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Con motivo del 90 cumpleaños de Carmen Sevilla, recordamos su espléndido pasado y su legado, que continúa estando presente

La vida de Carmen Sevilla merece ser recordada, y no hay momento mejor que este, cuando la artista celebra su 90 cumpleaños. Alejada de quienes fueron sus amigos, pero ni mucho menos sola, la artista lleva tiempo recluida en su propio mundo a causa del alzhéimer que padece.
Un largo recorrido profesional y personal que entrelaza su nombre con el de otras estrellas de la época, como el deConcha Piquer o Imperio Argentina, a quienes conoció de niña y para las que su abuelo y su padre componían la música de sus películas. Gracias a su personalidad y belleza llegó a ser considerada la ‘novia de España’, pero no se quedó dentro de nuestras fronteras, habría sido egoísta quedarnos un talento como el suyo solo para nosotros.

Viajó por Latinoamérica en compañía de Lola Flores, Paquita Rico y Carmen Flores, amistades de las que llegan para quedarse. Una belleza como la suya era imposible que pasara desapercibida entre los hombres de la época. Famosos fueron sus amoríos con Cantinflas, Yul Brynner o Frank Sinatra,siempre sin cama hasta que llegó Augusto Algueró.
Se casaron, tuvieron un hijo, hubo infidelidades, porque no todas las historias de amor tienen un final feliz. Protagonizó otra boda, esta vez con Vicente Patuel, así llegaron las ovejitas,la viudedad y su vida actual, donde solo hay segundos de presente porque el pasado y el futuro desaparecieron.

Recordar los mejores años de Carmen, cuando era capaz de procesar y dirigir su existencia, es la mejor manera de recordar a esta gran mujer. Nada más comenzar los primeros síntomas del olvido, su casa del madrileño paseo de Rosales se convirtió en su referencia. Los vecinos estaban acostumbrados a su presencia y a sus paseos mañaneros. Unas veces con las cuidadoras, otras con su hijo Augusto o con Moncho Ferrer, su amigo del alma. Esta dura enfermedad cambió su vida para siempre.
Suite y peluquería
La decisión que tomó su hijo fue seguramente el mensaje que le indicó su madre antes de que su mundo conocido se parara:“Que me recuerden como siempre he sido”, una frase que resumía el legado que recogió Augusto Algueró García Galisteoy que ha mantenido a pesar de ciertas críticas. Él mejor que nadie sabe que no hay necesidad de esos encuentros con amistades que fueron íntimas en su día y que el alzhéimer borró de un plumazo. Una decisión que no todo el mundo entendió pero que es necesario respetar.

No fue el hijo el que puso vetos, sino la necesidad de que su madre llevara una vida tranquila y ordenada en la residencia de Aravaca donde se encuentra perfectamente atendida. Tiene su suite con una pequeña sala de estar y cuarto de baño, y hasta hace un tiempo compartía zonas comunes. Carmen Sevilla tenía a su disposición servicio de peluquería y manicura, y su apariencia siempre ha sido impecable.
Algueró confirmaba el año pasado a Vanitatis, cuandoaparecieron informaciones sobre la soledad de la artista, que“no está sola ni abandonada, como se ha dicho. Voy a verla a diario siempre que puedo y, si no, estoy en contacto con la residencia. Mi madre ha sido muy guapa y lo sigue siendo”, decía.
A raíz de la pandemia del coronavirus se frenaron los desplazamientos internos de los pacientes para evitar males mayores. Ha sido una de las residencias donde la incidencia de la covid-19 no ha tenido repercusión. El hijo explicaba a los amigos, cuando preguntaban por ella en plena pandemia, que “mi madre está bien. Tranquila, muy cuidada y ojalá nos dure mucho y no sufra ni tenga dolores”. A su edad cualquier indisposición puede ser irreversible pero, por ahora, Carmen Sevilla se mantiene feliz en su mundo.

