Imaginemos que los senadores del PP enmiendan y esos 540 millones van a beneficio del pensionista. Por ejemplo. El chantaje, de paso, queda anulado y los recursos del Estado van a parar a cuenta sensible del interés general.

La segunda parte igualmente de interés, sería que los populares en aquellos parlamentos autonómicos donde son oposición, aquí por ejemplo, llevaran al pleno la siguiente pregunta: ¿le parece bien al gobierno multipartito, que estos millones ahora se destinen a mejorar las condiciones del pensionista?

Sabemos que la socialista Francina Armengol saldría por peteneras porque es lo que suele hacer en situaciones comprometidas, si no acusa al Partido Popular directamente de algo que no venga necesariamente al caso. Pero el ciudadano de a pie tendría perfectamente claro a qué clase de jugarretas se emplea la política progresista. El PSM riéndose por lo bajini, claro está.

Después no pasaría absolutamente nada, porque regresado el proyecto de Ley al Congreso serían descabalgadas las enmiendas del PP, y en el curso del proceso podría visualizarse de paso la solidez del galimatías victorioso.

En el intermedio, no obstante, el PP habría desenmascarado el chalaneo de la fashion mediática de una izquierda que solamente ambiciona el poder al margen de los intereses de la gente, y digo la gente, aunque no la misma de los círculos entregados a un leninismo que ignora la realidad del siglo XXI.