Archivo Parroquial, demuestran que ya existía un grupo de nichos numerados en el cementerio: (…) se dio sepultura eclesiástica en el nicho número 34 sin funerales al cadáver de María José Cortés, de veinte años, natural y vecina de esta parroquia, que falleció a las tres de la madrugada de cólera (…)”. El 8 de noviembre de 1865 fue enterrada Rosa Ribes en el número 39, a la edad de 24 años, y también fruto del cólera. E igualmente, el 11 de noviembre de 1865, Josefa Llorca fue enterrada en el nicho número 42, a la edad de 20 años, de cólera. Las últimas referencias de ocupación de nichos aparecen registradas el 15 de noviembre de 1865 con el cuerpo de Vicenta Vives que “(…) fue colocada en el nicho número 46 (…)”. Parece ser, por la inexistencia de datos existentes -tanto en el Archivo Parroquial, como en el Municipalque en Benidorm no hubo un cementerio de coléricos, como en otras ciudades, puesto que las referencias geográficas que remite Antonio Yáñez, de forma anecdótica, -con relación a lo que él denominaba epidemias de peste, a mediados del XIX- se referían concretamente al cólera morbo, puesto que en Benidorm no hubo peste en estas fechas que él indica: (…) A mediados del siglo XIX, con motivo de las epidemias de peste, se enteraba a los enfermos incluso sin comprobar si realmente habían expirado. Se dice que por aquella época un antepasado de José Bayona, que habitaba en una casa en La Facció, fue despertado a medianoche por José Rigores El Muerto”, a quién habían enterado aquella tarde (…) es útil como muestra de lo cercana que estaba La Facció del Cementerio (…)”. En 1864, el cura párroco solicitó al ayuntamiento la reparación de una parte del muro de cerramiento del cementerio, el cual se había derrumbado por unas fuertes lluvias que asolaron Benidorm durante las noches del 7 y 18 de abril. Y aquí es donde se puede presuponer que los cuerpos “Amore Dei” serían enterrados sin caja, en el suelo, porque el agua arrastró la tierra y dejó al descubierto los restos humanos: “(…) a causa del aguacero e inundación sucesiva que había sufrido ese término dejando a merced de los animales dañinos los restos morales de los que allí yacen (…)”. Igualmente en este documento se puede observar como fue el cura párroco el que solicitó ayuda económica del ayuntamiento. Esto se debía a que era 42 un cementerio parroquial, donde todos los gastos debían de correr a cuenta del ayuntamiento, -como ya se ha visto en el artículo 50 de la Ley Municipal de 21 de octubre de 1868: “(…) que el motivo de ponerlo en conocimiento de la autoridad es porque se veía en la imposibilidad de reparar el daño de los fondos de fábrica en atención a no contar en la actualidad más que con atrasos, según podía verse por los documentos que estaba dispuesto a exibir; en vista de lo cual y de la perentoriedad y vigencia del caso, lo pone en conocimiento de la corporación (…)” En 1882 volvió a cambiar la normativa sobre cementerios y el de la Foia del Bol, quedaba muy distante de las nuevas exigencias. Por lo que a partir de ese momento, las autoridades municipales deberían analizar la situación del mismo y decidieron ensancharlo. El cementerio de la Foia del Bol formó parte de los 200 nuevos cementerios que se originaron en España durante el periodo de 1886 a 1888. Ramón Llorens Pastor cita que el medio de comunicación El Canfali publicó en 1887, que Benidorm tenía la necesidad de la construcción de un nuevo cementerio o bien de un ensanche del mismo. Y para ello fue establecido un reglamento para la conservación, administración y cuidado del cementerio. Se conoce, -la realización del ensanche-, a través del jurista e historiador Pedro María Orts Berdín, que hizo una descripción del mismo (156): “(…) por último, el ensanche del cementerio estableciendo depósito de cadáveres, capilla, panteones, nichos, andenes, arbustos y flores, que hacen digna la morada de los muertos (…)”. Reza todavía en una lápida ubicada en la actualidad en el interior de la capilla del cementerio –que en el siglo pasado funcionó como sala de autopsias y depósito de cadáveres-, que el camposanto de la Foia del Bol fue inaugurado a las nueve de la mañana del sábado 12 de noviembre de 1887 con la inhumación del cadáver de Vicenta Pérez de Zaragoza. El filólogo Pasqual Albiñana recogió por referencias documentales que en 1893 el cementerio pertenecía al pueblo: “(…) 1893. Partida Foia del Bol. Cementerio 4489 m. Propietario el pueblo (…)”. Una visita pastoral realizada en 1895 descubrió como era el cementerio: “(…) está administrado por el Ayuntamiento, tiene división departamental para párvulos, adultos y sacerdotes (…)”. Y se conoce por un acta del ayuntamiento que en 1897 el cementerio tenía un funcionario que ejercía el cargo de conserje cuyo nombre era Jaime Galiana, cargo que continuó ejerciéndose también a principios del siglo XX. Durante las primeras décadas del siglo XX, el cementerio de la Foia del Bol, necesitó de nuevo una ampliación y en 1902 se procedió a su desmonte (161): “(…) y a Domingo Botella nueve pesetas, importe de seis jornales invertidos en el desmonte de la zona 4º del cementerio municipal 43 (…)”. A partir del 5 de enero de 1902, el Pleno del Ayuntamiento aprobó abonar el gasto del ataúd de los cadáveres pobres de solemnidad (162): “(…) El Sr. Presidente manifestó que el día dos del actual falleció el vecino de esta Francisco Berenguer Aznar trabajador honrado dejando en la mayor pobreza a su viuda e hijo, imposibilitada de poderle costear una caja para su enterramiento y como sea que el respeto que inspiran los restos humanos y la higiene pública exige, obliga a los cadáveres que, vayan cubiertos en su caja mortuoria. El Ayuntamiento fundado en lo expuesto por el Sr. Presidente y el que casos como el de referencia son raros en esta villa acordó autorizar al Sr. Alcalde para que tanto en el presente como en los que ocurran en lo sucesivo pongan con cargo al capítulo de imprevistos el valor de las cajas mortuorias (…)”. De la fabricación de este ataúd se encargó Simeón Ferrer Pérez, a quien el Ayuntamiento le abonó quince pesetas por su importe.
Categorías:Alfaz del Pi, Altea, Benidorm, Benidorm / deportes, Callosa, Finestrat, La Nucia, L’Alfàs del PI, Polop, Villajoyosa













Debe estar conectado para enviar un comentario.