Benidorm

Benidorm.- CELEBRACIÓN DE LA CENSURA SIN MOCION

Segundo aniversario de la Censura sin Moción del alcalde Toni Pérez

 Segundo aniversario de la Censura sin Moción del alcalde Toni Pérez

Ha mejorado con creces los tríos “Zaplana-Maruja-Catalán Chana” y “Navarro-Bañúls-Fenoll”

Los políticos de Benidorm empezaron hace casi 30 años a tener envidia del imparable éxito que proyectaban los empresarios de la ciudad. Veían como el negocio del turismo crecía a la velocidad del vértigo como referente a nivel nacional, mientras a la par se hablaba cada vez menos de su ausente clase política. El extendido slogan de “Benidorm funciona a pesar de sus políticos” se consolidaba como una sólida realidad.

Fue entonces cuando decidieron que eso no podía continuar y encontraron la fórmula para hacerse notar y volver a ser una referencia en toda España. Pusieron de moda las Mociones de Censura e inauguraron su prolijo camino con la asonada de Noviembre de 1.991, donde un novel Eduardo Zaplana, llamado a ser el referente de la derecha en la comunidad valenciana, acababa de fallar en su primera gran prueba de ganar las elecciones locales. Fue entonces cuando se trabajó el plácet de una no menos novel, asustadiza y bien teledirigida concejala socialista, Maruja Sánchez. Ambos dos aprovecharon el primer viaje internacional del reelegido alcalde por tercera vez y con mayoría absoluta, Manuel Catalán Chana, para preparar la legal y canalla artimaña que, tan sólo cinco meses después de las elecciones, colocaría en el poder al que más tarde fue Presidente de la Generalitat y Ministro del Gobierno de España.

Sólo ellos sabrán la verdad de los tejemanejes que se cocieron entre bambalinas, pero hay que reconocerles el éxito de la nefasta popularidad que consiguieron para nuestra turística localidad y su exitoso modelo de negocio. Y como todo estaba escrito, tan sólo dos años después, Eduardo Zaplana siguió su prevista hoja de ruta y dimitió de la alcaldía para presentarse como candidato del PP a la Generalitat. El resto de la historia ya lo conocen ustedes: doble carrera de notable éxito, tanto la suya como la de su sucesor al frente de la alcaldía, Vicente Pérez Devesa. No tardaré demasiado tiempo en escribir un artículo acerca de esa leyenda urbana que dice que la Moción de Censura termina pasando factura a quien la presenta. Sin lugar a dudas, vistos los precedentes, en Benidorm nunca ha sido así, más bien todo lo contrario…y ya van tres.

Si el PP se la jugó al PSOE en 1.991, es obvio que tarde o temprano los socialistas le devolverían la pelota. Uno de los recién elegidos concejales por primera vez en 1.991, Agustín Navarro, fue quien ejecutó esa venganza 18 años después, el primer día del otoño de 2009. La historia fue en esta ocasión mucho menos rocambolesca y mucho más previsible. Los actores tampoco tenían la categoría de sus predecesores. Si antaño fueron poderosos intereses políticos los que se tenían que comprar al precio que fuera, en 2.009 fue el exceso de orgullo de un alcalde avisado pero ciego, el que puso en bandeja la alcaldía a un astuto y veterano socialista que estaba encantado de haberse conocido, capaz incluso de dejar la militancia en su Psoe de toda la vida, con tal de besar la gloria que da la alcaldía de Benidorm. El resto de esta historia también la conocen ustedes.

Este mes de marzo se cumple el segundo aniversario de un episodio igual de oscuro que los dos anteriores pero llevado a cabo con mucha más discreción y maestría. Ha mejorado todo lo visto hasta la fecha. Toni Pérez, alcalde de Benidorm, disfruta con holgura de la Censura sin Moción que puso en marcha meses antes y le salió perfecta. Él no quería pasar a la historia de Benidorm como los anteriores protagonistas y decidió que el trabajo sucio lo hicieran otros. Aplicó esa máxima de “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Disfrutó viendo cómo dos grupos políticos destrozaban al líder de un tercero, Ciudadanos por Benidorm, el proyecto político que había ilusionado a varios miles de benidormenses, esperando con paciencia que los dos primeros se cansaran de atacar y el tercero terminara destrozado en su propio interior. Y así fue.

Todo salió a la perfección. Sólo faltaba el golpe maestro. Redactaron entonces un capítulo del mejor Hitchcock: convencer a un empresario para que inventara unos whatsapps, convocar a dos inexpertos y asustados concejales en un hotel, hacerles creer que eso whatsapps eran reales, ver que en los mismos se les vendía a ambos por un plato de lentejas, y conseguir que estos dos incautos destrozaran su propio partido y con ello la ilusión de 3.000 votantes y un futuro prometedor para la ciudad. Da igual que la policía judicial dijera meses después que esos whatsapps nunca existieron. El mal ya estaba hecho y el inmaculado de Toni Pérez ya había aprobado sus presupuestos y adherido como lapas a estos dos nefastos personajes a su proyecto popular. Hoy el alcalde hace y deshace como si tuviera mayoría absoluta y los dos concejales comprados disfrutan de una posición de privilegio, haciendo, sin que se les caiga la cara de vergüenza, justo lo contrario de todo cuanto dijeron en campaña electoral.

Lamento que el odio no deje a muchos ver la realidad de la situación y que no haya un juez y un fiscal que cojan este toro por los cuernos e investiguen la verdadera trama que se ha seguido en Benidorm durante esta legislatura para cambiar, a plena luz del día y con luz y taquígrafos, la voluntad que los vecinos de Benidorm expresaron en las urnas. Les recuerdo que fue el propio alcalde de Benidorm, Toni Pérez, quien dijo en sede judicial que él mismo acudió aquel sábado 27 de febrero de 2016 al hotel donde se estaba urdiendo toda esta trama. Una semana después, con Leopoldo Bernabeu ya expulsado del grupo municipal de Ciudadanos por Benidorm, los dos que habían acusado, Arturo Cabrillo y Paquita Ripoll, votaron a favor de los presupuestos del PP, algo que también repitieron al año siguiente, con el premio añadido de nombrarles concejales. ¿Alguien esperaba menos? Dentro de 14 meses, sabiendo lo que saben, van ustedes y les vuelven a votar.