Uncategorized

Sujétame el vermú

Las palabras nunca son inocentes

El informe sobre Gaza de la Comisión Pillay insulta a la inteligencia, pero sirve a la propagan

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno.Toby Melville |AP

Sostiene mi estimado Jorge Freire que discutir si lo que sucede en Gaza es o no genocidio es perderse «en minucias»: después de todo, las muertes y la destrucción están ahí. Discrepo. Las palabras no son inocentes, y menos en este caso. Acusar a Israel de genocidio ha sido el viejo mantra de la extrema izquierda para diluir el Holocausto y deslegitimar al Estado judío, bajo asedio desde el mismo día de su fundación. Equiparar ahora la ofensiva en Gaza con la «solución final» hitleriana es sencillamente grotesco, pero es el preámbulo idóneo para concluir: «desde el río hasta el mar», extirpemos Israel.

No es verdad que la ONU hable de genocidio. Lo señala una «comisión independiente» que no puede pronunciarse en nombre de la ONU y cuyos tres integrantes han sido nombrados con total opacidad por ese corral de dictadores que es el Consejo de Derechos Humanos. Todos tienen, ya es casualidad, un marcado sesgo antiisraelí, empezando por Navi Pillay, gran valedora en su momento del iraní Mahmud Ahmadineyad. Su «informe» insulta a la inteligencia, pero sirve a la propaganda. Igual que los cálculos de la relatora Albanese, que multiplica por diez las cifras de víctimas, ya dudosas, de Hamas.

Gaza tiene dos millones de habitantes y los yihadistas hablan de 60.000 muertos, la mitad civiles. Como si fueran 15.000. Sigue siendo un horror. Es la devastación de una guerra, es Dresde o Alepo. Con una peculiaridad: quienes la iniciaron usan a los civiles como escudo y carne de cañón, acaparan los víveres, se ocultan en 500 kilómetros de túneles e impiden la evacuación de la población por las rutas que señala el Ejército israelí. Es una situación imposible. Con una sola salida: que Hamas devuelva a los rehenes y se desarme, como le exigen los países árabes.

Ningún mandatario europeo emplea el término genocidio. Sánchez es una anomalía. Usa la bandera palestina para tapar sus escándalos y exacerbar la polarización. El mismo Sánchez que abandona a los saharauis, sin que el clan de la ceja haya desplegado sus performances de indignación. El eterno doble rasero de la izquierda. Como la ministra Sira Rego, que justificó el pogromo del 7-O y se negó a condenar el secuestro de niños ucranianos. Otro ministro, Ángel Víctor Torres, investigado por la UCO, propone a Sánchez para el Nobel de la Paz. Qué duro competidor le ha salido a Donald Trump.

La selección del Director

Joaquín Manso, director de El Mundo, selecciona las noticias de mayor interés y las comenta para ti.Correo electrónicoApuntarme

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión

Categorías:Uncategorized