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ESTOY QUE TRINO

Qué hay del pucherazo electoral

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Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo, la noche del 28-M.
Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo, la noche del 28-M.DAVID MUDARRA

A veces la política española suena como si quisieran lanzarnos a las barricadas. ¡Que viene la ultraderecha! ¡Sánchez o España! ¡Pucherazo! Lo del intento de pucherazo lo empezaron deslizando voces cercanas a Vox tras los casos de compra de votos antes del 28-M y lo soltó Isabel Díaz Ayuso en la noche electoral. Ahora la alerta se ha multiplicado con el adelanto contra natura del 23 de julio.

Es un error. Utilizar una palabra gruesa -en este caso, además, irresponsable- para señalar un problema real degrada el debate y es contraproducente. Lo que se consigue es que no hablemos del problema real sino de la exageración. Porque sí: hay un problema. Asistimos a unas elecciones en pleno julio, con media España ardiendo y de vacaciones y con ancianos cruzando el país camino a la urna porque no estarán en casa para recibir el voto por correo o porque no se fían del voto por correo, que se prevé extraordinariamente numeroso. No es un pucherazo, pero tampoco una cita normal.

No solo el PP ha hablado de pucherazo. También Paco Vázquez, ex alcalde de La Coruña, del PSOE y de extrema derecha, como usted y como yo. Ayer, con AlsinaFeijóo quiso deslindarse de la expresión. Hace bien, pero es tarde: ya alimenta la caricatura del trumpismo -usted y yo somos trumpistas también-, aunque esa estrategia no parece cruzar las fronteras de los listos, pseudolistos y tontos con labia que habitamos la prensa, la política y Twitter. Sin embargo, ahí siguen, como si funcionara: ¡vosotros polarizáis, enfrentáis, dividís!

Es verdad que el lema Sánchez o España, factoría Ayuso, encaja difícilmente con la vocación socialdemócrata friendly que busca Feijóo. Pero la pregunta, en el fondo, es quién empezó. Y no fue Ayuso, más polarizadora en su discurso que en sus políticas. La presidenta madrileña, tal como la conocemos hoy, es en realidad una criatura de Sánchez. Una figura que se ha hecho inmensa por confrontación al gran mago de la división.

El reputado sociólogo Emilio Lamo de Espinosa, socialista crítico, dijo hace unos días en este periódico: «Es la izquierda, desde los pactos del Tinell, la que establece cordones sanitarios y se niega a pactar con la derecha. El resultado es que tenemos una sociedad no polarizada administrada por políticos polarizados. Lo más preocupante es que acaben teniendo éxito y arrastrando a la sociedad española a posiciones de odio. (…) Y, en alguna medida, ya lo están consiguiendo». No deberíamos dejarnos arrastrar.

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