Abrir en navegador Encarni Bao AguirreLunes 27 de octubre de 2025 Guerras dentro de las guerrasHola, Manuel: Como saben los lectores, Donald Trump decretó ‘la paz’ en Gaza. El momento sería ideal para que la prensa internacional pudiera acceder a la Franja y dar testimonio de la buena nueva. O de todo lo contrario. El plan de Estados Unidos no consigue superar la primera fase; después de la liberación de los rehenes israelíes vivos, el alto el fuego solo lo es de nombre. Continúan los asesinatos de civiles gazatíes y en Cisjordania la ofensiva de Israel no da descanso. Es una suerte que Washington se oponga a la anexión del West Bank, aprobada incluso en primera instancia por el Parlamento hebreo. Pero ¿cómo es posible que colonos, con la protección de soldados, expulsen cada día a familias palestinas de sus casas y tierras si no es con la bendición del ‘amigo americano’?’Bibisitting’Parece que ha cesado ya el desembarco de altos cargos estadounidenses en Israel. El doble mensaje debería haber quedado claro: EE UU no tolerará intentos israelíes de hacer colapsar la tregua y culpar de ellos a Hamás. Esto va dirigido a Benjamin Netanyahu, ‘Bibi’ para sus amigos. También hay palabras para la milicia palestina, que debe seguir el juego o será aniquilada. Así se trata de facilitar al primer ministro hebreo espacio político frente a los ultras de su Gobierno. Lo que se ha llamado ‘Bibisitting’ arroja de momento más sombras que luces.Camellos en el desiertoSí, Bezalel Smotrich se desdijo de unas palabras muy ofensivas hacia Arabia Saudí. Si nos quieren imponer un Estado palestino, bramó el ultraderechista ministro israelí de Finanzas, «diremos ‘no’, y que ellos sigan montando camellos en el desierto». Supremacismo en estado puro. Algunos analistas le bajan los humos con datos. Por ejemplo: el metro de Riad tiene 85 estaciones en seis líneas y la velocidad es de 40 kilómetros hora. El tren ligero de Jerusalén, 35 paradas, una línea y viaja a 17 kilómetros hora por un trazado en superficie que complica el tráfico en la ciudad. En realidad, un camello, que puede alcanzar los 40 kilómetros hora, sería más rápido.Previsor KushnerEl enviado para Oriente Próximo de Trump, Steve Witkoff, y el yerno presidencial, Jared Kushner, lideraron el desembarco estadounidense en Israel. Hace tiempo que se conocía el interés de Kushner por la zona costera de Gaza, a la que veía infinitas posibilidades. Y no ha estado mano sobre mano. Según reconoció públicamente Witkoff, su compañero inversor «lleva dos años trabajando» en la reconversión de la zona. ¿Antes incluso de que se produjera el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023?Fuerza estabilizadoraEl plan de Trump prevé una fuerza internacional de estabilización para Gaza pero no será sencillo conformarla. Se recordará que ni Arabia Saudí ni Emiratos estuvieron presentes en la cumbre de Sharm-el-Sheij en la que se firmó ‘la paz’. Ambos piden a EE UU que adopte una línea ‘dura’ con Hamás, Catar y Turquía. A menos que la milicia se desarme por completo, las monarquías no pagarán la factura de la reconstrucción. Ambos países árabes querrían liderar el proceso y dejar de lado a turcos, cataríes y también a Egipto. Washington, sin embargo, prefiera tener a estos tres controlados en la Franja, y no que faciliten el rearme de Hamás por la puerta de atrás.Salir de IsraelDe esto poco se habla, pero a nadie se le oculta que Israel no saldrá indemne de dos años de ofensiva de exterminio en Gaza. ‘Le Parisien’ da cuenta de que la emigración desde el país de Netanyahu alcanza cifras récord. 192.000 personas se marcharon entre principios de 2022 y agosto de 2024. Según un informe del Comité de inmigración y absorción del Parlamento hebreo, es la mayor pérdida de capital humano nunca registrada en tan poco tiempo.Detrás de este movimiento se sitúan la crisis política en Israel, las protestas masivas por la deriva autoritaria del Gobierno, la creciente influencia ultraortodoxa y, finalmente, los atentados del 7-O. El presidente del comité parlamentario, Gilad Kariv, habla de «tsunami» y verdadera amenaza estratégica para una sociedad fracturada ya antes de la guerra en Gaza. Tel Aviv y Haifa son las mayores ciudades emisoras de emigrantes.Europa lo puede hacer mejor El próximo febrero, la guerra en Ucrania cumplirá cuatro años. Un país de 144 millones de habitantes pretende apoderarse de un vecino de 39 millones. La aventura le habría costado ya al agresor 700.000 millones de dólares, según datos del Instituto Kiel. La víctima, absolutamente dependiente de la asistencia exterior, habría destinado la mitad. La ayuda que los ucranianos reciben de Europa equivale al 0,2% del PIB del continente. Seguro que se puede hacer mejor. Seguro que la Comisión Europea puede perfeccionar su propuesta para canalizar hacia Kiev los miles de millones de activos rusos congelados, operación ahora paralizada por las dudas de Bélgica. Seguro que es posible aprovechar el giro de Trump, que ahora se ha decidido por sancionar a las grandes petroleras rusas, para disgusto de sus amigos en Hungría y Eslovaquia.¿Se equivoca Putin?Es posible que la última llamada de Vladímir Putin a Donald Trump solo pretendiera frustrar una posible venta de misiles Tomahawk a Europa, que los entregaría a Ucrania. Pero estos proyectiles tampoco son mágicos. Proporcionarían distancia de ataque a plantas rusas de producción de drones y misiles balísticos. Pero para una sola operación, Kiev necesitaría más de un centenar de Tomahawk, más de los que podría lanzar en una sola salva y seguro que más de los que dispondría. En lugar de que los europeos paguen por estas armas, la financiación puede destinarse al sistema industrial ucraniano, a la producción nacional.Puede pensarse que, en su estrategia de seducción, el autócrata ruso, esta vez, se pasó de frenada. Cuando explica por qué se decidió finalmente por rigurosas sanciones a Rosneft y Lukoil, el presidente de EE UU no esconde su frustración por el inmovilismo del Kremlin. En las últimas horas, camino de Seúl en su gira asiática, Trump se ha dolido de la prueba de un misil nuclear ruso.La urgencia con la que Putin envió a Washington a su asesor económico Kirill Dmitriev trasluce nerviosismo. Durante el fin de semana, Dmitriev ha podido inundar las televisiones estadounidenses de zafia propaganda, y sugerir que son los ucranianos los que bombardean sus propias guarderías. De momento, nada que pueda ilusionar a Trump. |