
Es pueblo de transición
entre el mar y la montaña,
entre las sierras de Bernia,
del Xortá y de la Aitana.
Su principal atracción
es una bella fontana
de donde nace el Algar,
todo un tesoro de agua
que desemboca en Altea,
una ciudad muy cercana.
Fue señorío de Sarrià
en épocas muy lejanas,
y, antes, su origen fue
una alquería musulmana.
El pueblo antiguo embelesa
por su belleza probada:
el lavadero de antaño,
donde siempre se lavaba,
y callejuelas estrechas
ligeramente empinadas.
Y de San Juan Bautista,
la iglesia, que tiene fama
de ser, quizá, la más grande
de esta tierra valenciana.
La Virgen de las Injurias
es la imagen venerada
por todos los callosinos;
a esta virgen le cantaban
unos gozos muy solemnes,
después de ser restaurada.
Hay vestigios de un castillo,
quedan restos de murallas.
Ya fuera de la ciudad,
mas no lejos en distancia,
llegar al fuerte de Bernia
es excursión obligada,
entre nísperos y almendros,
fresas, limones, naranjas…
Como fiestas, predominan
en esta villa afamada
las de Moros y Cristianos,
por todos muy alabadas.
También en julio celebran
las tradicionales danzas
que tienen doscientos años
y de Sant Jaume llamadas.
Y de la gastronomía,
por todos muy celebrada,
hay que destacar el “minxo”,
una especie de empanada,
el puchero con pelotas
y otras cosas variadas.
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