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Ábalos: «No me eché atrás, pero una cosa es colaborar con la Justicia y otra incriminarme»

Ábalos: "No me eché atrás, pero una cosa es colaborar con la Justicia y otra incriminarme"

Leopoldo BernabéuPolítica

José Luis Ábalos ha optado por explayarse en una larga entrevista para Vozpópuli y Leo Radio, una emisora local de Benidorm, adonde se ha desplazado desde Valencia. El ex dirigente socialista, imputado en el Tribunal Supremo por el presunto cobro de comisiones procedentes de la adjudicación a dedo de contratos públicos, sigue manteniendo la tesis de que su calvario judicial y su ostracismo social responden a un fin político, en concreto el de desgastar al Gobierno, y cree que no se le perdona su contribución a la victoria de Sánchez en las segundas primarias del PSOE ni su papel principal en el éxito de la moción de censura. «Sobre ambos hechos, hay sin duda un propósito deliberado de deslegitimación», asegura.

Pregunta. ¿Siente que le han amargado el futuro?

Respuesta. Bueno, mi futuro ya es limitado, es el que es, yo de hecho estaba de absoluta retirada, por lo tanto a mí lo del futuro me preocupa menos. Lo que más me ha dolido, sin embargo, es que se pretenda negar todo mi pasado, y con ello 45 años de trayectoria política.

P. Usted fue el ministro que acabó con los peajes. Por ejemplo, el de la AP-7.

R. Sí. He venido a Benidorm desde Valencia sin pagar nada. Y eso me ha hecho recordar precisamente las muchas presiones que tuve entonces por los interesados en que se renovaran los peajes. Esto había sido lo habitual hasta ahora. En España, todos los ministros, todos los gobiernos renovaban las concesiones. Entonces, yo me encontré con que las concesiones iban venciendo y las presiones aumentando. Hay veces que me pregunto si haber ignorado esa presión no será otro elemento que explica que yo esté sufriendo todo esto. Hablamos de negocios muy grandes.

P. Es una buena reflexión.

R. Me llegué a plantear que si no conseguía el fin de los peajes, yo estaba dispuesto a dimitir de ministro. No me podía permitir ser un ministro valenciano que, teniendo la oportunidad de poner fin al peaje en la AP-7, no lo hiciera. Y la verdad es que cuando pienso en esta campaña de deshumanización que sufro, me pregunto si en el fondo de esa estrategia subyace el propósito de ensombrecer toda mi gestión al frente del Ministerio. Y puestos a reivindicarme, esta semana vi el debate en el Senado en torno a la AP-9 de Galicia. Yo fui el que puso en marcha las bonificaciones de esa autopista. Y, desde entonces, los ciudadanos, especialmente los gallegos, se han ahorrado muchísimo dinero. Pero el PP, que ha gobernado Galicia, que ha tenido ministerios, que ha tenido ministros gallegos, fue incapaz de abordar esa bonificación. Y yo lo hice siendo Feijóo presidente de esa comunidad autónoma. Él sabe lo que luché por ello. 

P. ¿Siente la necesidad de reivindicar su legado político y público? 

R. No es eso. Pero ahora que me toca revisar los elementos del proceso judicial, lo que más me afecta es la negación del pasado. Me genera incluso una cierta crisis de identidad. Porque evidentemente, con esta campaña tan deshumanizadora, que básicamente va a la reputación de uno, pues hasta uno mismo se ve afectado y acabo preguntándome si realmente seré así. Me pasa incluso hasta con mi familia, que me conoce y sin embargo me llega a preguntar: “¿Pero tú te has llevado algo?”. Tienen hasta la duda.

P. ¿Está decepcionado?

R. Evidentemente. Estoy muy decepcionado de muchas cosas. Decepcionado de muchas cosas colectivas. Aunque también hay decepciones personales, obviamente. Pero sobre todo la decepción es con los propios procesos políticos, las organizaciones, las instituciones. Es toda una crisis de pertenencia que tengo después de haber estado décadas en el PSOE. A mí me han expulsado de todo, y al único que no quiero traicionar, al único que no quiero decepcionar, es al chaval de 16 años que se metió en política en pleno franquismo. Por lo tanto, nadie me va a sacar de mi pensamiento, de mis valores. Y diré más, me siento más de izquierdas ahora que antes. Nadie me va a sacar de este terreno, porque sería mi autodestrucción.

