Alfaz del Pi

ESPAÑA, EL PAÍS EUROPEO CON MAYOR EXCESO DE MORTALIDAD DURANTE LA PANDEMIA

lPREMIUM

  • GRACIA PABLOS

Sábado, 1 agosto 2020

¿Es justo comparar la respuesta de los diferentes países ante el coronavirus? El 30 de abril, cuando Europa era el epicentro mundial de la peor cara de la pandemia, el estadístico británico David Spiegelhalterescribió un artículo en ‘The Guardian’ en el que exponía por qué no debemos ni podemos comparar los datos… a la ligera. Apenas una semana después de la publicación,reclamó vía Twitter que todos aquellos que estuvieran utilizando su artículo con fines políticos (aludiendo directamente al Primer Ministro británico) se abstuvieran de hacerlo.

El problema estaba en el sentido con el que se utilizaron sus palabras. Spiegelhalter reclamaba el poder del contexto para poder valorar realmente las cifras que leíamos (y leemos) a diario, pero también reconocía no solo la posibilidad, sino la necesidad de establecer ciertas comparaciones para poder aprender de los demás y de nosotros mismos. En una pandemia en la que todo es desconocido y asistimos a cambios constantes de dirección en las respuestas internacionales, tiene aún más valor todo ese campo de trabajo para observar los efectos a las medidas que han tomado otros gobiernos, y sobre todo para llegar a entender la mejor manera de enfocar futuros rebrotes.

¿Qué nos cuentan las cifras de lo que ha sucedido hasta ahora? El punto de partida ya supone un primer problema, porque se incumple el fundamento más básico de cualquier comparación estadística: que todos los datos se hayan recogido de igual manera. Ni existe un único criterio ni tampoco podemos estar seguros al 100% de las fuentes, ya sea por motivos intencionados o por pura incapacidad logística. Por tanto cualquier cálculo que hagamos siempre tendrá que ir acompañado de un asterisco.

La cifra más habitual, la que protagoniza titulares en todos los idiomas, es la absoluta. Los casos y las muertes totales. Son también el dato que sirve para elaborar la famosa gráfica en la que todos esperábamos que la curva comenzase a aplanarse, y en la que podíamos comparar el crecimiento de casos en los diferentes países.

En la actualidad, cuando España ya está ocupada en pelear contra los rebrotes de una primera oleadaterrorífica, esas cifras totales nos devuelven un ranking como el que muestra el siguiente gráfico.

En él vemos el primer problema, evidente, al manejar estas cifras: ¿Cómo comparar países con poblaciones tan desproporcionadas? Solo China tiene más habitantes que todo el continente europeo y Estados Unidos suma tantos habitantes como la suma de las poblaciones de Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y España juntas. Esto explica que si bien Estados Unidos lidera el ranking en casos y muertes totales, al calcular el ratio con respecto a su población desaparece de cualquier puesto de la cabecera.

¿Deberíamos comparar siempre ratios? Tampoco es una verdad absoluta, ya que este tipo de cálculo destaca el valor de países muy pequeños, en los que un caso más o menos supone un cambio proporcional mucho más importante, pese a que no sea tan significativo en términos del retrato global de la pandemia. Pero conocer ambas cifras sí nos permite acercarnos a la realidad, poner en contexto los números de Estados Unidos, por ejemplo, y lamentablemente comprobar que España puntúa alto en varias mediciones.

Siguiendo con el mismo razonamiento, podemos valorar el estado de la pandemia a nivel nacional y regional o incluso urbano. Si bien los números de China hace mucho que se quedaron escasos en comparación con las cifras que dejaba la pandemia a su paso por otros países,no es lo mismo comparar cómo afectó a todo el país que quedarnos con su huella en Hubei, región en la que se sitúa la ciudad de Wuhan. Tampoco Estados Unidos, pese a sus elevadas cifras, ha sufrido un impacto tan grande a nivel nacional, pero el retrato cambia si nos fijamos en lo que ha sucedido en algunos de sus estados, en especial Nueva York y Nueva Jersey.

A todos estos matices hemos de añadir que no todos los países se encuentran en el mismo momento frente a la pandemia. Para evitar esa desviación, en muchas ocasiones las gráficas omiten las fechas reales y las sustituyen por un conteo de los días transcurridosdesde que se alcanzó una determinada cifra de casos (los primeros 50 o los primeros 100, por ejemplo). De esta manera pueden comparar los países en los mismos estadios. Sin embargo, esta modificación olvida que no es lo mismo ser uno de los primeros países en sufrir la llegada del coronavirus (como Italia o España) que luchar contra ella cuando ya comenzamos a tener algo más de información para combatirla.

Las cifras absolutas también ocultan el momento de la batalla contra el virus. Un contagio hoy podría convertirse en miles en muy poco tiempo y por eso un número de casos totales quizá no sirva para seguir el rastro a la enfermedad en sus estadios iniciales. Una manera de comprobar cuáles son los puntos calientes es fijarnos precisamente en el tiempo de duplicación, tanto de casos como de muertes. Puntuar alto en esta tabla implica que aunque no existan muchos casos aún, el ritmo de crecimiento es preocupante. Eso serviría también para medir los rebrotes, ya que lo que hemos de temer no es tanto la cifra inicial como que su expansión se corte lo más rápido posible.

