“Quien no quiere ver sus pecados, los ajenos los pone a la vista”
El Faro de Alejandría Benidorm ofreció el pasado martes 12 de febrero la
ponencia presentada por: Francisco Iváñez Gironés. El tema que expuso
estaba relacionado con los siete pecados capitales, con una visión desde la
biología y la psicosomática.

Tiene estudios de Medicina, Psicología, Arquitectura y Navegación
Actividades empresariales y una larga trayectoria profesional.
Comenzó definiendo y describiendo más tarde, a los siete pecados
capitales como una clasificación de los vicios mencionados en las primeras
enseñanzas del cristianismo para educar a sus seguidores acerca de la
moral cristiana, de los cuales se desprenden otros pecados. Ellos existen
en nosotros y algunos dicen que forman parte de nuestra alma.
Sin embargo, extrañamente estos pecados no aparecen en la Biblia
sagrada. Alrededor del año 375, un monje cristiano llamado Evagrius
Ponticus huyó de Constantinopla a un monasterio en Egipto. Allí él
compiló una lista de tentaciones que pensó que eran las más peligrosas
para el alma humana. En el año 590 Gregorio Magno, sexagésimo cuarto
papa de la Iglesia católica, reexaminó la lista de Evagrius resumiéndola en
siete, combinó la apatía y la tristeza en el único pecado de la pereza.
La lujuria: Es la excesiva presencia de pensamientos de tipo sexual y
posesivo sobre otros. Es el pecado más escandaloso, y también el más
tentador, gracias a él, todos vinimos al mundo. Lo malo es el daño que se
hace a otros para conseguir goce, haciéndolo someterse, abusando y
aprovechando a sabiendas, de la débil situación económica del otro.
La gula: Se identifica con el ansia y la glotonería, desequilibrio. Es
decir, el consumo excesivo de comida o bebida que puede incluir al
egoísmo que afecta a las relaciones interpersonales. Unos
comportamientos destructivos que se basan en el abuso.
La avaricia: Es decir, egoísmo, la obtención de riquezas materiales,
sin planes el compartirlas con los demás. Las personas que sienten avaricia
también pueden gastar todas sus riquezas en cualquier momento sin
contar con nadie.
La pereza: Se basa en la falta de madurez. Es una congelación de la
voluntad, el abandono de nuestra condición de seres activos y
emprendedores.
La Ira: Tiene que ver con el enfado y el odio hacia otros. Es un
sentimiento tan agresivo como peligroso, que puede ocasionar daños
irreversibles como el homicidio. Implica un sentimiento desordenado y
descontrolado, que de vez en cuando convierte al a persona en auténtica
fiera ante un pequeño estímulo, o una provocación, se transforman en
auténticos salvajes.
La Envidia: Es una emoción dolorosa con un lado oscuro, ya que
tortura al propio envidioso que, en su desdicha, desea con vehemencia
que le vaya cada vez peor a otra persona, con astucia siembra la idea, ante
quienes lo escuchan, de que el otro no merece lo que tiene. De esta
actitud se desprenden la mentira, la traición, la intriga y el oportunismo.
Esa mala intención, puede inducir a un comportamiento inmoral o incluso
criminal. El individuo quiere obtener con malicia aquello que pertenece a
otro, y en su lucha, siente impotencia por no poder tenerlo. En ocasiones,
se convierte en un trastorno obsesivo que desemboca en enfermedad.
Normalmente, el envidioso oculta su envidia frustrada, cuando aprecia
que el otro, progresa en algo que a él le gustaría realizar, y no logra
destruirlo. Y por supuesto representa una bajísima autoestima que la
ocultará debajo de una coraza con apariencia de fortaleza y razones.
La Soberbia: Se basa en un deseo incontrolable de querer ser y
mostrarse siempre el mejor ante los demás y creerse superior relatando
sus hazañas, reales o inventadas, lo malo es que no admiten que nadie en
ningún campo se le ponga por encima. Un pecado que resulta de la
sobrevaloración del yo personal. Suelen ser estrellas caídas.
Francisco Iváñez, gracias por tu buena exposición y disposición ya
que viniste expresamente desde Valencia para un público que te esperaba
expectante debido al tema. Pasamos una tarde agradable y amena con tu
explicación, con tus anécdotas y ejemplos cercanos, que en ocasiones
produjo sonrisas en el numeroso público. Las preguntas en el apartado
para el coloquio, igualmente interesantes, la prueba estaba presente cada
vez que rompían con fuertes aplausos a tus respuestas acertadas. Hasta la
próxima.
“El peor pecado es querer herir a otros innecesariamente”
María Isabel López Villanueva
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