Benidorm

Pedro Sánchez, de Pedro ‘el guapo’ a Pedro ‘el demacrado’: siete años de declive físico (y político)

Preocupación

 Cuestión de Estado

Hilos tensores en los pómulos, disminución de maquillaje… Los casos de corrupción que salpican al Gobierno le pasan al presidente factura

Sanchez antes y despues LOC

Beatriz Miranda

Pedro Sánchez ya no es el presidente a estrenar de hace siete años, sino un político caduco a tenor del aspecto nada saludable que luce en sus últimas apariciones. Al líder socialista le están pasando factura física y psicológica los recientes escandalazos que salpican al Gobierno de España. Begoña, David Azagra, Koldo, Ábalos, Cerdán, todos juntos, son muchos quebraderos de cabeza, frentes abiertos, demasiados dossieres que se apilan sobre la mesa de su despacho pero, sobre todo, sobre su almohada. Sánchez ya no es Pedro el guapo de antaño, sino Pedro el demacrado. Ha pasado de lucir cómic de Roy Liechenstein a figura lánguida de El Greco.

¿Iluminación y maquillaje?

Conocedores de la importancia que Sánchez le presta a su imagen, sus adversarios le acusan de enfatizar su declive estético tirando de iluminación y maquillaje. De hecho, en una de sus intervenciones más difíciles tras la detención de su mano derecha hubo quien señaló que se les había ido la mano a sus asesores dramatizando su «estado de preocupación impostado». Luz cenital y contouringhasta afilar su rostro como el de un cádaver, decían, le ayudan a victimizarse y eludir responsabilidades.

Sin embargo, expertos consultados por LOC niegan esta hipótesis y muestran cierta preocupación por el estado de Sánchez. La misma que quizás ha llevado a Moncloa, según ha revelado El Confidencial, a pedir más personal sanitario al servicio de la presidencia. Que el poder desgasta a cualquier líder es una evidencia, así que si al peso de la responsabilidad se añaden tramas como las que el presidente tiene que lidiar, entra dentro de la normalidad que se encuentre en su peor momento.

Poca autocrítica

El psiquiatra forense José Cabrera y Forneiro ha hecho para este suplemento un análisis exhaustivo del presidente y opina que este declive es el resultado de su personalidad a la hora de gestionar deberes y conflictos. «Sánchez no presenta trastorno alguno desde la perspectiva psiquiátrica. No es un psicópata como dicen sus enemigos. Pero, su personalidad tiene núcleos interesantes. Autoestima desmedida, narcisismo, afectividad baja. Poca autocrítica, lo que se llama vulgarmente soberbia, y negación de la realidad», algo que comparte con muchos otros políticos. «Para él es vital su imagen. Se preocupa de sí mismo como figura en el centro de un escenario. De aquí su porte, su mirada, sus sonrisas controladas, su forma de dar la mano o sentarse, sus intervenciones estéticas…»

Hilos tensores

Al habla con la médico estético Ana Roces [consta que Sánchez ha pasado por las manos del doctor Jaén para eliminar los efectos devastadores del acné juvenil en su rostro], «Sánchez lleva hilos tensores en los pómulos, y como ha perdido mucho peso, ahora se ven perfectamente. Son tratamientos biocompatibles, pero que no se reabsorben, de hecho forman síntesis de tejido alrededor del hilo, incrementando el grosor del mismo, y si el paciente adelgaza se puede ver en dónde se los implantaron», afirma esta especialista.

Sánchez, en 2025, envejecido y demacrado.
Sánchez, en 2025, envejecido y demacrado.EFE

Expertos como Cabrera, autor del libro La salud mental y los políticos (editorial Kaleidom) acusan envejecimiento precoz en Sánchez, que espeta frases victimistas pero a la vez reveladoras de su caótica vida como «son las cinco y no he comido«. Cuando entró en Moncloa, en junio de 2018, tenía 48 años. Hoy 53 que parecen 60.

Ana Roces, médico estético, sin embargo, así lo explica: «El estrés a largo plazo aumenta los niveles de cortisol, lo que puede producir trastornos de sueño y pérdidas de peso, si a eso añadimos desorden en las comidas, el adelgazamiento se facilita aún más».

En cuanto al cabello del presidente, es cada vez más gris: «Los estados de nerviosismo dificultan la producción de melanina en los folículos pilosos, de ahí las canas», explica Roces.

A juicio del doctor Cabrera, conforme han aparecido complicaciones en su mandato, Sánchez «ha adelgazado, tensado su postura, camina de manera más rígida, mira de manera más agresiva, sonríe de forma más irónica y es despectivo con todo aquello que va contra él. Pelea por mantener lo estético compensando la tensión interna. Está mal de verdad. Sufre unas apreturas sin escapatoria porque tarde o temprano todo lo que está pasando se va a judicializar, así que lo está viviendo con una inquietud que se le nota por fuera. Eso sí, su lema es resistir hasta el final y va a aguantar el tipo hasta que le echen sus socios o que haya una moción».

«Un momento duro»

En conclusión, con la que tiene encima, Sánchez forma parte de ese 12,6% de españoles que padece ansiedad, según un estudio reciente de AXA. «Se le nota en la mandíbula, en los músculos maseteros. Probablemente tenga bruxismo [también padece onicofagia, morderse las uñas], descarga la energía apretando los dientes. En esta situación de estrés duerme mal y tiene pocas ganas de levantarse. Tendrá, además, los placeres bajo mínimos«. Es decir, el presidente no puede disfrutar de cosas tan sencillas como que le dé el sol o el aire, tomarse un café, relajarse… «Teme no sólo dejar de ser presidente, sino un procedimiento penal. No puede salir a la calle [escena de su viaje a Paiporta]. Le insultan, le increpan, a cada sitio donde va tiene que llevar un perímetro de seguridad inmenso. Está viviendo un momento duro».

infarto y paranoia

Un organismo como el del presidente, sometido a esta presión propia y pública, corre ciertos riesgos. Los físicos más extremos, dice el psiquiatra, son «que le dé una subida de presión arterial y sufra un infarto de miocardio». El psicológico es «que caiga en un cuadro de paraoia política. Es decir, que pierda el contacto con la realidad, no crea lo que le dicen y no lo vea y se fabrique un mundo interior al que acantonarse patológicamente«.

Sánchez, en 2018, al poco de ser nombrado presidente, sin apenas canas, con media sonrisa y la postura relajada. Tenía 46 años.
Sánchez, en 2018, al poco de ser nombrado presidente, sin apenas canas, con media sonrisa y la postura relajada. Tenía 46 años.EFE

Según este especialista, Sánchez niega la realidad [no convoca elecciones] y se inventa un relato [un plan de lucha contra la corrupción] «para escapar del panorama horroroso en el que vive y que piensa no es cosa suya. Claro ejemplo de una autocrítica bajísima. Para él todos le han traicionado, es un alma pura. No se siente responsable».

Sin duda, de entre todos los asuntos que le han afeado al presidente, el que más le ha afectado fue el de su mujer, Begoña Gómez. «Pero yo no diría que fuera porque está ‘profundamente enamorado’ a estas alturas del matrimonio, como dijo. Al atacar a su mujer siente como si le atacaran a él en su núcleo». Si ahora está fatal es por el cúmulo de circunstancias.

Su mala cara… o el desgaste del poder

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