
Todo llega, mas pronto o mas tarde, el tiempo es inexorable. Tempus fugit… pero es cumplidor e inevitable, maquinal y necesario. Comenzada ya la campaña pre-electoral, tenían que llegar como de costumbre las listas electorales de los listillos a elegir. Comienzan como marca la tradición las reuniones para presentar a los ciudadanos las listas de los listillos que presentan su candidatura a “la que caiga”. Listas elaboradas en la tenebrosa profundidad de los despachos políticos, amordazando y enmudeciendo al sentido democrático del que todos pretenden practicar, sacando a la luz nombres que nadie ha elegido democráticamente, nombres de candidatos sobradamente conocidos y no precisamente por sus virtudes, méritos o valía. Las listas abiertas son tabú, porque precisamente por ser abiertas, se escapan, pueden zafarse del control del protagonista de turno.
Nada nuevo, que no conozcamos, nos van a mostrar, porque es bien sencillo, visto quien o quienes encabezan las listas, tenemos el resultado: “Dime con quién andas y te diré quien eres”… No hay sorpresa alguna, la experiencia y lo visto nos dan el resultado, es mas para el votante menos avezado solo tiene que ver como les ha ido desde el punto de vista económico a los personajes de cabecera en la lista de listillos. Raro es que no haya conseguido un “casoplón” en otro término municipal, faltaría mas, en el propio hace cantar la parrala.
Y ¿Cómo hemos llegado a este punto?¿Cómo nos hemos dejado arrebatar la libertad democrática de elegir a la persona honrada,intachable, cabal, íntegra? ¿Hemos sido tontos? En una buena parte hay que reconocer que si, aunque simultáneamente habrá que admitir que ellos, los listillos, han sido mas despiertos que nosotros, mas duchos, mas avispados. Nos han ganado la partida en casi todos los campos. Porque vamos a ver, vamos a decir las cosas por su nombre:
-Nací para la política.
-Tengo mucha práctica en etas lides.
-Estoy preparado suficientemente.
-No me importa trabajar para los demás.
-Yo soy del pueblo.
Y miles y miles de frases huecas como las anteriores, dichas la mayor parte de las veces con la única intención de engañarnos y lo consiguen. Pensemos por el momento en un españolito común y corriente que alcanzada la edad de trabajar se plantea cómo comenzar, se encuentra ante el dilema de:
La empresa privada o la empresa pública.
Tal como esta el paro y la legislación laboral piensa que es mejor optar por la pública, lo que le supone adquirir un mínimo de conocimientos que le habiliten para acceder a las oposiciones. El acceso al trabajo público (excepto el personal de confianza) necesita siempre de tener un mínimo de estudios que te capaciten, así ocurre en la administración del Estado y de las 17 autonomías que le acompañan, en la Seguridad Social, en el ejército, en los cuerpos de seguridad, en el cuerpo de bomberos y según el nivel al que optes necesitas como mínimo el título de Bachiller o si pretendes de entrada salarios superiores a los 2.000 € mensuales en 14 pagas o consigues una titulación universitaria o te quedas en casa a vivir de la jubilación de tus padres.
Y así van pasando los años, de oposición en oposición y de camarero a pinche, pero eso sí, cada cuatro años más o menos a votar a los políticos listillos.
“Con la Iglesia hemos topado, Sancho” ¿Políticos listillos? Listillos en grado superlativo, porque ¿qué se les exige a estos políticos de turno?… Nada, absolutamente nada, ni tan siquiera los estudios primarios, es mas si alguno de ellos alcanzado un alto cargo político le da un ataque de vergüenza ajena y piensa ¡anda si no se hacer la o con un canuto! ¿Que pinto en este puesto?… hasta hace poco lo tenía ben fácil, acudía a la Universidad JCI y problema resuelto, licenciaturas, doctorados, masters… y lo que hiciera falta… últimamente se ha puesto la cosa un poco mas complicada, pero solo momentáneamente, hasta que los listillos encuentren un nuevo truco.
Si en lugar de estudiar me apunto a un partido político, tengo la vida resuelta. Si en ese partido no me aguantan o no hago la pelota con suficiente intensidad, tampoco tengo problema alguno, creo un nuevo partido en el que la palabra democracia reluzca como un sol y a vivir como un… político, del trabajo ajeno, con mis 14 pagas, mi seguridad social, jubilación garantizada y… lo que caiga.
Por eso yo, cuando sea mayor (que ya lo soy) no seré político. Al pan pan y al vino vino.
José Antonio Corachán Marzal
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