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Podemos morirá matando

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  • RAÚL DEL POZO

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Podemos morirá matando

En la fiesta de la primavera de Zaragoza, Ione Belarra declaró que Podemos no está como la izquierda de antes relegada a una esquinita del tablero. Sin embargo Podemos, que llegó al Gobierno en una insurrección democrática desde una plaza, hazaña insólita en la izquierda de hoy, parece acabado después de 9 años, aunque yo no lo daría tan malparado. Morirá matando. Sigue acumulando rabia, después de que los están dejando en las raspas. La derrota será su audacia.

El CIS de Sánchez anuncia su acabamiento. Yolanda Díaz quizás espera el estacazo de las municipales para pactar con Podemos en condiciones de superioridad. Los necesita como organización, como infraestructura, como acceso a los medios y sobre todo por su capacidad de agitación.

Por la entrevista de Évole sabemos que Yolanda está más cerca de Pedro que de Pablo, aunque puede que le levantará votos al primero. Teme y critica a Pablo, que la nombró , pero sabe muy bien su maña de destroyer y que si no pacta con él, acabará con ella. No quiere cambiar de caballo en pleno torrente pero tampoco quiere entregarse al culto a la personalidad.

Para Pablo, a pesar de la intención de voto que acumula, Yolanda es una tigresa de papel, tan poco versada en la M-30 y tan naif que propone como rey a Iñaki Gabilondo.

Las encuestas de encargo, de propaganda y de intoxicación, y las más chungas que son las del Gobierno, son tozudas y miman a la dama roja cuando el PSOE se desploma, el PP retrocede pero aguanta, Vox recula y la que quita votos a todos es Yolanda. A Podemos lo dejan en 8 escaños. ¿Qué ha pasado? En la foto de aniversario faltan el 90% de la familia. Los han purgado a todos. Pablo Iglesias olvidó que en los partidos el dirigente no debe hacer nunca de secretario de aparato.

El líder carismático debe esconder el piolet, no puede ser el líder orgánico. Pablo ha pasado por un ataque de egolatría de la persuasión a la coacción.

Como un trumpista devora a los periodistas que no le dan la razón. Se aburrió en las instituciones, algunas de sus leyes fueron disparatadas. Eran buenísimos en los platós y en la calle donde nacieron; mediocres y demagogos en el Congreso. Pero pensar que su historia va a terminar sin ellos es un error. Van a seguir siendo la chispa que enciende la llama a la izquierda del PSOE.

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