El grupo audiovisual dueño de Telecinco ha emprendido una profunda renovación tras la caída de Paolo Vasile. Los expertos ponen en duda sus motivaciones

PREMIUM
- ESTHER MUCIENTES@emucientesMadrid
- ILUSTRACIÓN: JOSETXU L. PIÑEIRO
Actualizado Lunes, 27 febrero 2023 –
- Mediaset Enmienda a la totalidad de la era Vasile
- Editorial Mediaset acierta al promover una televisión más respetuosa con la privacidad
Unos lo llaman «volantazo», otros lo califican de «necesidad», algunos hablan, incluso, de «censura». Pero todas las voces del mundillo televisivo coinciden en que los profundos cambios anunciados en los últimos días en Mediaset son «el inicio de un camino que se ha tardado demasiado en tomar». Y, como todo lo que rodea al grupo mediático, no ha dejado indiferente a nadie, ni dentro ni fuera de su sede en Fuencarral.
Hablamos de la nueva línea editorial y del Código Ético impulsado personalmente por Alessandro Salem, sustituto de Paolo Vasile como CEO de Mediaset desde hace un mes. Pero también de medidas más concretas, como el veto a que Telecinco hable de 13 personajes que, hasta hace semanas, formaban la columna vertebral de su parrilla: de Rocío Carrasco a Kiko Rivera, pasando por Bárbara Rey, Antonio David Flores o Rosario Mohedano.
La postura oficial es cautelosa: «Se trata de la última actualización de un Código Ético vigente desde el año 2012, que fue aprobado en su día por el Consejo de Administración de Mediaset España». La explicación de puertas hacia fuera resulta más contundente: «Es una voladura controlada de lo que representaba Vasile». Y la lectura de fondo tiene que ver con los números: «La clave es la crisis de audiencia que sufre la empresa desde hace casi dos años», dicen los expertos en la industria televisiva. «Estos eran los cambios que tenía que emprender para poder salir del pozo».
¿Estamos, entonces, ante el ocaso de la telebasura que surgió en los 90? Aunque sea pronto para cantar victoria, no parece aventurado decir que sí estamos ante el principio del fin de un modelo que daba señales de agotamiento. «Falta mucho por hacer y, en cualquier caso, no será de hoy para mañana», aseguran fuentes del sector.
PARA SABER MÁS

Exclusiva. El nuevo Código Ético de Mediaset pone contra las cuerdas a Sálvame
- REDACCIÓN:ESTHER MUCIENTES Madrid
El nuevo Código Ético de Mediaset pone contra las cuerdas a Sálvame

