Benidorm

Las dos caras del alquiler en Valencia

sLAS PROVINCIAS ON+ 
 ELÍSABETH RODRÍGUEZ  Hola
Manuel¿Cómo va esa cuesta de enero? Espero que hayas podido tomar buena nota de los consejos que mi compañera Isabel preparó en la carta de la semana pasada que, si por lo que sea, se te escapó, te recomiendo rescatar y guardar en tu carpeta de favoritos. Dicho esto, el tema que traemos hoy tampoco te será ajeno, porque está de rabiosa actualidad y, casi con total seguridad, te toca de manera más o menos cercana. Se trata de los alquileres en Valencia.Por las nubes. Así están los precios, como ya sabes, en la capital del Turia y el área metropolitana. Esto supone una mala noticia para todos aquellos que buscan una vivienda pero que no pueden permitirse comprar una. Sin embargo, no es tan mala para aquellos propietarios que tratan de sacar un rendimiento al inmueble que tienen vacío. Los datos más fiables de cómo está el mercado del alquiler las encontramos en el informe de la Cátedra de Vivienda de la Universidad Politécnica, que indica que las rentas mensuales cerraron 2022 con un aumento del 28% respecto a hace cuatro años.Este crecimiento disparado nos deja cifras muy superiores a las que podríamos estar pagando por una hipoteca. Por ejemplo, el alquiler medio en Ciutat Vella, el distrito más caro, se sitúa en 1.700 euros. Pero no hace falta irse a la zona más céntrica para encontrar precios desorbitados. En Benimaclet la media se sitúa en 1.133 euros al mes, cuando hace tan solo seis meses estaba en 900 euros. Es decir, desde junio a diciembre, los arrendamientos de este distrito se han encarecido un 25% de media. Más de 200 euros. En Poblados Marítimos –que alberga barrios como Cabanyal–, la renta se dispara hasta los 1.209 euros. Si eres de los que cuenta con un salario mileurista, estas cifras te estarán haciendo resoplar.Y es que esa es la situación en la que se encuentran miles de valencianos que, además de no encontrar pisos que se ajusten a su bolsillo, deben lidiar con una feroz competencia que deriva en escenarios a veces surrealistas. La principal situación que se están encontrando muchos de estos aspirantes a inquilinos es la exigencia de pagar varios meses por adelantado para poder acceder. Al haber tantas personas interesadas en una oferta, el propietario o la inmobiliaria puede permitirse exigir más de un mes de fianza , más aparte los honorarios en caso de que haya un intermediario. Si la mensualidad ya roza los 1.000 euros, puedes plantarte perfectamente en una entrada de 4.000 euros en caso de que pidan dos meses de fianza, más el primer mes de alquiler más lo que se lleva la inmobiliaria.Incluso, atención, algunas inmobiliarias buscan asegurar la solvencia económica del inquilino a unos niveles de legalidad sospechosa. Por ejemplo, a Ferran Ruvira, un valenciano de 28 años, le han llegado a exigir tener un sueldo de mínimo 3.000 euros para aceptarle como inquilino. «Es desesperante», nos contaba este joven a la hora de relatar su periplo de búsqueda de piso. Además, asegura que en la mayoría de ofertas sólo aceptaban o preferían mujeres, lo que le está complicando también la búsqueda.Esto último me lo han confirmado otros conocidos, bien como inquilinos o bien como propietarios que han admitido que en el caso de estudiantes, han pensado que las féminas darían menos problemas que ellos. Una discriminación que, a veces, va más allá del género y llega al punto de racismo inmobiliario. Es el caso que nos contó Alessandro, de origen venezolano, pero es algo que cada vez está resonando más en las redes sociales, donde se pueden leer este tipo de testimonios.Otra consecuencia del encarecimiento de los alquileres es que cada vez más personas se ven abocadas a tener que compartir piso. Incluso familias. Y cuando eres estudiante, la experiencia de convivir con otros universitarios la asumes como algo normal y hasta te puede parecer estimulante, pero cuando tienes 30, 40 o 50 años no es una opción a la que optes por placer y comodidad.Los castings son otras de las situaciones que se están generando ante tantos demandantes de vivienda. Es decir, un grupo de personas interesado en un inmueble tiene que responder a una serie de cuestiones relacionadas con su poder adquisitivo, su trabajo, su modo de vida y sus planes en el medio plazo para, posteriormente, ser seleccionado y poder ir a visitar el piso. Y tras este trámite, entre las personas que confirmen su interés en la vivienda, se seleccionará al mejor candidato.Pero en la otra cara de la moneda están los dueños de estos inmuebles. Y es que, al hilo de esto, un conocido me exclamaba que «no vas a dejar que cualquiera entre en tu casa» , en alusión a las duras exigencias que se están planteando a los inquilinos. Me hizo reaccionar, porque hasta ahora yo estaba empatizando sólo con la postura del que busca una vivienda. Es lógico y lícito que cualquier propietario se asegure de que la persona a la que va a alquilar su piso sea alguien solvente y confiable, que vaya a cuidar de ese inmueble como si fuera suyo. Sin embargo, creo que esto se puede hacer sin la necesidad de caer en situaciones denigrantes o sin los abusos ni discriminaciones que se están produciendo.Aquí entra en juego la ética y los valores de cada cual. Al fin y al cabo, se trata de un tema peliagudo: el negocio inmobiliario y la propiedad privada versus el derecho a la vivienda. Lo que está claro es que la Administración debe intervenir de manera afectiva para conseguir un equilibrio entre la oferta y la demanda. Mientras los inmuebles disponibles sean pocos y muchos los que buscan, el mercado seguirá cada vez más tensionado.Hasta aquí el tema de esta semana, que a mí me preocupa particularmente. ¿Cómo lo ves tú? ¿Eres de los que están buscando vivienda o de los que alquila? ¿Crees que los propietarios están lo suficientemente protegidos ante los impagos? Si eres propietario, ¿estarías a favor de una intervención directa en los precios? Nos interesa conocer tu opinión. Puedes enviarla a economia@lasprovincias.es, te leeremos con mucho gusto. ¡Ánimo con esta última recta de enero!

Categorías:Benidorm