Unos 40 residentes del camping Camp-Blanch, la mayoría jubilados holandeses reciben el año con un baño colectivo

Pese a que el pronóstico meteorológico augura un puente de Reyes más bien gélido, el nuevo año arrancó este lunes en la playa de El Albir con un típico día de invierno alicantino, soleado y con temperaturas suaves. Sin duda, este fue un aliciente para los cerca de 40 valientes que participaron en el baño colectivo que cada 1 de enero desde hace 15 años organiza el Camping Cap- Blanch, ubicado a la orilla de esta playa compartida entre Altea y Alfàz del Pi.
La mayoría de participantes en el evento fueron residentes centroeuropeos, sobre todo jubilados holandeses, que son la principal clientela de estas instalaciones durante los meses de septiembre a mayo. Según explicaba Vicente Ibáñez Orts, director del Camping Cap-Blanch, «en verano, nuestra base es el turismo nacional, aunque también recibimos muchos visitantes italianos, franceses y belgas. Pero durante estos meses de invierno y desde hace mucho tiempo, prácticamente todos nuestros huéspedes son jubilados holandeses, una gran familia que participa de buen gusto en este recibimiento del año nuevo con buen humor y alegría».
No todo el mundo se metió en el agua, que tenía una temperatura de 16 grados y presentaba un ligero oleaje. En la arena se quedaron cerca de 400 personas que también quisieron participar de la celebración como espectadores. Para todos ellos, la organización dispuso una taza de chocolate caliente y una copa de cava, «incluso una botella entera para quien ha venido disfrazado», indicaba ayer Ibáñez Orts.
El director del camping añadía que, aunque para muchos de nosotros, bañarse con estas temperaturas suene atrevido, en las culturas centroeuropeas están muy acostumbrados. De hecho, según informaba Efe, hasta 10.000 personas de diferentes nacionalidades se bañaron ayer, contra el viento y el frío, en la playa de Scheveningen, en La Haya, como parte de las inmersiones tradicionales en la gélida agua del mar del Norte, que se celebra cada 1 de enero. «En nuestro camping tenemos a una señora holandesa que cada mañana a las 07:30 horas se mete en el agua pero para nadar durante un buen rato».
La comunidad holandesa que reside en estas instalaciones es muy activa y está muy integrada. La mayoría acuden a las clases de español que ofrece el camping, «aunque sea para defenderse en el mercadillo», indicaba Vicente Ibáñez. También cuentan con campeonatos de tenis y golf, clases de cerámica, de yoga o de pilates, competiciones de bridge y de petanca. «Se nota que están muy a gusto, tanto por el clima como por la seguridad, así como por la calidad de vida y la buena oferta sanitaria», apuntaba el responsable de este camping, quien subrayaba que muchos prefieren incluso que sus cenizas sean esparcidas aquí cuando fallecen.
Cap-Blanch ha empezado el año con muy buenas cifras de ocupación. «Ahora mismo tenemos 300 campistas y estamos llenos, no únicamente nosotros sino todos los de la zona», añadía su director.
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