De Kiko Rivera a Rocío Carrasco. Mediaset veta a algunos de sus principales personajes
- REDACCIÓN:ESTHER MUCIENTES
- REDACCIÓN: SARA POLO
Mediaset veta a algunos de sus principales personajes
Cada empresa tiene un Código Ético y Deontológico, obligatorio por ley, aunque la mayoría son estándar, con alguna particularidad propia de cada sector. «Pero todos tienen que velar por los derechos fundamentales, recoger herramientas para poder cumplirlos y servir para cambiar determinados comportamientos», asegura Javier Valls, profesor de Derecho Penal en la Universidad de Granada y miembro de la Comisión Europea de Ética de Investigación.
Las tres claves que apunta Valls son básicas para entender los principios éticos que, desde la semana pasada, rigen uno de los grupos mediáticos más importantes. Y marcan la pauta de lo que ya se ha bautizado como «la revolución Salem».
Todos los expertos coinciden en asegurar que «indudablemente» Mediaset necesitaba un nuevo Código Ético: «Sus principales problemas partían de ahí». Sin embargo, pocos están convencidos de que los cambios se empiecen a notar de manera inmediata. «Hay que ver si responde a un cambio de verdad o a un lavado de imagen», apunta Valls.
«Una sociedad con malos ejemplos no puede tener buenas realidades», dice Pedro Ruiz, el presentador que más ha criticado públicamente la deriva del grupo. «Mediaset tenía que poner fin a esos malos ejemplos que sólo albergaban una palabra: maldad. Creo que llegan tarde, se tendría que haber empezado hace tiempo».
Una sociedad con malos ejemplos no puede tener buenas realidades. Los de Mediaset sólo albergaban maldadPedro Ruiz, presentador
Tamara Bueno, profesora de Ética y Deontología Profesional de la Universidad Complutense de Madrid, no se fía de los motivos últimos de los cambios de Mediaset, que según ella se deben más a la preocupación por la audiencia que a consideraciones morales. «Que los colaboradores no puedan expresar opiniones políticas, que no puedan abandonar el plató o que no se hable de ciertos personajes que ellos mismos han creado, alimentado y rentabilizado no se corresponde con la función social deseable que la televisión pudiera desempeñar», afirma, contundente. «Tampoco soy optimista en pensar que Telecinco, con el pasado que tiene, pueda cambiar tan fácilmente», continúa el profesor Valls. «Si se trata del fin de una era sólo se verá con tiempo».
Esa es la clave: no sólo anunciar medidas, sino aplicarlas en el día a día de la parrilla televisiva. Según fuentes de La Fábrica de la Tele, la productora de Sálvame, la nueva normativa no ha llegado por sorpresa. «Se empezó a consensuar en los últimos meses de Paolo Vasile como consejero delegado», revelan. Ante la crisis que vivía el grupo, Vasile y las productoras con las que trabaja Mediaset, muchas de ellas participadas por el propio grupo audiovisual, se dieron cuenta de que así no se podía continuar y plantearon muchas de las medias que ahora ha plasmado Alessandro Salem. A esa motivación responden tanto el despido en 2022 de Paz Padilla tras abandonar el plató de Sálvame en directo como el más reciente de Marta Riesco, a quien apartaron de Fiesta después de perder los papeles en una conexión y reclamar a Borja Prado, presidente del grupo, que intercediera «ante el acoso» de los compañeros.
No soy optimista en pensar que Telecinco, con el pasado que tiene, pueda cambiar tan fácilmente. Si se trata del fin de una era sólo se verá con tiempoJavier Valls, miembro de la Comisión Europea de Ética de Investigación
«Mi impresión es que no tienen voluntad de cambio», dice Bueno, «porque chocaría con su mentalidad de obtener una rentabilidad rápida y fácil». Para ella, la televisión necesita una «revisión generalizada». Aunque la telebasura se ha ligado en los últimos años al universo Mediaset, no es una fórmula sólo vista en las cadenas del grupo. Ahí está el tratamiento del caso de las niñas de Alcàsser, en Antena 3, entre otros muchos momentos vergonzantes de los 90. La diferencia, señalan expertos televisivos, está en los Códigos Éticos que se instauraron en Atresmedia o en RTVE hace ya años, y cuya efectividad radica en que «estaban y están regulados con sanciones».
Tanto el Código Ético de Antena 3 (2011) como el de la cadena pública (2019) marcaron ese cambio de rumbo que puso fin a los contenidos considerados telebasura y que han evitado los comportamientos que ahora quiere corregir Mediaset. La diferencia está en la creación de comités específicos que velen por «la revisión exhaustiva de los contenidos». La nueva normativa de Mediaset no especifica quién ejercerá este papel de control. Lo que sí adelanta el nuevo documento es que el incumplimiento de los principios reguladores se sancionará, simplemente, como una «falta laboral».
La difusión masiva de contenidos en los que predominan la cosificación o las agresiones verbales tiene un impacto negativo en la salud mentalTamara Bueno, profesora de Ética y Deontología Profesional
«Los científicos sociales hemos demostrado ampliamente cómo la difusión masiva de contenidos violentos, en los que predominan la cosificación, la hipersexualización, las relaciones tóxicas o las agresiones verbales, tiene un impacto negativo en la salud mental, especialmente de los niños, adolescentes y jóvenes», sentencia Bueno. «Una sociedad que no se preocupa por la ética y por el bienestar de sus niños y jóvenes es una sociedad enferma que necesita una profunda renovación».
La revolución iniciada en Mediaset no recoge ningún principio respecto a sus contenidos más que el veto a 13 rostros o «abstenerse de emitir opiniones, preferencias o comentarios políticos» en los programas de entretenimiento. Un epígrafe que, según Valls, poco tiene que ver con ese cambio de rumbo y más con una norma que se extralimita: «Las libertades tienen sus límites, sí, pero no puede prohibirse taxativamente, ya que, además de ir en contra de derechos fundamentales como la libertad de expresión, pueden ser un mal precedente para todos los medios de comunicación».
La conclusión es que nadie se atreve a sentenciar con firmeza que éste sea el fin de la telebasura. Podría ser el principio del fin, pero queda mucho por caminar en diversos ámbitos: en contenidos, en normativa, en comportamientos, en moralidad. «¿Con las medidas anunciadas ya es suficiente?», se pregunta Ruiz. «Mientras haya mala intención no se podrá hablar de un cambio, pero eso lo tendrá que decidir el mercado».
Debe estar conectado para enviar un comentario.