
Como guardianes de Boabdil durante nueve años, el Gran Capitán y Martín de Alarcón, ancestro del vicepresidente, estrecharon su amistad y tramaron la manera de aumentar el poder del «Rey moro» de cara a la inminente capitulación de Granada
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La historia de una familia es un enorme puzzle siempre inacabado, siempre necesitado de nuevas y viejas piezas para alimentar el cuadro general. Capaz de unir ramas en apariencia imposibles, tanto como la noche y el día o, en el caso de Pablo Iglesias, tanto como un vicepresidente de ideología republicana del siglo XXI y un noble castellano del siglo XV con perfil militar.
Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno, tiene un pasado familiar lleno de ricas historias y de grandes hombres que sirvieron a la Corona española. MyHeritage.es, una plataforma colaborativa que se dedica a trazar hilos genealógicos entre sus usuarios, se ha valido de los más de 50 millones de árboles, todo un bosque de vidas, para
reconstruir los orígenes familiares de Pablo Iglesias Turrión a modo de curiosidad histórica. «Todos nosotros podemos enorgullecernos del legado que nuestros antepasados dejaron y nos influyen incluso hoy», considera Sonia Meza, gerente para España y e Hispanoamérica, quien ha realizado esta investigación para mostrar la potencia de la tecnología que maneja su compañía.

La investigación del equipo de MyHeritage.es ha permitido bucear en las figuras más notorias de la familia tomando como punto de anclaje los quintos abuelos de Pablo Iglesias, Joaquina Teresa Ariza Ferrer, nacida en 1804 en Baza (Granada), y Pedro de Alarcón Carrillo, nacido en 1798 en Guadix, (Granada). Este notario andaluz legó su apellido a varios hijos con solera, entre ellos el cuarto abuelo de Pablo Iglesias,Luis Pedro Joaquín Víctor de Alarcón, nacido el 12 abril 1830, en Guadix, localidad en la que ejerció como notario y donde fue regidor, y el escritor realista Pedro Antonio Joaquín Melitón de Alarcón y Ariza.
El amigo del Gran Capitán
Lo particular de Pedro Antonio Joaquín Melitón de Alarcón y Ariza, aparte de una prodigiosa prosa que le llevó a ser definido por Emilia Pardo Bazán como «el rey de los cuentos españoles», es que tuvo el empeño de excavar en sus orígenes familiares hasta completar un mosaico de nobles vinculados a la conquista y defensa de Granada. Así descubrió que su abuelo paterno fue regidor perpetuo de Granada, contándose entre sus ascendientes a Martín de Alarcón –participante en la conquista de Granada– y Hernando de Alarcón, capitán de Carlos V.

En un libro sobre genealogías nobiliarias escrito por Diego Díaz de la Carrera en 1665, se describe a Martín de Alarcón, hijo de un rico hombre de Castilla, como «uno de los insignes capitanes que se hallaron en las guerras y conquista del Reino de Granada, capitán de la guarda de los Reyes Católicos de los Reyes Católicos, alcaide de las fortalezas de Porcuna y Moclín, comendador de la Membrilla en la Orden de Santiago, que estuvo en la custodia del Rey Moro de Granada, y al infante su hijo, y fue nombrado, juntamente con el Gran Capitán Gonzálo Fernádez de Córdoba, para las capitulaciones y entrega de aquella ciudad».
Como guardianes de Boabdil durante nueve años, el Gran Capitán (aún no se le conocía por este apodo) y Martín de Alarcón estrecharon su amistad y tramaron la manera de aumentar el poder del «Rey moro» de cara a la inminente capitulación de Granada. Cuanto más fuerte fuera la autoridad del cautivo Boabdil, más fácil sería que un trato con él se tradujera en la entrega de Granada para los cristianos.
Narra Hernán Pérez del Pulgar, que Fernádez de Córdoba propuso a su amigo Alarcón que «con la gente de sus capitanías, dar algo a unos alborotadores que allí estaban y castigar a otros que cizañaban… Y pues vos y yo estamos determinados a trabajar por él, no tenemos que mirar peligros ni trabajos, pues todo lo tenemos que poner detrás de este caso que se ofrece».Martín estuvo de acuerdo en el plan de meterse en Granada de forma furtiva para debilitar a los enemigos de Boabdil, «sin temor de la cautividad ni de la vida, que es el bien más preciado que tenemos»
Martín estuvo de acuerdo en el plan de meterse en Granada de forma furtiva para debilitar a los enemigos de Boabdil, «sin temor de la cautividad ni de la vida, que es el bien más preciado que tenemos». Ambos hombres se introdujeron varias veces en Granada con un grupo de hombres escogidos para llevar armas, dinero, pólvora y adiestramiento a los partidarios de Boabdil. Aprovechando que el tío y rival de Boabdil abandonó tiempo después Granada para repeler un ataque en la Ajarquía, los partidarios del Rey Chico se hicieron con la Alhambra y con el control de la ciudad en el verano de 1486. Solo fue cuestión de tiempo que el débil Boabdil cumpliera con las promesas hechas a los Reyes Católicos y rindiera su reino.

