
| El problema de ser ecléctico La persona ecléctica, que no se decanta por ninguna asociación, del tipo que sea, pero que tiene opiniones de todo tipo, según su forma de pensar y de sentir, puede tener problemas porque siempre hay gente que la encasilla donde no quisiera estar encasillada. Me explico: en política, por ejemplo, que es lo más frecuente, una persona puede defender ciertas posturas del centro, de ultraderecha, de la izquierda extrema, liberales, monárquicas… y no pertenecer a ningún partido, ya que considera válidas diferentes propuestas, y no necesariamente contradictorias. ¿No sería deseable coger lo mejor de cada partido y aplicarlo en política? Pues eso es ser ecléctico. Pero no, amén de que eso es casi imposible por el protagonismo de los líderes, el ecléctico se encuentra con que cae mal a todo el mundo y, las veces, lo que desea es ejercer el papel de conciliador. Lo mismo pasa en el fútbol, en religión, en la moda, etc. etc. Esto me recuerda al consabido chiste del carro: un caminante consigue que un carretero lo suba en su vehículo; durante unos instantes permanecen en silencio, pues no saben de qué hablar; el caminante piensa que si dice que es del Barça y el carretero es del Madrid, le va a decir: “Pues no y baja del carro”; el caminante sigue pensando que si dice que es del PSOE y el otro es del PP, le va a decir: “Pues no y baja del carro”. Finalmente, el caminante se decide a romper el silencio y le dice al carretero: “Pues sí”. El carretero contesta muy seriamente: “Pues no y baja del carro”. Manuel Palazón | |
Categorías:Benidorm













Debe estar conectado para enviar un comentario.