P. ¿Cree que no vive en un Estado de Derecho de plenas garantías?

R. Con lo que estoy viviendo, uno se da cuenta de que hay determinados niveles de poder. Unos son los formales, pero sobre todo están los informales, los que no aparecen, los que no dan la cara, los que siguen manteniendo el control en este país. Pese a todos los años de democracia que tenemos. Y observo que yo que he defendido mucho la calidad democrática, la institucionalidad, pues ahora me doy cuenta de muchas fallas, de muchas. 

Con esta campaña tan deshumanizadora, que básicamente va a la reputación de uno, pues hasta uno mismo se ve afectado y acabo preguntándome si realmente seré así. Me pasa incluso hasta con mi familia, que me conoce y sin embargo me llega a preguntar: “¿Pero tú te has llevado algo?”. Tienen hasta la duda

P. Usted ha asegurado sentirse un presunto culpable.

R. Yo lo único que digo es que de los derechos que tanto nos ha costado ganar, uno fundamental es la presunción de inocencia. Y pido que se respete, simplemente eso. Pero, en mi caso, el que yo tengo es el principio de culpabilidad. Lo tengo en todos los niveles. El de inocencia en absoluto, nunca lo he tenido. 

P. ¿Se cumple eso de que una vez caído te repudian todos los que antes te adoraban? 

R. Bueno, está claro. Yo nunca he tenido un amparo de nadie y esto me ha acompañado toda mi vida. Yo he tenido siempre un sentimiento de orfandad grande. No he tenido padrinos políticos. He ganado y he perdido y estoy muy acostumbrado en política a caer y a levantarme.

P. ¿Cree que lo que le está pasando a usted también le ocurrirá a otros altos cargos que ahora están en la cúpula del PSOE y del Gobierno cuando ya no estén? 

R. Bueno, yo no lo sé, ni quiero prejuzgar, esto le puede pasar a cualquiera que tenga una responsabilidad y además se haga notar. Aquí el problema es hacerte notar. Y lo que subyace también es un mensaje muy peligroso para la democracia y para el compromiso político, de tal modo que siempre nos podrá llegar a la memoria aquella frase atribuida al dictador: “Haga como yo, no se meta en política”. Porque la gente empieza a tener clara la percepción de que meterse en política no va bien, no tiene buenas consecuencias.

P. ¿Se siente responsable de haber contribuido a un proyecto político que defendía la inconstitucionalidad de la amnistía dos días antes de las últimas elecciones generales y luego acabó promoviéndola?

R. Podría decir que en política todo es oportunidad, que no oportunismo, no hay que confundir. Pero es evidente que la conformación de mayorías se ha de hacer sobre lo que hay, sobre el resultado que arrojan las urnas. También ha habido posiciones del Partido Popular, recuerdo, como cuando se pasó del ‘Pujol, enano, habla castellano’, a de pronto negociar con CiU lo que hiciera falta. Muchas veces en política los pronunciamientos tan firmes o tan rotundos se han de dar solo cuando se piensan mantener. Yo también he incurrido en ese error. No me quiero librar de nada.

La posibilidad de que gobierne la derecha, con sus actuales planteamientos, creo que no tiene recorrido, porque entiendo que si ellos parten del análisis de que hay una situación muy delicada del Gobierno, lo que deberían erigirse es como alternativa, pero no como un instrumento de desgaste más. Los españoles no quieren vivir en la tensión

P. ¿Su gran momento fue la defensa de la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno?

R. Si es así, ahora se pretende limitar aquella moción de censura a la corrupción y a aquella sentencia del juez De Prada. Pero no fue así. Realmente el problema de aquel momento era la minoría parlamentaria que tenía el PP, después de que Ciudadanos le negara ya el apoyo. Por lo tanto, era un Gobierno que estaba en absoluta minoría, más allá de la corrupción, más allá también incluso de su incapacidad para afrontar el conflicto que tenía en Cataluña. Era su debilidad parlamentaria lo que hacía inviable su continuidad. Eso no lo quieren reconocer..

