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Ha empezado otro Camino, ¿resistiré?

Diario de un Peregrino
Capítulo 14. Astorga – El Acebo. 38 kilómetros.

Leopoldo Bernabeu

Estoy muy sensible. Es algo que ni puedo ni quiero evitar. No sabría explicar bien porque motivo, pero así es. Cuando menos me lo espero, se me vuelven a inundar los ojos, nublándome la vista y haciéndome más feliz. Sucede casi desde el día que salí de Sant Jean, justo hace hoy dos semanas. Un dato que me resulta estremecedor.

Por un lado me sorprende que hayan pasado 14 días desde aquel desesperante y mágico martes en el que empecé a caminar por las inclinadas rampas que separan Francia de España, y por otro me parece imposible haber vivido tantísimas experiencias en tan pocos días. Supongo que seguimos hablando de la maravillosa magia del Camino. No encuentro otra explicación.

El cansancio acumulado durante estos 548 kilómetros recorridos, me generan una sensación de bondad hacia mi propia capacidad de superación. Tan valientes que somos en nuestro círculo de control y tan incrédulos y vulnerables cuando no controlamos todo lo que nos rodea. Pero también me genera un pánico que me cuesta controlar, cuando pienso si esos serios problemas en los pies, que me sumen en un intenso dolor desde hace días, me impedirán seguir caminando los 226 que faltan hasta la Catedral. Cada amanecer es una sorpresa y cada día son más los minutos que me cuesta encontrar la pisada sin ver las estrellas. Los hospitaleros me cuidan, otra de las páginas de oro de la ruta. Cuando más humilde es el albergue, cuando menos te piden por hospedarte, más humano y más cercano es el trato.

Resulta apasionante vivirlo y trágico reconocerlo. Maldito dinero que nos ha vuelto locos como sociedad. Ayer Alberto en Astorga y hoy Maggi en El Acebo, demuestran que el apóstol sigue haciendo bien su trabajo.
José, el valenciano que me ha tocado de compañero esta noche, es el contrapunto. Hizo el Camino hace 20 años y repite ahora. Todo ha cambiado, se queja. Me cuenta que antes habían peregrinos, hoy demasiados «zumbados» que van de excursión turística sino saber a donde ni porqué. Puede ser, no lo sé. Algo sé y lo he comentado, no hay peregrinos, literal, y cada hospitalero ofrece sus motivos, tiene su propia explicación. Los escuchas de todas las clases y colores, pero no hay. Albergues vacíos y empresarios asustados. Es algo sobre lo que habrá que hincar los codos. Es mi primer Camino y es lo que escucho a diario.

He empezado este tercer martes con los pies muy castigados. El derecho prácticamente no funciona. He tardado casi tres horas en calentar los motores, quizás sea excesivo. Tampoco he caminado las doce horas de ayer, habría sido un suicidio. Nueve he tardado en recorrer la distancia entre Astorga y El Acebo, uno de los pueblos más bonitos que he cruzado hasta hoy. Y el albergue y su hospitalidad, además de ser de donativo, una maravilla. Otro consejo del mago Lazaga que acepto encantado. ¡Que suerte tengo!.

Hay tres aplicaciones que utilizo a diario. «Buen Camino» para no perderme y conocer el relieve de la caminata a la que me enfrento; «Gronze» para saber cual es el albergue que me podría acoger cuando llegue con la lengua fuera, y «Álvaro Lazaga», un App muy especial que no vas a encontrar en Internet, pero que resulta la más certera de las tres. Le conoce todo Dios y se sabe el Camino de Santiago como si lo tuviera tatuado en su piel. Que lujo poder tenerlo siempre ahí. Seguiré cuidándole.

Hoy me pasaban todos los peregrinos como flechas. Algún dia tenía que ser la película al revés. Imaginar mi ritmo, de geriátrico, pidiéndose permiso entre los pies para dar el siguiente paso. No sólo no es un problema, sino que se convierte en otro aprendizaje. He vuelto a vivir un momento alto en la peregrinación. Soy capaz de superarme a mi mismo, vencer mis miedos, resol…

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