
Los restaurantes que tenían previsto abrir este lunes lamentan las pérdidas económicas que conlleva no haber pasado a la fase 1 de la desescalada
Ya lo tenían todo preparado para el reestreno: la mercancía encargada, los trabajadores avisados, la publicidad repartida, la ilusión de abrir las puertas de un restaurante que llevaba casi dos meses cerrado… Pero el anuncio de que toda la provincia de Málaga se quedaba en la fase cero de la desescalada les cayó como un jarro de agua fría y ha impactado de forma dramática en sus bolsillos. «Estábamos muy ilusionados con volver a abrir y contactar de nuevo con la gente, pero el anuncio del Gobierno ha supuesto un golpe muy duro para nosotros y nuestros trabajadores».
Quien habla es Juan Gago, copropietario de los restaurantes La Caleta, La Casita 33 y El Carácter, todos ellos en la zona oeste de la capital. Él se pasó toda la semana pasada cuidando con mimo los detalles para la vuelta, contrató a una empresa de desinfecciones y había coordinado con la gestoría que la mitad de sus empleados iban a salir del ERTE. «Gracias a Dios no lo hice el día antes del anuncio porque sino ahora tendría que pagarles sin ingresar nada y sería la ruina definitiva», confiesa.
Considera que esta decisión supone un palo muy importante a nivel económico, y más después de llevar casi dos meses con las puertas cerradas. «No sólo nos afecta a nosotros, sino a los proveedores, a los que le hemos tenido que cancelar el pedido y también iban a sacar a personas del ERTE para atender la demanda».
A lo largo de la provincia se repiten muchos casos como el de Juan, ya que numerosos bares y restaurantes habían marcado en rojo en su calendario el 11 de mayo como fecha para la vuelta. Y todos ellos han tenido que dar marcha atrás tras conocer que Málaga no ha avanzado a la fase 1, que será el momento en el que se permitan abrir las terrazas de los negocios de hostelería, aunque limitando su capacidad al 50%.
El Pimpi era otro de los establecimientos que lo tenían todo preparado para la reapertura. Su gerente, Pablo Gonzalo, explica que iban a rescatar a 15 trabajadores, pero la decisión del presidente del Gobierno les ha impedido volver a trabajar como a ellos les gustaría. «Es una locura que una semana y media antes te anuncien que vamos a estar en un sitio, y dos días antes te lo echen atrás», dice sobre el anuncio del pasado viernes.
En su caso también había avanzado en los preparativos: habían realizado limpieza y encargado productos a los distribuidores que ahora no podrán utilizar. Aunque tienen previsto poner en marcha un nuevo servicio de entrega a domicilio, gran parte de la mercancía acabará en los comedores sociales con los que ellos colaboran. Al menos no había ejecutado aún el rescate de los trabajadores. «Una decisión de este tipo no se puede anunciar con 48 horas de antelación y un festivo de por medio», lamenta.
En la provincia, otro que iba a subir la persiana era el restaurante japonés Nozomi, en Torremolinos. Uno de sus propietarios, Joaquín Díaz, llevaba una semana adecuando el local y realizando las compras previas, pero ahora se las va a tener que comer, nunca mejor dicho. Al menos no realizaron la compra grande, ya que tenían previsto ir el sábado por la mañana. «Cuando cerramos hace dos meses tuvimos que tirar mucha mercancía por el poco tiempo con el que nos avisaron, y ahora nos dan esta noticia también dos días antes».
En todos los casos –también hay otros negocios importantes que iban a abrir como Trocadero o Limonar 40– confían en hacerlo el próximo lunes, aunque ya no se muestran tan confiados. «Si el primer día me falta algo de mercancía me lo tendrán que perdonar los clientes; pero mejor eso a tirar más dinero», se excusa Joaquín.
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