
El maestro de Galapagar e Isabel rompieron a finales de junio. Él pasó varias semanas en la finca de Pedro Trapote en Sevilla. «Hay una chavala nueva. Su ex no lo va a poner fácil», aseguran en su entorno
MADRID
Con una temporada taurina lastrada por el coronavirus, sin grandes faenas que rememorar, el foco se trasladó este verano del albero al tendido para buscar la cabellera rubia de Ana Soria. Incluso medios puramente taurinos diseccionaban con más empeño cómo Enrique Ponce dibujaba la A de Ana en la arena que sus elegantes verónicas y chicuelinas. El culebrón de la ruptura del diestro y Paloma Cuevas y los apasionados encuentros con la joven Soria aireados en redes cautivó a la audiencia. Y como en las mejores series de Netflix, en octubre estrenó su segunda temporada. En esta ocasión, el protagonista es José Tomás y el guión resulta bastante familiar. Ha roto con su mujer Isabel tras 20 años de relación
y un hijo –José Tomás Román– en común de 11 años. Y sí, también hay una tercera persona con bastantes menos años que el maestro de Galapagar.
Pero cuidado, los que aguarden la secuencia de José Tomas, de 45 años, a lomos de un cocodrilo hinchable con su nueva conquista quedarán decepcionados. «Es un personaje ermitaño. No tiene whatsapp ni redes sociales. Hay temporadas en las que desaparece y no se sabe si está en Galapagar o en Estepona. Él considera que si se sobreexpone en los medios, pierde esa aura de misterio y la gente dejará de ir a la plaza. He coincidido con él en Puerto Banús y le he visto levantarse cuando se acercaban a pedirle fotos. E incluso demandó a un ganadero de Córdoba por publicar un vídeo de él en el tentadero. Y si hace una donación, la hace en privado. No quiere saber nada de eventos», asegura una fuente que lo conoce bien, pero que naturalmente no quiere desvelar su identidad.
Aunque la noticia de su ruptura con Isabel saltó esta semana, en realidad se produjo hace tiempo. «La ruptura fue a finales de junio o principios de julio. Y está siendo complicada. Hay una tercera persona, una chavala bastante más joven y, de momento, es Isabel la que se ha quedado en el hogar familiar. Es una mujer de armas tomar. No le va a dejar escapar con todo. Le va a sacar lo que ella considera que es necesario».
Vida en Estepona
En las calles de Estepona, donde reside la pareja, tampoco se había comentado nada hasta ahora. «Como no había salido en televisión ni en programas…. La historia la sabía solo el entorno muy cercano. El hermano de José Tomás, Antonio, tiene una clínica de fisioterapia bastante conocida y mucha gente va allí a tratarse. En ese círculo sí se sabía algo», comenta un vecino de Estepona. En el bar Macarena, que solía frecuentar, hace tiempo que no le ven. Pero prefieren no dar más detalles.
José Tomás e Isabel se enamoraron hace dos décadas en la tienda de fotografía de Carrefour de Estepona donde ella trabajaba como dependienta. Él quedó prendado. «Parecía sacada de un cuadro de Romero de Torres». Instalaron su nido de amor en la urbanización Hacienda Beach, frente a la playa. Pero el hechizo se rompió y la crisis se hizo insostenible este año.
José Tomás pasó el confinamiento lejos de su familia, en Las Majadillas, la finca que el empresario Pedro Trapote tiene en El Castillo de las Guardas de Sevilla. El empresario es uno de los grandes amigos de José Tomás, de los pocos con los que comparte sus confidencias.

Y buscando el rastro más reciente del diestro, viajamos a Huelva. El jueves 24 de septiembre estuvo tentando dos vacas de la ganadería Albarreal, en la finca El Campillo en San Bartolomé de la Torre, que es propiedad de la familia García Palacios. Por las redes circula la foto del diestro, flanqueado por José Luis García Palacios, presidente de Caja Rural, y «El Pato», un aficionado bautizado así porque vende paté de pato.
A nivel taurino, José Tomás cierra la temporada en blanco sin una sola aparición en el ruedo. Un año estéril, en el que debería haber celebrado el 25 aniversario de su alternativa con dos corridas –mayo y septiembre– en la plaza de Nimes, y que finalmente quedaron canceladas. Un otoño en el que copó titulares y no por su estilo clásico y hondo con el capote, ni sus gaoneras ajustadísimas en el quite. Su peor pesadilla.
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