Un país de manadas
UN ENFOQUE PLURAL

Hemos cultivado el machismo durante demasiados siglos como para fingir que ahora nos asombran sus consecuencias. En los años todavía no suficientemente lejanos de la dictadura el machismo era parte de una ideología oficial obligatoria que se imponía y empapaba diariamente nuestra vida religiosa, social, deportiva, económica o política. El hecho es que una gran parte de la población actual de nuestro país se formó como ciudadanos y ciudadanas en esas circunstancias y además han sido responsables de la educación de las siguientes generaciones manteniendo, muchas veces de forma involuntaria, muchos de los tics machistas con los que convivimos diariamente en el pasado.
El caso del magistrado -miembro de otro tipo de manada- que emitió un voto particular defendiendo, a pesar de lo visto en el juicio, la inmediata puesta en libertad del grupo de violadores porque creyó percibir en un video algún tipo de colaboración o placer en la víctima es evidentemente repugnante, y no sería tan preocupante si además no representara la ideología de una parte de nuestra sociedad. Pero a pesar de que no nos guste la representa.
Nos queda mucho trayecto que recorrer hasta que la igualdad efectiva entre sexos sea una realidad, nos queda mucho autoanálisis que hacer como sociedad para superar modelos sociales, festivos o de comportamiento que cosifican a la mujer y la definen solo en relación al hombre y nos quedan muchos cambios legislativos y de personas que hacer para evitar repetir en el futuro sentencias tan aberrantes como la del Tribunal de Pamplona.
Pero para ser justos creo que esta vez de verdad estamos siendo conscientes colectivamente de los problemas diarios de la mitad de la población y que con el ejemplo de los millones de mujeres concienciadas que ha dicho «Yo te creo» y «Basta ya» podemos avanzar en la solución para dejar de ser un país capaz de generar manadas como las que han actuado en Pamplona.
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