Una situación de estabilidad que contrasta con la noticia quesaltó hace pocos días y que pronto se demostró falsa, afirmando que Carmen había fallecido. Era el propio Augusto quien, visiblemente indignado, se encargaba de desmentirlo para Vanitatis: “Es una total falsedad. Mi madre se encuentra bien. No me explico cómo hay alguien que puede publicar algo así. El individuo que lo ha hecho ni tiene relación con la familia ni sé quién es. Si tiene jefes deberían echarle del trabajo que tenga como informador. Es una miseria decir ese tipo de cosas que hacen mucho daño. No hay derecho a estas mentiras”.
Carmen, ajena a todas estas polémicas, continúa encerrada en su mundo, protegida y cuidada por su hijo, quien siempre ha demostrado la adoración que siente por su madre y que seguro que un día como hoy, 16 de octubre, la tiene más presente que nunca y, si la pandemia lo permite, no dudará en pasarlo a su lado.
UN 23 DE FEBRERO DE 1961
Carmen Sevilla y Algueró, la boda de la década: de Pertegaz y con telegrama del Papa
La actriz llevaba más de una década de carrera y era patrimonio nacional cuando se casó ante una multitud agolpada en torno a la basílica del Pilar, donde tuvo lugar la ceremonia

Por Jose Madrid
Alrededor de 300.000 personas se agolpaban, un 23 de febrero de 1961, en los alrededores de la basílica del Pilar de Zaragoza. Aquel era el escenario en el que se casaban una estrella de cine y un compositor, una joven Carmen Sevilla y un exitoso Augusto Algueró, que por aquel entonces era el creador de algunas de las bandas sonoras más famosas de publicidad televisiva y de las películas más emblemáticas del cine español de la época. Los españolitos del tardofranquismo la llamaron ‘la boda de la década’.
No iban muy desencaminados, ya que Carmen Sevilla llevaba a sus espaldas más de una década de carrera y estaba considerada un auténtico patrimonio nacional, capaz de despertar el interés mediático de todo un país. Aunque la actriz y cantante quería, al más puro estilo Lola Flores, que todo el mundo fuese a su boda, finalmente hubo que restringir el número de invitados para que no hubiese un colapso.
De raso y tul
Vestida con un traje de Pertegaz, la futura presentadora del ‘Telecupón’ entró en la iglesia como si fuese la princesa de un cuento, con una marcha nupcial de fondo y luciendo una tímida sonrisa. El modelo que lucía la folclórica despertó la admiración de todos: de raso y compuesto por varias capas de tul, era evidente que ningún detalle del vestuario se había dejado al azar. Su cabeza iba coronada por una diadema llena de brillantes y el lacado de sus uñas era lo suficientemente llamativo. Aparte del vestuario, aquel día hubo varias sorpresas tanto para ella como para Algueró, ya que recibieron un telegrama del mismísimo Juan XXIII que fue leído por Pascual Galindo y que también fue registrado por unos cámaras que se agolpaban alrededor del altar para registrar de cerca el ‘sí, quiero’ de la pareja.

El paso posterior al intercambio de alianzas fue la visita deSevilla y Algueró por la capilla de la Virgen para rezar y escuchar la Salve que se les dedicó. Después, se desató la locura. Nada más salir del recinto, los novios fueron jaleados por una enorme multitud que jamás había visto a dos personajes tan famosos de cerca. La policía tuvo doble trabajo ese día, ya que tuvo que contener a las masas y vigilar de cerca que no se acercasen tanto a los novios como para perturbar su día. Bien escoltados y mejor protegidos, ambos se fueron al Hostal del Ciervo de los Monegros, donde se celebró un banquete al que acudieron más de 300 comensales, muchos de ellos rostros populares.
Una relación destinada al fracaso
Aunque la escenificación amorosa fue buena, el amor no lo fue tanto. Carmen dijo que había llegado “virgen” al matrimonio, tal y como se había propuesto siendo tan solo una adolescente de educación conservadora y estrictamente católica. “Fue un flechazo, me encantaba la manera de tocar el piano que teníay lo coqueto que era y… además vestía tan bien. En aquellos momentos fue todo un caballero conmigo”, dijo.

Sin embargo, los escarceos amorosos del músico derivarían en un divorcio que tendría lugar en 1974, justo cuando ella trataba de relanzar su carrera como mito erótico en pleno destape, dejando atrás la imagen virginal que había cultivado dos décadas antes. Películas como ‘No es bueno que el hombre esté solo’ la ayudarían a hacerlo. “Lo que no consiento es que se pasee con cualquier puta de la Gran Vía y luego se venga a acostarse conmigo como si nada”, le contó una vez al periodistaManuel Román acerca del fin de su relación, que le dejó un hijo,Augusto, y un mal sabor de boca que tardaría años en superar.
Hoy, la Carmen Sevilla sin memoria que habita en una residencia sufriendo los estragos del alzhéimer ha perdido el recuerdo de aquella boda espectáculo que un día despertó el interés de toda España. También el del hombre que le hizo daño pero que también le dio lo que ella consideraba, en sus propias palabras, lo más importante de su vida: su hijo.
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