P.  A Sánchez también le sostienen hoy una serie de partidos con votos absolutamente minoritarios y con diputados que suman pocos escaños. ¿Que es lo que les une? 

R. Creo que lo resumió Gabriel Rufián en una frase: lo que les une es el espanto. Estar en contra une más que estar a favor. En cualquier caso, la posibilidad de que gobierne la derecha, con sus actuales planteamientos, creo que no tiene recorrido, porque entiendo que si ellos parten del análisis de que hay una situación muy delicada del Gobierno, lo que deberían erigirse es como alternativa, pero no como un instrumento de desgaste más. O sea, dale esperanza al país y no profundices más en la tensión. Los españoles no quieren vivir en la tensión.

P. Habla con naturalidad de España y los españoles, algo que no es habitual en muchos políticos de izquierda.

R. Antes de la entrevista me ha dicho usted que me admiraba por defender España: es que soy español porque solo me falta la bailaora en la familia: nieto de guardia civil e hijo de torero, valenciano con sangre de Cuenca… español por los cuatro costados.

En todo esto hay un fin de desgastar al Gobierno, aunque yo ya no forme parte de nada. Aquí se apela a mis cargos de responsabilidad en el pasado, en las segundas primarias que ganó Sánchez, en el propio éxito de la moción de censura… Por tanto, en todo esto hay un relato de deslegitimación, tanto del proceso interno que vivió el PSOE en ese tiempo, como de la propia moción de censura

P. Sobre su situación judicial, da la sensación de que ha vivido tres vidas, porque es imposible que haya estado en tantos sitios como dicen que has estado y que haya hecho tantas cosas. Pero por ir al principio, ¿por qué ya nadie habla de las mascarillas?

R. Porque evidentemente era una coartada. La pregunta es: ¿una coartada para qué? Porque todo esto está decidido, esto es un elemento claramente de origen político.

P. ¿Con qué fin? 

R. Con el fin de desgastar al Gobierno, aunque yo ya no forme parte de nada. Aquí se apela a mis cargos de responsabilidad en el pasado, en las segundas primarias que ganó Sánchez, en el propio éxito de la moción de censura… Por tanto, en todo esto hay un relato de deslegitimación, tanto del proceso interno que vivió el PSOE en ese tiempo, como de la propia moción de censura. Ahí hay un propósito deslegitimador que se combina con una intención de desgaste del Gobierno y del PSOE, que sigue el relato de los ERE de Andalucía. Ese relato lo trasladaron al conjunto de España. Eso es lo que tiene que dilucidar el proceso judicial. Yo le puedo decir que a mí me presentaron una denuncia siendo ministro por malversación respecto a la adquisición de estas mascarillas. Y el Tribunal de Cuentas desestimó esa denuncia porque entendía que se había hecho una compra ajustada a derecho y encima a precios inferiores al coste medio de aquel momento. Pero es más, hubo otra denuncia al Tribunal Supremo, también con respecto a mí, que el propio tribunal archivó, diciendo que no se veía ninguna actividad relevante desde el punto de vista penal por parte del ministro. 

P. Y si todo eso que es como empezó esta historia que ha acabado consu trayectoria política y casi con su vida a social está archivado, y más que archivado, ¿por qué sigue imputado y por qué Santos Cerdán está en la cárcel? 

