“Nunca pensó que viviría tanto ni que haría tantas cosas”
Josefina Orts i Bosch, estuvo presente en nuestra mente y corazón, el
martes pasado, 18 de septiembre, en “El Faro de Alejandría Benidorm” en
voz de su único hijo Vicente Ibáñez Orts, en la presentación del libro que
ella en vida escribió, dándole por título: “Benidorm, el tiempo que se fue”.
Josefina en la solapa, deja plasmadas unas bellas y sencillas palabras:
“A este librito que he escrito le tengo cariño porque nadie me enseñó a
escribir. Aprendí sin saber. Yo misma hacia las correcciones. Me dolía que
se perdieran estos recuerdos”.

La dedicatoria del librito es muy significativa: “Este libro está dedicado al
pueblo de Benidorm, con todo mi cariño”. No es un libro de interés
histórico, son las vivencias de Josefina durante su juventud.
Vicente Intos de su exposición al recordar cómo se gestó el librito, intentado
retratar su esencia.
Durante la charla retrocedimos unos 20 años en el tiempo cuando su
madre, le narraba recuerdos de su juventud en Benidorm, entre los años
1930 a 1960. Él le sugiere que lo escriba a mano. Decidida y animada, así
lo hizo y una vez acabado, se los dicta a Vicente, que más tarde los
trasfiere al ordenador. Tras analizar los artículos y comentarlos, los
enviaban a la Revista de Fiestas de Benidorm y los publicaban.
Más adelante, cuando ella tiene unos 90 años decidieron hacer una
recopilación, unir los artículos para que subsistieran esos recuerdos, esas
costumbres y peculiaridades de la gente de aquel tiempo.
Algunos de los temas que contiene el libro son: Los peligros del mar, Las
viudas del mar. La pasa, la miel y el primer aceite.
“El luto”. Que en aquella época, se guardaba en casa y pocos recuerdan
esas prácticas, consideradas cuanto menos curiosas en la actualidad.
“La muñeca rota”. Compuesto de dos partes, la 1ª No quiero más
muñecas. Y la 2ª Los viejos son niños por segunda vez. Fueron escritos por
Rosario Fuster Orts, familia de los Berdín, nacida en 1866 y rescatado por
Josefina del abandono y la desidia para evitar que se perdiera.
“El reciclaje”. En aquella época todo se aprovechaba por necesidad y como
alternativa a una economía débil, ante las dificultades económicas.
“La Lloma”. Evoca a su tía Dña. María Barber Ros de Usins, es el escrito
más personal y cercano de Josefina. Es un juego de sentimientos que
desprende delicadeza.
“Las cosas sencillas”. Fue el último de sus escritos redactado apenas dos
meses antes de fallecer y carente de visión. Es consciente de que le queda
ya poca vida, de que no verá más la luz del mar, acepta que el mundo
seguirá funcionando sin ella.
Josefina Orts i boch nació en Valencia pero vivió su infancia en “La Finca
del Señoret” de Benidorm, la casa de campo de sus padres que contaba
con tres pisos. Llevaban una vida relacionada con la agricultura, y con
animales de granja, en la casona había también un lagar y una almazara.
Esta y otras casas de campo poseían una capilla u oratorio, consagrado
para el uso y disfrute de la familia, donde sus miembros, podían contraer
matrimonio y oficiar misas. En aquellos años 20 y 30, daba la sensación de
que estaba muy alejada del pueblo.
Sigue mostrando fotos de la época, cuando Benidorm, tierra de secano,
tenía unos 2500 habitantes y no conocían al turista. Nos cuenta que en la
esquina de la playa de levante estaba el “abocador”, (vertedero) lugar
donde se tirade Benidorm, el saber dónde y cómo calar una almadraba, arte que se
transmitía de padres a hijos.
