Ni Altea ni Jávea: el pueblo alicantino con cuevas encaladas convertidas en talleres de artistas

Rojales, en la Vega Baja del Segura, sorprende con un turístico barrio de cuevas que dejaron de ser viviendas humildes para transformarse en talleres creativos

Por 

Nuria Ibáñez

Los turistas que viajan a Alicante, sobre todo en verano, lo hacen masivamente a sus localidades costeras como Altea, Jávea o Santa Pola. Sin embargo, esta provincia esconde tesoros únicos también en el interior y el pueblo de Rojales es, sin duda, uno de ellos. Además, se encuentra a tan solo 15 minutos en coche de las playas de Guardamar del Segura. 

Rojales se encuentra en la zona de la Vega Baja de Alicante y los turistas que se acercan hasta allí lo hacen, principalmente, buscando las cuevas del Rodeo; un lugar en el que arte y tradición se mezclan debajo de la tierra. 

Lo que en su día fue un conjunto de viviendas excavadas en la roca por jornaleros murcianos durante el siglo XVIII, hoy es un pequeño paraíso bohemio. Las fachadas encaladas protegen el frescor natural del interior, mientras que dentro de ellas ya no se guardan aperos ni animales, sino pinceles, lienzos y esculturas.

Estas cuevas, excavadas manualmente en la ladera del monte del barrio del Rodeo, ofrecían a sus antiguos habitantes una temperatura constante durante todo el año —fresca en verano y cálida en invierno—, lo que las hacía ideales para la vida rural. Hoy, su estructura original se mantiene en muchas de ellas, con techos abovedados, suelos de tierra apisonada y paredes gruesas que respiran historia. Pasear por este entramado de casas-cueva es como cruzar un umbral entre el pasado agrícola y el presente artístico de Rojales.

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Algunas cuevas conservan aperos antiguos a modo de decoración, mientras que otras apuestan por intervenciones contemporáneas: grabados, fotografías o pintura mural. La fusión entre la arquitectura tradicional y la expresión artística moderna convierte el barrio en un museo al aire libre que cambia con cada visita.

Un barrio lleno de vida y arte

Este barrio, rehabilitado con mimo, se ha transformado en un foco de actividad cultural. Artistas utilizan estas cuevas como talleres y galerías abiertas al público. En un paseo cualquiera por sus callejuelas, uno puede encontrarse con exposiciones improvisadas, cerámica artesanal, música en directo o incluso clases de acuarela entre estalactitas domésticas.

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Es más, lo mejor de estas cuevas es que no solo tienen interés cultural por sí mismas, sino que ofrecen interesantes exposiciones en su interior. Así que, visítalas sin prisa, como han hecho estos creadores de contenido, Shere y Gabi, y muchos otros que se han desplazado hasta esta zona para grabar vídeos que posteriormente han compartido en plataformas digitales como YouTube o TikTok

Rincones únicos y especiales

Para los amantes de la arquitectura popular, el municipio conserva uno de los escasos ejemplos de puente de piedra del siglo XVIII sobre el Segura, que aún hoy soporta el paso de vehículos. Su construcción supuso quebrantar la separación natural impuesta por el río y establecer, a través de sus tres grandes ojos bajo bóvedas de arco de campanel, la unión de las dos mitades del municipio. 

Y para quienes buscan una imagen singular, hay otra joya poco conocida: la Casa de las Conchas, una vivienda decorada durante décadas por su dueño con miles de conchas marinas, botones y espejos. Un ejemplo más de que Rojales es, sobre todo, un lugar donde la creatividad encuentra refugio.

Rojales, también, demuestra que no todo en la costa blanca gira en torno a playas y paseos marítimos. Hay pueblos que no necesitan miradores al mar para conquistar al viajero.