R. Es muy sencillo. Porque el PP de la Comunidad Madrid, como venganza por haber denunciado al hermano de la presidenta Ayuso, presentó una denuncia ante la Fiscalía nuevamente por las mascarillas aportando recortes de prensa  y una serie de elementos de objeción a la contratación, fundamentada en los contratos de urgencia. Lo delirante es que en este caso de las mascarillas, el proceso no se ajustó a la modalidad de contratación urgente, sino a la emergencia que determinó el estado de alarma. Sin embargo, la Fiscalía Anticorrupción tramitó esta denuncia, la aceptó en un mes e incoó diligencias pese al auto del Supremo que indicaba que no se admitieran denuncias sobre la compra de material sanitario, salvo que éstas fueran fallidas o fraudulentas. La Fiscalía la tramitó en cualquier caso, pese a no había habido ninguna contratación, ni fallida ni fraudulenta, por parte del Ministerio de Transportes, como así lo había dicho ya el Tribunal de Cuentas. Por lo tanto, no se entiende. En septiembre de 2023, una vez se sabe que Feijóo no va a ser presidente, se presenta una querella. Y en esa querella, lo que solicita el juez de la Audiencia Nacional, es que se pongan en marcha unas actividades de seguimiento, de interceptación de las comunicaciones. Y a partir de ahí, una vez pinchan comunicaciones, van tirando del hilo, y es donde empieza la investigación prospectiva, algo que no ocurre en otras causas, donde te interceptan el teléfono, las comunicaciones, los mensajes, pero no te pinchan los dispositivos. El hecho de que la causa se siga en el Supremo y en la Audiencia Nacional complica todavía más las cosas.

Hay cosas que con el tiempo se podrán decir. Incluso sobre cómo se ha tratado mediáticamente este asunto. Y cómo han actuado determinada gente

P. Respecto a esta circunstancia, ha valorado dejar el escaño para que su proceso vuelva a la Audiencia Nacional?

R. De momento, no es mi intención. Yo sigo manteniendo mi posición. Yo considero que mi inocencia la voy a seguir defendiendo hasta el final. 

P. ¿Sabemos los españoles todo lo que sabe José Luis Ábalos?

R. Hay cosas que con el tiempo se podrán decir. Incluso sobre cómo se ha tratado mediáticamente este asunto. Y cómo han actuado determinada gente.

Todavía no he sido notificado de mi expulsión del PSOE ni me consta que hayan insistido en notificarme. Y voy a tener que ser yo el que les pida que lo hagan, porque quiero recurrirla

P. ¿Qué ha supuesto para usted ser expulsado del partido al que sirvió durante casi cinco décadas?

R. Yo he sido un militante heterodoxo del PSOE. Cualquiera que conozca mi trayectoria lo sabe. Siempre he disociado la dirección del partido del propio partido y de su propia identidad política e histórica. Por lo tanto, las decisiones que puedan tener los equipos de dirección son circunstanciales y temporales, y no tienen por qué afectar a este proyecto de historia y de futuro que es la socialdemocracia en España. Ahora bien, es verdad que en el ámbito más personal, más afectivo, más sentimental, esto te produce lógicamente mucha decepción. Porque además, en un partido de gobierno, donde hay muchos intereses, ambiciones y objetivos personales, tú notas que la gente se aparta para que su situación personal no se pueda ver afectada por la relación con uno. Y yo eso lo he ido notando, hasta el punto de que casi el que se dirige a mí lo hace desde la clandestinidad, para que no se le vea que puede hablar conmigo. Pero lo que tengo que decir respecto al proceso de expulsión es que a mí, en un principio, se me suspende de militancia en un expediente que supera todos los plazos reglamentarios. Y se culmina, contra el informe de junio, que afecta ya a Cerdán. Todavía no he sido notificado ni me consta que hayan insistido en notificarme la expulsión. Tal es así que voy a tener que ser yo el que les pida que me notifiquen nuevamente, porque yo quiero recurrirla

P. ¿Qué tal se vive en el grupo mixto?

R. Mi vida parlamentaria es muy individual. 

P. ¿Podemos decir que sigue siendo un diputado en la órbita del Gobierno? 

R. Bueno, la mayoría de las veces el Gobierno cuenta con mi voto. No utilizo mi voto para revanchas, venganzas, ni entro en ningún mercadeo. Y mira que me lo han planteado muchos. No voy a utilizar ese voto para esas miserias.

