Putin y Xi no vivirán 150 años, pero a lo mejor Sánchez…

El desfile militar de China ha dado menos miedo que Xi y Putin hablando sobre vivir 150 años. Dicen que es imposible pero…

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EMILIA LANDALUCE

Actualizado 

China (Xi-na) tiene muchos misiles con cabezas puntiagudas. Así dan más miedo, como decía Sacha Baron Cohen en El dictador, buenísima parodia de Gadafi. (La referencia al dictador libio era evidente por esa guardia femenina capitaneada por Etra, una mujer que partía ladrillos con los pechos). El desfile por los 80 años del fin de la II Guerra Mundial ha dejado a Occidente inquieto. Los mentones alineados al cielo, las miradas vacías de los soldados y, sí, los misiles de pincho no nos han impresionado tanto como la sincronía del paso de oca… y Putin y Xi hablando de cumplir 150 años. Eso sí que da miedo.

Las sincronías son propias de las dictaduras. Los que somos torpes sabemos lo que es ser incapaz de coordinar pies y manos. Ir a destiempo (que no quiere decir tarde) es propio de libres, de los que pueden hacerlo. A nuestra cabra anárquica la habrían laqueado.

La foto de Xi con Putin y Kim Jong-un contrasta con aquella de Trump frente a los líderes europeos en su despacho. Ursula, desmoronada; Macron, con el pecholobo encamisado, y Meloni, tímida, le miraban como niños a los que se les tiene que tomar la lección. Hasta parecía que se escondían detrás de unos pupitritos. Quizá por eso sea una buena noticia para Sánchez haberse quedado fuera de esas fotografías, aunque lo que prueba es que no pinta nada.

Cuenta Axios que Trump culpa a la UE de no haber podido terminar la guerra en Ucrania. Nos acusa de comprar gas y petróleo ruso y de favorecer así la economía rusa, que estaría más débil y, por lo tanto, obligaría a Putin a negociar. También exige imponer aranceles a India similares a los que ya tienen cuando venden a EEUU. India compra el crudo y el gas a Rusia y los revende. Reliance, la empresa de Mukesh Ambani, refina el 55 % del petróleo ruso. El año pasado ganó 6.000 millones más gracias a esa reventa. Narendra Modi llegó al desfile en el coche de Xi. El primer ministro indio sigue una agenda de supremacismo que remite directamente al fascismo. Lo último es el intento de borrar el pasado musulmán de los mogoles. Recordaba Javier Moro que en un principio se rechazó el presupuesto para el mantenimiento del Taj Mahal, joya de la cultura indo-islámica.

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La boda de Anant Ambani, el hijo de Mukesh, dejó a la de Bezos en Venecia como una boda de pueblo en un polígono industrial. Dicen que se gastaron mil millones (frente a los solo 200 del dueño de Amazon); estuvieron las Kardashian, las Hilton, Tony Blair… e Ivanka Trump y su marido Jared Kushner. Contrasta entonces que la hija de Trump no haya mediado con su padre en favor de las empresas de sus amigos. Seguro que por pasta lo hacen.

El otro día Ann Coulter le decía a Konstantin Kisin que seguramente Trump era el presidente más corrupto de la historia de EEUU, pero que aun así iban a seguir votándole. O al que se presente después.

A veces los medios actuamos en una sincronía casi dictatorial. A los peligros de las pantallas se une lo que llaman, con cierto dramatismo, la pérdida de fe —el agotamiento— en la democracia liberal. La incredulidad se disipa cuando se ve a Xi, Modi, Putin y Kim pasando revista a las tropas. O como pasa con la república. ¿Y si el que ponen no me gusta?

Nos hemos puesto muy serios al escuchar a Putin y Xi hablar de vivir 150 años cambiándose los órganos. Ya habrán leído que es imposible, aunque parece evidente que la conversación es una puesta en escena para amedrentar al enemigo occidental, demasiado acostumbrado a teorizar con los gestos. (Y a eso que llaman sacarle punta a las cosas).

En la cena que Trump ofreció a los empresarios de Silicon Valley en la Casa Blanca sentaron a Bill Gates, gran inversor en longevidad) al lado de Melania. En realidad, la tecnología es también el arsenal de EEUU. Es casi seguro que Putin y Xi nunca lleguen a ver los resultados de las investigaciones sobre longevidad. (Esas ratas que rejuvenece Izpisúa). Sánchez solo tiene 53.