Un capitán al servicio de Carlos V
Martín de Alarcón no solo fue clave para poner punto final a la Reconquista, sino que decidió acompañar a su amigo el Gran Capitán en sus aventuras italianas. Se conoce muy poca información de su experiencia en Italia, pero consta que viajó en 1495 junto a un sobrino suyo llamado Hernando de Alarcón, que terminaría convirtiéndose en teniente general de los ejércitos de Italia y capitán general del ejército del reino de Nápoles.

Hernando de Alarcón, que también había combatido en Granada, participó en este escenario italiano en «una novedosa formación militar que lo sitúa en la vanguardia de su época. El señor de Alarcón contribuyó a la creación de las nuevas técnicas militares de la Edad Moderna, basadas en la superación de la guerra de choque medieval, y una mayor responsabilidad de la infantería», como explica el historiador Fidel Cardete Quintero en la entrada que le dedica a su figura en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de Historia.
Hernando estuvo presente en algunas de las acciones más brillantes de las protagonizadas por el Gran Capitán, entre ellas la batalla de Garellano, y ejerció como gobernador y capitán general de la provincia de Calabria. No obstante, con la destitución de Gonzalo Fernández de Córdoba como virrey de Nápoles la suerte política de Alarcón también pareció sellada. No fue así, el Rey Fernando el Católico empleó a Alarcón en la conquista de Túnez y Bugía, donde le concedió el cargo de maestre de Campo, y en 1513 volvió a Italia. Durante la batalla de Rávena, resultó herido y fue hecho prisionero por el Duque de Ferrara.Especializado en prisioneros de alta alcurnia, fue también el noble castellano quien en 1527 custodió al Papa Clemente VII e impidió que las tropas amotinadas accedieran al castillo de Sant Angelo
Con la llegada al trono de Carlos V, el Señor de Alarcón siguió en la brecha de todas las grandes batallas del periodo, incluida la batalla de Bicoca en 1522, que por lo fácil que resultó la victoria española dio lugar a la expresión popular «esto es una bicoca», o la batalla de Pavía en 1525. Precisamente fue Alarcón quien se encargó de custodiar tanto en Italia como en Madrid al Rey Francisco I, capturado tras esta contienda.
Especializado en prisioneros de alta alcurnia, fue también el noble castellano quien en 1527 custodió al Papa Clemente VII e impidió que las tropas amotinadas y descontroladas accedieran al castillo de Sant Angelo. Como pago por todos sus servicios, Carlos V le propuso como virrey de Sicilia tras la toma de Túnez, donde también se elevó como uno de los capitanes más capaces de su generación. Debido a su avanzada edad, rehusó este honor y se retiró de la vida política. Falleció en Italia el 15 de enero de 1540, a la edad de setenta y cuatro años.
Más allá de Hernando y de Martín, la familia de la que viene Pablo Iglesias entronca, según la investigación deMyHeritage.es, hasta el legendario caballero Fernán Martínez de Ceballos, descendiente de la poderosa y noble casa antigua de los Ceballos.
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