P. ¿Qué pasó la noche que aterrizó Delcy Rodríguez en Barajas?

R. A estas alturas, después de que incluso la UCO publicara una conversación mía con el presidente que nada tenía que ver con el tema, creo que no queda mucho por contar. Aquí todo suma. Porque ni forma parte del caso, pero sobre todo, como he dicho antes, no tiene ninguna relevancia judicial, porque el tema ya estuvo su recorrido un juzgado de Madrid, en la Audiencia, en el Tribunal Supremo e incluso en el Tribunal Constitucional. O sea, que ya nos falta el Tribunal de Dios.

Mi vida parlamentaria es muy individual. Es verdad que la mayoría de las veces el Gobierno cuenta con mi voto. No utilizo mi voto para revanchas, venganzas, ni entro en ningún mercadeo. Y mira que me lo han planteado muchos. No voy a utilizar ese voto para esas miserias

P. Ya sabemos que hablar de Venezuela es como hacerlo de política nacional.

Bueno, ahí hay unas relaciones del expresidente del Gobierno Rodríguez Zapatero… No, no, aquí hay muchos intereses, muchos intereses. De la derecha también.

P. Hay unas actas que demuestran que Nicolás Maduro perdió las últimas elecciones presidenciales.

R. Cuando se habla en España de Venezuela, cuando merece tanta atención, no es por un problema político, ni de narcodictadura, ni de falta de democracia. Si fuera así, estaríamos igual de sensibles respecto a Perú, por ejemplo. Hay mucho dinero venezolano en España y los exiliados están muy asentados en la Comunidad Madrid, donde hay barrios enteros ya con intereses venezolanos, negocios enteros con intereses venezolanos, medios de comunicación absolutamente afectados por Venezuela… 

P. ¿Mantiene alguna relación actual con Santos Cerdán? 

R. Ninguna, pero antes tampoco. Es decir, yo la última comunicación que tuve con él por WhatsApp fue finales de agosto de año pasado. Fue a raíz de la auditoría del informe este, mal llamado auditoría, del ministro de Transportes, que me enfadó muchísimo.

Hay que ser muy cauteloso en una medida como la prisión. Lo que yo sí que observo es que, incluso para el señor Aldama, el ingreso en prisión es un poco para ablandar a la gente. O para intentarlo, al menos. Pero esta pasión que tienen algunos por tratar de encerrar a media humanidad, por mandar a la cárcel a todo quisque, me parece primitivo

P. ¿Es paradójica la situación de Cerdán respecto a la de Víctor de Aldama? 

R. Hay que ser muy cauteloso en una medida como la prisión. Lo que yo sí que observo es que, incluso para el señor Aldama, el ingreso en prisión es un poco para ablandar a la gente. O para intentarlo, al menos. Pero esta pasión que tienen algunos por tratar de encerrar a media humanidad, por mandar a la cárcel a todo quisque, me parece muy primitivo y muy inhumano.

P. Dicen que en política el de enfrente es el adversario, pero al enemigo lo tienes sentado en tu misma bancada. ¿Está de acuerdo con ese planteamiento? 

R. Esto es algo que incluso se ve en las especies animales: las ratas son más agresivas entre ellas que con cualquier otro animal. 

P. Usted se mostró en un momento dado dispuesto a colaborar con la Fiscalía, pero luego decidió dar marcha atrás.

R. En esto creo que se trató de generar ese clima. Yo creo que estoy colaborando con la misión de la Justicia. ¿Qué ocurre? Que parece que para algunos colaborar es incriminarse. Para algunos colaborar es incriminarse y además delatar. Y que cuando uno colabora aportando pruebas, parece que no colaboras. Yo, sin embargo, no tengo esa apreciación. No me eché atrás, pero una cosa es colaborar con la Justicia y otra incriminarme. Yo he presentado mucha documentación al tribunal y he declarado siempre, incluso la última vez, cuando podía haberme acogido al derecho a no declarar. Nunca he eludido. Yo creo que eso es colaborar también. Pero que para tratar de eludir responsabilidades, me tenga que incriminar… ¿De qué me tengo que incriminar? 

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