Siempre he dado por bueno este refrán: “No hay peor sordo que el que no quiere oír”, porque visto lo visto y oido lo oido, no tengo ninguna duda en cuanto a su confianza y certeza. El refrán va dirigido al oyente, a quien escucha y al parlanchín o dicharachero político. Quien aparenta ser sordo no cubre o tapa sus oídos involuntariamente sino que lo hace con pleno conocimiento de causa, cubre lo inconfesable con una ficticia sordera para intentar salvar su comprometida situación. Como el tema lo merece, voy a profundizar algo mas en esta afección: la “sordera política” que convenientemente administrada, trata de perturbar la realidad ocultando la transparencia debida, porque la claridad es un deber de quien habla y de quien escucha.

Siguiendo el criterio de la Oficina Internacional de la Audiofonología (BIAP), nos encontramos con las siguientes sorderas:
Atendiendo a su localización
Sordera de Transmisión: Alteración en el oido externo o medio,
Sordera de Percepción: Alteración en el oido interno.
Sordera Mixta: Cuando coexisten las dos anteriores.
Atendiendo a su adquisición:
Sordera Prelocutiva: Previa a la aparición del lenguaje (0-2 años)
Sordera Perilocutiva: Acompaña a la aparición el lenguaje (2-4 años)
Sordera Postlocutiva: Posterior a la aparición del lenguaje.
Atendiendo a su intensidad:
Sordera Leve: Situada entre 30/40 decibelios.
Sordera Ligera: Situada entre 41/70 decibelios.
Sordera Media: Situada entre 71/90 decibelios.
Sordera Profunda: Mas de 90 decibelios.
Atendiendo a los vecinos:
*Sordera Preelectoral: Detectada entre los componentes neófitos o permanentes de los políticos en gobierno u oposición durante una legislatura.
Conforme al protocolo BIAP es una sordera mixta, perilocutiva y lijera que puede curar espontánea o temporalmente transcurrida la campaña.
*Sordera Postelectoral: Es crónica durante cuatro años, y similar a la anterior.
Cuando es profunda necesita de la intervención judicial, no obstante en algunos casos concretos es incurable. Incluso se describen en la praxis política, sorderas de más de 20 años de duración, tienen orígenes económicos y son muy apre ciadas en los paraísos fiscales habida cuenta de los beneficios que genera.
Como verá el lector, hemos actualizado el horizonte de la BIAP, adicionando la hipoacusia política, tratando de completar su protocolo y sacando a luz mas detalles clasificatorios, sobre todo considerando que la sordera no solamente afecta a quien la aparenta, también afecta a su entorno. Los vecinos tenemos dos oídos, pero los políticos tienen de hecho mas de dos (aplaudidores, palmeros, serafines y personal de confianza), por ello hay que distinguir:
Hipoacusia Unilateral (HU) afecta a un oído.
Hipoacusia Bilateral (HB) afecta a ambos oídos.
Hipoacusia Política (HP) la que depende del número de vecinos afectados y perturbados económicamente, que a su vez se subdivide en:
Hipoacusia Epidémica (HPE)
Pandémica (HPP) lo que son las cosas.
Nuestro Benidorm puede ser un ejemplo vivo y permanente de esta dolencia política, si el asunto no me agrada, hipoacusia que practico y así nos va. Partiendo de la base de que hay tres tipos de políticos, de derechas, de izquierdas y de centro nos encontramos con las siguientes variables:
-VD: Preguntas por la izquierda a a políticos de derechas.
-VI: Preguntas por la derecha a políticos de izquierdas.
-VC: Preguntas ambidiestras a políticos centristas.
En el supuesto VD aparece la sordera porque es de procedencia “nazi”.
En el supuesto VI surge la sordera porque la procedencia es “roja”.
En el supuesto VC la sordera suele ser permanente y la pregunta roja o nazi, es siempre antidemocrática.
Es decir de una forma u otra siempre hay hipoacusia política, no hay forma de erradicarla. No debemos confundir al político honrado y transparente, que trabaja por y para sus vecinos, del político infectado, contagiado que aparentando una falsa proximidad vecinal afectiva, aplica la hipoacusia según su conveniencia.
Ante el peligro de una pandemia y para lograr su extinción, no disponemos de vacuna homologada, simplemente hay que estar atentos, vigilantes y en guardia ante los síntomas, teniendo en cuenta que todos podemos de una u otra forma estar expuestos a su infección. El agente infeccioso es el dinero omnipresente y necesario en nuestras vidas y por lo tanto inatacable. El problema es doble, por una parte los infectados y por otra los afectados. Los infectados son públicos, todos los conocemos. Los afectados también nos conocemos, somos el resto. Hay un punto de inflexión, de dependencia mutua, que es la urna. La urna es transparente, pero de efímera existencia, dura unas horas y en cuanto se cierra comienza la virulenta hipoacusia política a propagarse, a difundirse, de forma que cuanto mas tiempo tarda la urna en abrirse, mas se agraba la hipoacusia.
Queda claro que por el momento una forma de incidir contra la sordera política, puede ser el tiempo, el inexorable tiempo, acotando su duración. Es decir si cambiamos lo vitalicio por lo temporal, estamos ya en el buen camino. Si la actual vitalicia vida política la reducimos a cuatro, ocho años máximo, tendremos a la sordera política a nuestros pies y a los políticos activos y pasivos con sordera a nuestro servicio. Como debe ser. Durante la espera y ante el 28A/26M tengamos cuidado con nuestro voto en la urna, no votemos equivocadamente al político ya infectado. El voto puede ser el antídoto o la perdición.
José Antonio Corachán Marzal
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