Alfaz del Pi

L’ALFÀS.- SOLIDARIDAD NORUEGA

La solidaridad noruega también vive en l’Alfàs

Así es y así funciona el Frivillig Sentralen de l’Alfàs del Pi

Uno de los voluntarios del Centro de Voluntariado Noruego muestra el vehículo con el que se desplazan para prestar ayuda. LARS TER MEULEN

Unos 8.500 noruegos viven en l’Alfàs del Pi, aunque la población flotante estimada es de 8.000. Esto la convierte en la segunda colonia noruega más grande en el extranjero, después de la de Londres

Un local municipal en la céntrica calle de La Ferreria, junto al Juzgado de Paz de L’Alfàs del Pi, alberga la sede del único Centro de Voluntariado Noruego existente fuera del país nórdico y que funciona aquí desde ya hace casi diez años.

El Frivillig Sentralen fue abierto en 2009 por decisión expresa del entonces primer ministro, Jens Stoltenberg, tras su visita oficial a la localidad de la Marina Baixa y gracias a la implicación de un grupo de expatriados entre los que destacan las cofundadoras Liv Airin Fragaat y Merete Ihlen Marandi, presidenta y tesorera de la entidad respectivamente.

La potentísima presencia noruega en el municipio alicantino (hay unos 2.500 censados pero se estima que la población flotante puede ascender hasta 8.000 personas) fue clave para instaurar en España uno de estos centros que -como ocurre en Noruega- está subvencionado al 60% por el Gobierno y al 40% por el consistorio, en este caso por el Ayuntamiento de l’Alfàs.

Según explica Merete Ihlen Marandi, en su país existen cerca de 370 Centros de Voluntarios, con una presencia prácticamente extendida a todo el territorio, desde capitales como Oslo (donde hay cinco centros) hasta los pueblos más pequeños. «La solidaridad y el voluntariado son innatos en el ADN noruego. Allí todo el mundo colabora para cualquier cosa en la que pueda aportar». En el caso de l’Alfàs, la ayuda va dirigida especialmente a las personas más mayores, que han enviudado o están enfermas y que necesitan compañía o guía para solucionar problemas cotidianos -en muchas ocasiones relacionados con el idioma- como ir con ellos a la compra o al médico. También se visita a los compatriotas que están en alguna de las residencias de la zona, a quienes llevan libros o simplemente conversación.

No sólo los noruegos son bienvenidos sino que también se recibe a personas de otros países escandinavos -la relación con Suecia o Dinamarca ha sido siempre muy estrecha- o incluso a españoles. «Hemos ayudado a muchos que necesitaban consejo para irse a Noruega a trabajar, les hemos puesto en contacto con las autoridades o se les ha facilitado la información para solicitar los permisos de residencia», indica Marandi, quien subraya que uno de los objetivos ha sido siempre la integración, en cualquiera de las direcciones.

La subvención que reciben paga el único sueldo, el de la coordinadora de las actividades, mientras que el resto son todos voluntarios. Remarcan que todas las atenciones que prestan son gratuitas y en caso de que el usuario necesite un servicio especializado, les ponen en contacto con un profesional.

El invierno es la época más ajetreada porque es cuando la afluencia de noruegos es mayor. Durante esos meses, organizan festivales, mercadillos, reuniones con entidades culturales e incluso visitas a Ikea organizadas por los propios directivos de la multinacional.