Y no hay vuelta de hoja, está meridianamente claro, en toda verbena se baila y el “baile” de nuestra verbena política ante las elecciones del 26M, ha comenzado. El caso es que la palabra baile tiene dos acepciones, una como el movimiento del cuerpo al ritmo de una música, otra como el cambio por error de una cosa por otra. Y en esta senda andamos. Ha habido un error, un fallo, un yerro: Lo que ayer políticamente era malo, hoy es bueno, es mas, lo que ayer era políticamente bueno hoy es malo. Y uno, que como votante está en medio de la verbena, queda mareado con el cambio de música, con el barullo, con la barahúnda, con el galimatías organizado por los políticos de turno, y al final no sabe con quien bailar.

No es esta la verbena que queremos. El viento político honrado, honesto e incorruptible no gira tan súbitamente. Lo que ayer era malo, sigue siéndolo hoy y lo que hoy es bueno lo era ayer. Esos cambios tan súbitos, tan repentinos, tan de hoy para mañana, no presagian nada bueno para el votante. Esa alternancia repentina nos da a entender que algo no funciona correctamente. Al decir que ayer era moro y hoy manifestar que soy cristiano solo cabe pensar a quien me escucha que soy un veleta, un inconstante y un político voluble y tornadizo, y así no me sirve como político. No saber lo que quiere o sabiéndolo no ser claro, serenamente honrado y transparente, denota con esa actitud ser un político mediocre y vulgar al tratar de engañarme. Para mediocres y vulgares ya estoy servido con lo que tengo y soporto desde hace años.
Algo hay en nuestro sistema democrático que no funciona correctamente. Me explico: Nos hemos acostumbrado a votar a la persona olvidándonos del ideario político que le rodea, costumbre en buena parte condicionada por el político listillo, sabelotodo que se dirige al votante en singular en lugar de hacerlo en plural (haciendo referencia al grupo e ideario político al que representa). Entiendo que esa mala práctica esté motivada por un error básico del propio político que no ha asumido que él es un simple medio de comunicación entre su partido y el votante y unas veces sin querer y otras veces conscientemente transforma en propio beneficio la conveniencia social que ofrece su partido. Ello nos lleva a una conclusión, su actitud transforma la democracia en autocracia debido a que su falta de vocación política, el anteponer sus intereses personales a los colectivos, convierte su actividad política en su medio de subsistencia, destruyendo y arruinando con su actitud a la democracia que dice profesar.
Hay numerosos ejemplos de esta reconversión demoautocrática que apuntaba y no hay que andar muy lejos para encontrar un arquetipo, no hace falta salir de nuestro Benidorm para encontrar no uno, mas bien uno tras otro. Sea cual sea el resultado del escrutinio de las urnas tras una votación, da la impresión cuando escuchas a los portavoces de los distintos partidos políticos, da la sensación repito, de que todos han ganado, cuando no es cierto, todos no pueden ganar, matemáticamente es falso porque solamente gana quien mas votos consigue, pero para eso la demoautocracia ha inventado los “pactos” que no son otra cosa que vender por necesidad vital al mejor postor la confianza que dieron a mi partido los votantes, a cambio de… vivir del cuento una temporada más.
Así resulta que en cada etapa electoral nos encontramos con una serie interminable de aspirantes y repetidores a un sillón en nuestro Ayuntamiento. Para ellos es simplemente un Ay-untamiento del que vivir. Son los indeseados candidatos que han estado durante años agazapados, escondidos, ocultos, disimulando sus intenciones personales, para conseguir mediante un pacto a lo Judas, lo que de antemano saben no conseguirían nunca con nuestros votos. En las papeletas de votación nunca figuran posibles acuerdos
Anunciar día a día el cúmulo de obras realizadas no poco a poco sino en el último minuto temerosos de perder el tren, son los que insisten repetitivamente en lo “bonito” que está quedando nuestro Benidorm, al que consideran su masía, sin tener en cuenta de que ese exceso no evita, no elude, no borra de nuestra memoria, lo que no se ha hecho, lo que se ha olvidado, lo que se ha escondido, lo que se ha hecho mal, ni tan siquiera puede eludir lo que nos amenaza. Nutrir a esos políticos con alabanzas, parabienes, enhorabuenas y aplausos no les enriquece sino que causa el efecto contrario, les debilita.
No podemos evitar rememorar el despilfarro que supuso nuestro edificio municipal, el derroche del palacio de Deportes, el fantasma de la Casa de Cultura, de la Comisaría de la Policía Nacional, de sobrecostos inexplicables. Ese traer a la memoria nos hará reflexionar el 26M y si además lo alimentamos con el postre con guinda que supone la reclamación judicial por importe de 280.000.000 € anunciada por la empresa expropiada de sierra Helada… nos obliga a tomar una decisión valiente: Señalar al presunto culpable y perdirle responsabilidades o bien una solución pusilánime: Vender nuestro patrimonio y censarnos en otra población que no tenga obras “bonitas” realizadas “poquet a poquet”.
Estamos en una verbena no apetecible, bailando a un ritmo inapropiado.
José Antonio Corachán Marzal
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