
Era una entrevista muy deseada por los amigos y lectores del periódico digital CALVARI. Tengo el gusto de presentar la entrevista que nos trae esta semana el amigo Manolo Palazón, como es la realizada a Rafa Luz -gran amigo de la casa y Gerente Propietario Titular de la Farmacia Luz, situado en una de las calles más paseadas de toda España, como es el Paseo de la Carretera de Benidorm

P: Mi primera pregunta, Rafael, es sobre tu familia. ¿Sois de Benidorm?
R: Mi madre era de Benissa. Y yo nací allí. Mi familia tenía una fábrica de muebles antiguos, de estilo inglés, español, etc. Más adelante se vendió; ahora lo que queda es un taller, Taller Ivars, aprovechado como Centro Cultural en Benissa. Mi padre era de San Vicente del Raspeig.
P: ¿Me puedes hablar ahora de tu infancia, juventud y estudios?

R: Cursé la primaria en la academia de las monjas en Benissa; a los 12 años me fui interno con los jesuitas, en Alicante. Pasé bastantes veranos en Calpe, donde mi familia tenía propiedades. Aprobé el selectivo en Murcia y estudié la carrera de Farmacia en Granada. Hice el servicio militar en Paterna; por aquel tiempo estudié dos años de Filosofía. Si hablamos de mi formación, tengo que decirte que es humanística en general y de siempre he compaginado a los clásicos del paganismo, como Homero y la filosofía griega con los intelectuales de los últimos siglos y todo lo relativo a la religión y la Teología, y la mística.
P: ¿Has trabajado siempre como farmacéutico? Dicen que la Farmacia Luz es de las que más venden en toda España. ¿Es así?
R: Mi padre era farmacéutico; tengo hijos farmacéuticos y algunos nietos proclives a esa carrera; nos viene de familia. Actualmente, las farmacias la llevan mis hijos, la de Benidorm y la de Alicante. Y sí, estuvimos unos años como segunda farmacia en ventas de toda España. Como te decía antes, me atraían más otro tipo de disciplinas como el arte, la poesía, la música, los idiomas… Pero tenía que seguir la tradición. He estado trabajando en la farmacia desde los 24 años hasta mi jubilación, a los 66.
P: ¿Cuáles han sido y son tus principales aficiones al margen del trabajo, durante tu vida laboral y ahora que estás jubilado?

R: Los idiomas, en primer lugar; he tenido profesores particulares de alemán, de inglés, de italiano… Mi objetivo era comprender las letras de las óperas que escuchaba y poder leer libros en esos idiomas (en especial, Wagner, porque en él se compagina perfectamente la palabra y la música). También me ha atraído de siempre la música; todavía tengo un profesor que me da clases de piano periódicamente; y hago mis pinitos tocando todo tipo de canciones.
Cuando era más joven practicaba el frontón y la natación. Ah, y la danza. ¿Te quieres creer que, a veces, me pongo a bailar yo solo, aquí, en mi casa, cuando nadie me ve? Me gusta mucho leer, pero no cualquier cosa: Joyce, Brecht, Proust, Teilhart de Chardin, Camus, los padres de la iglesia, teólogos… Penetro en la literatura profunda, investigo… Durante un tiempo he mantenido una tertulia en mi casa, con varios intelectuales, para tratar temas básicos de nuestra cultura. Cada vez me intereso más por la religión, por Dios, en contraste con el descreimiento progresivo de la sociedad. Creo que hay una crisis de identidad, un desconcierto general; la gente vive como si no hubiera un mañana, el carpe diem, que decían los clásicos; hay un afán por salir, por viajar, por divertirse. Metafóricamente, la confusión de la gente parece un panal de abejas enloquecido. Y cada vez nos olvidamos más de la religión en que fuimos educados. Yo también he tenido mis vaivenes, pero mantengo una fe inquebrantable.
P: ¿Tus familiares son como tú? Porque conozco a César Evangelio, tu sobrino.

R: César es quien más se parece a mí en lo humanístico, en lo intelectual, en la religión. Es abogado de profesión, pero se ha decantado por lo que más le gusta: la historia y la investigación. Está muy documentado en ciertas épocas de nuestro pasado, sobre todo en la guerra de la Independencia y cómo afectó al pueblecito de Benidorm en 1808.
P: Hablemos de Benidorm: ¿cómo has vivido la evolución de Benidorm en estos últimos sesenta años?
R: Reconozco mi posición crítica inicial. Pero eso duró poco: Benidorm es una ciudad modélica por su verticalidad urbanística, todo un acierto. Y también en lo social: es el cobijo de Europa. Ideal para vivir, si no fuera por lo que yo llamo los alcohólicos anónimos, esos ingleses que a todas horas están tomando cervezas y combinados, con el consentimiento y el visto bueno, claro está, por los hoteles y los bares, pues con los citados ingleses hacen su agosto (¿economía sumergida?) Es lo que yo llamo la democracia turística. Pero, además de consumir alcohol, hacen un ruido insoportable día y noche, tanto es así que los naturales de Benidorm que tienen medios se van a vivir a las poblaciones aledañas, buscando tranquilidad. Mira, otra metáfora: yo lo llamo la cloaca del ruido.
Y esos turistas, básicamente ingleses, se están extendiendo hacia el centro de la ciudad y a La Cala. Y lo malo es que me da la impresión de que están ejerciendo una influencia negativa en nuestros jóvenes. Por lo del ruido, te pongo un ejemplo de la música en los bares; yo vivo en el Principado Arena y hubo un tiempo en que no podía dormir debido al temblor de las paredes, a la resonancia causada por los bafles (claro, los edificios son rascacielos que se sostienen gracias al hierro, y el hierro es un transmisor del ruido); menos mal que, finalmente, pusieron unos aislantes y lo pudieron remediar. Sé de gente que los meses fuertes del verano se va al campo, a las huertas, donde puede, para poder descansar de borracheras, ruidos y vomitonas. Las autoridades hacen la vista gorda y quien gana es la hostelería. Difícil de corregir: ¡tanto demonizar el tabaco y no hay forma de regular el alcoholismo!
P: En relación con la pregunta anterior: ¿piensas que ha habido una satisfactoria integración con los naturales de Benidorm por parte de los españoles que antaño venían buscando trabajo y con los extranjeros que no cesan de llegar a Benidorm y Comarca?
R: La integración no es fácil. Siempre seremos forasteros. Yo, por ejemplo, sigo diciendo que soy de Benissa, y llevo aquí 50 años. Cierto es que entre españoles no ha habido ningún problema; los emigrantes españoles se han adaptado al trabajo y que algunos han llegado incluso a casarse con gente de aquí. Los emigrantes más modernos, venidos de un montón de países, es otra historia: son ellos los que no se integran, ya sean ingleses, pakistaníes, chinos o rusos.
P: Por último, ¿qué le falta, o le sobra, a Benidorm para que sea la ciudad ideal, en todos los aspectos?
R: Yo creo que en lo cultural y en lo musical, Benidorm se está descuidando un poco, en programación y en infraestructuras. Se podrían hacer más cosas, a ejemplo e imitación de otros pueblos de la Comarca, como La Nucía y Alfaz del Pi. Mira, algo muy acertado en Benidorm es la favorable disposición de las infraestructuras para acoger a la gente mayor que viene, durante todo el año, con el IMSERSO o por su cuenta. Eso le da vida a la ciudad, le da movimiento, lo que no ocurre en otras ciudades costeras del Mediterráneo.
P: Pues esto ha sido todo, Rafael. Gracias por tus declaraciones y a seguir bien.
R: Gracias a ti, Palazón. Ya seguiremos charlando
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