En Europa la peor parte (al menos de la primera oleada) ya ha pasado o está en vías de ello, y por eso es el momento en que podemos hacer cierto examen a lo que ha supuesto la pandemia para el viejo continente. Y hacer eso sorteando los vaivenes de los datos es complicado, en parte por las dificultades lógicas de intentar averiguar algo así prácticamente en directo y en parte por los problemas de origen con las cifras. Solo los números confusos que España ha publicadodurante las últimas semanas son un claro ejemplo de la dificultad que supone intentar obtener una fotografía precisa en estos momentos.

Ante la ausencia de cálculos más concretos, se plantea la posibilidad de observar la mortalidad global, no solo la que se ha adjudicado al coronavirus sino la que se debe a cualquier causa. Si comparamos este dato con la mortalidad prevista, una cifra obtenida a partir del promedio de registros históricos, podemos hacernos una idea mucho más clara del verdadero impacto, ya sea de forma directa (fallecimientos reconocidos o no por coronavirus) o indirecta (mortalidad por otras causas derivada de un sistema sanitario saturado o por la no asistencia a los hospitales).

Pero este cálculo también tiene sus contras, por un lado no disponemos cifras de todos los países, de hecho son pocos los que tienen capacidad e intención de recopilar y publicar estos números, y por otro no existe ningún organismo internacional que publique estos datos, algo que sí ocurre con las cifras del coronavirus (la OMS o la ECDC son algunos de los organismos que publican estas cifras). Sin embargo, algunos medios de comunicación, como el ‘Financial Times’, han realizado un minucioso trabajo y lo han compartido en abierto.

Aunque este medio también recoge la situación de países en los que la situación es crítica en estos momentos (Brasil, Perú) nos quedamos con las naciones en las que el punto álgido ha pasado y es posible hacer un análisis más completo de lo que ha supuesto esta pandemia.

De nuevo España aparece en los primeros puestos, con un exceso de mortalidad del 56% al que le sigue Reino Unido con un 45%. Mientras tanto, Noruega o Dinamarca apenas han registrado una desviación y algunos países como Alemania, en el que la gestión ha sido rápida y eficaz, el exceso de mortalidad apenas alcanza el 5% para todo el periodo.

Con estos datos en la mano, los más «justos» con los que podemos contar, vamos a intentar añadir contexto. Por un lado, el coronavirus tiene una mayor letalidad en personas de más de 70 años, y la proporción de este grupo de población no es la misma en todas las naciones. De igual manera, la densidad puede sumar puntos, ya que a priori el contagio es más probable en áreas altamente pobladas.

Gráfico flourish Coronavirus y demografía

El sistema sanitario también juega un papel fundamental: si bien los distintos países europeos disponen de medios más similares entre sí que si los comparásemos con naciones de otros continentes, sus recursos distan mucho de ser idénticos.

Gráfico flourish Coronavirus y sanidad

¿Y la salud de la población? España cuenta con una población envejecida, pero el estado de salud global es razonablemente bueno. En este gráfico vemos si podemos considerar que las enfermedades cardiovasculares o la diabetes (ambas factores de riesgo para el coronavirus) están relacionadas con una mayor mortalidad global en estos meses.

Gráfico flourish coronavirus y salud

Por último, vamos a comparar dos indicadores globales con el porcentaje de mortalidad en exceso durante estos meses. La Universidad de Oxford publica y actualiza semanalmente el llamado «Índice de rigor de larespuesta gubernamental (contra el coronavirus)». Con este índice pretende medir la severidad de las medidas de contención declaradas e impuestas por cada gobierno, con el confinamiento como medida estrella.¿Han sido los menos rigurosos los más golpeados?

Gráfico flourish Rigor en la respuesta

Y por otro lado, tenemos el Índice de Salud Global, que en 2019 publicó un ranking de los países mejor y peor preparados… para una posible pandemia. En el siguiente gráfico comparamos la posición que alcanzó cada país de los que hemos analizado en la lista del exceso de mortalidad y en la clasificación de Salud Global.

Gráfico flourish El valor de la preparación

Hemos añadido el contexto que requería Spiegelhalter y, como él, pretendemos analizar de la forma más clara posible lo que ha sucedido en estos meses dentro y fuera de nuestras fronteras. Pero faltan más meses, incluso años, para que contemos con una buena y completa información de base con la que analizar la situación de forma rigurosa. En la pandemia de Gripe A se renunció a seguir contabilizando contagios cuando el total mundial rondaba el medio millón de casos y las 20.000 muertes, en agosto de 2010. Años más tarde, la revista ‘The Lancet‘ publicó un estudio en el que se establecía otro conteo final, según el cual una de cada cinco personas se habría contagiado de Gripe A y las muertes se acercaban a 300.000.