Comentó sobre de los bisabuelos maternos de Josefina, los Sres. Carmen
Orts e Ignacio Savá, alteanos. Mostró imágenes del año 1900, de las calles,
la gente y describió la Casa Salvá, del S. XVIII donde ellos vivían. Fue el
Primer caserón hecho fuera de la muralla de Altea, de piedra tallada y con
los tres pisos clásicos, junto al jardín con naranjos. La casa se pierde por la
mala cabeza del heredero y acaba siendo un matadero municipal.
Por ese motivo, su hermana Josefa se enfada mucho y no vuelve nunca a
Altea, incluso decide, hacerse un panteón en Benidorm.

Sosefa Salvá se casa en con su primo, Pedro Mª Orts Berdín, reconocido
Jurista e Historiador de la época. (Serían los abuelos paternos de Josefina).
Tuvieron tres hijos. Los dos mayores fallecen a temprana edad, queda el
tercero, Ignacio Orts Salvá al cual sobreprotegen, apartándolo de la calle
incluso del colegio, por temor a que contraiga una enfermedad.
Con el paso de los años se convertiría en un señorito, pero sin cultura.
Corría el año 1920 y se casa con Amalia Orts, una señorita de Valencia,
educada, leída y culta, de buena familia. Se vienen a vivir a Benidorm
donde se topa, con una realidad sin tapujos, un mundo desconocido para
ella. En la finca convive con la suegra “la mama Pepa” que es la que lleva la
dirección de la casa. Él mientras, se encarga de administrar los negocios de
su adinerada esposa. Es un empresario aventurero, un galán atractivo y
apuesto, buen carácter, viste bien, sabe interactuar con la gente, en otras
palabras, se dedica a viajar y vivir, que no es poco. Le gusta todo lo que
ofrece el mundo, así de simple.
El matrimonio tiene tres hijo; Pedro María (1921-2015) primogénito y
heredero; Ignacio (1925-1970) que fallece muy joven; y Josefina (1922-
2017).
Pedro María chocará durante toda su vida con su padre, debido a que eran
culturalmente polos opuestos. Como heredero tiene que cumplir dos
requisitos: casarse y tener descendencia. No llegó cumple ninguno, pero
hereda casi todo. Dando una ojeada al pasado, Vicente nos lo explicó con
delicadeza.
Josefina va al colegio hasta los 14 años que el padre la ‘rescata’. Ella se
entristece, en una aguda sensación de impotencia, pues le gusta estudiar.
Al morir su abuela, siendo ella muy jovencita, tiene que encargarse de la
casa. Para dicha tarea dio la talla, al asumir ese rol tan complejo para una
niña. Su madre está imbuida en temas livianos, leer cómodamente la
prensa “Las Provincias” y el Suplemento de ABC “Blanco y Negro”,
manteniendo el latido del corazón, sin que nada la alterase salvo las
estaciones, sin intención de avanzar, tal vez, al ver que su futuro no se
parecía en nada a lo soñado.
Josefina, fue una mujer de esas que nunca se van del todo, trabajadora
tenaz, atrevida, incansable, sin dejar el optimismo interior, aunque algunas
veces, pensara en desaparecer del mundo. Se embarcó en proyectos
apoyando a su hijo Vicente, saliendo exitosos en muchos de ellos, en
otros, de alguna forma desengañados, como pueda ser el tema de la
herencia. De la cual en esta charla hace mención.
Josefina ya en el hospital es consciente de que el fin se acerca y acepta la
muerte con mucha entereza y dignidad. Nadie sabe con certeza por lo que
pasó, ni lo que vio a lo largo de sus 95 años, pero es bien seguro que las
luchas que ganó, brillarán a través del tiempo. Nos deja huella, siempre
dio la talla en la vida que le toco vivir. No se achicó por nada.
Gracias Vicente Ibañéz Orts por tu buena disposición, y por compartir con
los amigos de tu madre tantas pequeñas cosas, que ella guardaba entre la
sonrisa de su cara y el fondo de su corazón.
“Hay estrellas que no se pierden, en el mar vemos su reflejo”.
María Isabel López Villanueva.
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