Autocaravana Vivir

De verdad han pasado 24 horas?. En tiempo real sí, en tiempo espiritual, mucho más. Si nos dicen hace dos días que íbamos a hacer las cosas que estamos haciendo, nadie lo hubiera creído. Pero sí, de eso iba este Desafío Zero, y ahora no hay marcha atrás.
Fue terminar el relato de ayer, justo después de llenarnos con la primera de las muchas comidas típicas que en Indonesia vamos a saborear…. Y nos encontramos con el primer reto. Sin pensarlo dos veces, porque ese sería el gran error, salimos por patas en busca del típico motoconcho dominicano en versión asiática con el que tendríamos que llegar, como fuera, al Taman Beji Grita Waterfall. Ojo, llegué el cuarto de 14, que para ser el más abuelete de la expedición no estaba nada mal.
Conseguido ese objetivo, doce kilómetros y media hora después, nos vimos vestidos de monjes tibetanos versión balines para empezar a desarrollar rituales, a cual más mojado de todos, y disfrutar de una experiencia realmente diferente y extraordinario. Te pido por favor que no me obligues a explicarte que hicimos, disfruta mirando las fotos y extrae tus propias conclusiones.
Un grupo de 14 desconocidos que 24 horas después somos como hermanos, nos vimos en una sin igual y disfrutamos de un completo día de Expedición que no es más que el primero de 15.
Llegar al indescriptible hostel en el que nos hospedamos, rodeados de unos lindos amiguitos marrones voladores que daban bastante grima, nos duchamos sin mirar en exceso a ningún lado y a dormir, sólo algunos, que la fiesta nocturna también tiene sus adictos, porque al día siguiente, es decir hoy, nos esperaban nuevos desafíos.
Dicho y hecho. De buena mañana y repartidos en tres vehículos, nos adentramos por las «curiosas?» carreteras del centro de esta volcánica isla en dirección norte hasta llegar, una hora después a la zona de Auman, para situarnos en las villas de Gajah May, donde las vistas son el espectáculo principal y las cascadas gemelas, al fondo de un empinado recoveco, apotan la magia del lugar.
Hora de reflexión y de confesiones. Desafío Zero coge cuerpo y todos empezamos a situar nuestras bondades por encima de nuestros errores. Es la esencia del viaje. Conexión, naturaleza y magia.
Mañana seguimos.
Entre rituales, magia, retos y sorpresas
De verdad han pasado 24 horas?. En tiempo real sí, en tiempo espiritual, mucho más. Si nos dicen hace dos días que íbamos a hacer las cosas que estamos haciendo, nadie lo hubiera creído. Pero sí, de eso iba este Desafío Zero, y ahora no hay marcha atrás.
Fue terminar el relato de ayer, justo después de llenarnos con la primera de las muchas comidas típicas que en Indonesia vamos a saborear…. Y nos encontramos con el primer reto. Sin pensarlo dos veces, porque ese sería el gran error, salimos por patas en busca del típico motoconcho dominicano en versión asiática con el que tendríamos que llegar, como fuera, al Taman Beji Grita Waterfall. Ojo, llegué el cuarto de 14, que para ser el más abuelete de la expedición no estaba nada mal.
Conseguido ese objetivo, doce kilómetros y media hora después, nos vimos vestidos de monjes tibetanos versión balines para empezar a desarrollar rituales, a cual más mojado de todos, y disfrutar de una experiencia realmente diferente y extraordinario. Te pido por favor que no me obligues a explicarte que hicimos, disfruta mirando las fotos y extrae tus propias conclusiones.
Un grupo de 14 desconocidos que 24 horas después somos como hermanos, nos vimos en una sin igual y disfrutamos de un completo día de Expedición que no es más que el primero de 15.
Llegar al indescriptible hostel en el que nos hospedamos, rodeados de unos lindos amiguitos marrones voladores que daban bastante grima, nos duchamos sin mirar en exceso a ningún lado y a dormir, sólo algunos, que la fiesta nocturna también tiene sus adictos, porque al día siguiente, es decir hoy, nos esperaban nuevos desafíos.
Dicho y hecho. De buena mañana y repartidos en tres vehículos, nos adentramos por las «curiosas?» carreteras del centro de esta volcánica isla en dirección norte hasta llegar, una hora después a la zona de Auman, para situarnos en las villas de Gajah May, donde las vistas son el espectáculo principal y las cascadas gemelas, al fondo de un empinado recoveco, apotan la magia del lugar.
Hora de reflexión y de confesiones. Desafío Zero coge cuerpo y todos empezamos a situar nuestras bondades por encima de nuestros errores. Es la esencia del viaje. Conexión, naturaleza y magia.
Mañana seguimos.
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