Muchas personas optan por asistir ellas mismas a sus ancianos y dependientes para cubrir sus necesidades básicas. El cierre de todos centros de día aumenta la demanda de las empresas de comidas y servicios de asistencia de mayores.

La falta de productos de contención contra el contagio se ha convertido en la piedra angular de la atención de la población de riesgo -mayores y dependientes con patologías previas-. La consellera de Sanidad, admitió ayer la existencia de escasez de productos porque «estamos justos de material», pero acto seguido Ana Barceló aseguró que el «Ministerio nos remitirá parte del cargamento que acaba de llegar de China».
Mientras llega el esperado cargamento, la carestía se sufre en hospitales y centros de salud pero también en las residencias de mayores y, especialmente, en los servicios de atención a domicilio donde las pocas mascarillas que se han conseguido son reutilizadas varios días.
Una coyuntura que ha sembrado el temor a la infección por coronavirus y ha motivado ya que muchas familias se hagan cargo de sus mayores que, hasta la fecha, eran atendidos por los servicios de atención a domicilio (SAD), tanto públicos como privados.
La psicosis ha provocado que muchos usuarios «ya no se fían de que los trabajadores, que no llevan trajes ni mascarillas, puedan transmitir el Covid-19 a sus mayores o dependientes moderados con elconsiguiente peligro de mortalidad por ser población de riesgo», según se explicó desde una de las empresas SAD incluidas en la patronal de la Dependencia, Aerte.
Curiosamente, estas bajas han sido compensadas por otras tantas altas de ancianos que, antes de que el estado de alarma los cerrara, acudían a sus centros de día para recibir servicios y comida. Un cambio de hábitos porque estas personas han comenzado a solicitar servicios en sus viviendas para evitar salir a la calle.
Desde Aerte se emitió ayer un comunicado en el que dejaban claro que los centros de atención a mayores reclamaban «urgentemente el suministro de equipos de protección sanitaria para poder seguir trabajando».
En cuanto a la decisión de que Sanidad se haga cargo de las residencias de personas mayores en las que se detecte un brote, desde Aerte se valoró «positivamente» porque «por fin, la Administración asume de manera directa la responsabilidad que tiene en estas circunstancias».
«La situación que se ha producido recientemente en la residencia de Torrent, con una aportación de recursos escasa y tardía hasta última hora, ha generado mucha preocupación en el sector», aclaró el presidente de la patronal de la Dependencia, José María Toro.
Desde las entidades «hemos colaborado a evitar el colapso del sistema sanitario y estamos satisfechos de nuestra aportación pero si no se produce una respuesta responsable por parte de la Conselleria de Sanidad en las próximas horas, estaremos abocados a una situación muy complicada», según Toro, quien incidió en que su personal tiene que trabajar protegido para evitar el contagio y poder seguir atendiendo más personas: «Necesitamos contar con EPIS, equipos de protección individual, como mascarillas, guantes, batas y gafas» que atajen los contagios.
El personal que cubre los servicios de los mayores y dependientes físicos y psíquicos, recordó Toro, «es esencial para nuestra actividad», si el personal sufre contagios por la desprotección «dejará de atender adecuadamente a miles de personas que acabarán finalmente saturando los hospitales, lo que acrecentará el colapso en los mismos, precisamente lo que se quiere evitar».
Respecto a los aislamientos en los centros, en las residencias hay un número elevado de personas vulnerables y sus recursos son limitados, por ello «si debemos aislar a todas las personas con síntomas pero sin que tengan confirmada la enfermedad, estaremos complicando de manera importante el funcionamiento de la misma», concluyó e presidente de Aerte que recuerda la importancia de su sector.
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