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Varios usuarios participaron en el debate que se generó tras la publicación de este ticket

• RedacciónBarcelona

Siempre que disponemos del tiempo y el dinero necesario para hacerlo, somos muchos los que aprovechamos para salir de casa, despejarnos e ir a comer o a cenar a bares y restaurantes de nuestro país. Eludir esa responsabilidad de tener que fregar platos y, además, disfrutar de una comida de calidad es una combinación que pocos pueden rechazar.

Sin embargo, ni siquiera en esos momentos de aparente tranquilidad podemos bajar la guardia. Y es que cuando salimos a comer fuera siempre hay un momento de tensión: la hora de recibir la cuenta de lo que hemos pedido. Es entonces cuando empezamos a analizar el ticket con lupa para que no haya sorpresas. Y ahí llega la indignación.

Lo que más suele molestar a los clientes es el precio desorbitado de algo por lo que no siempre nos cobran. El agua, por ejemplo. O los hielos que pedimos en verano para que el refresco sea todavía más revitalizante. Y lo que no entiende de temporadas es el pan. Sobre todo cuando vamos a comer un plato de huevos con jamón.