
Esta es la fórmula que utilizó Mateo el evangelista para defender la verdad, para erradicar la mentira. Ya estoy de vuelta una vez recuperado totalmente de mis quemaduras por haber puesto la mano en el fuego por un político; y es que soy tonto, pero no a medias sino completamente tonto ¿a quien se le ocurre poner la mano en el fuego por un político?Así aprenderé, la experiencia hace maestros.
No decir la verdad, mentir, puede constituir un vicio arraigado en nuestra vida, cuando lo hacemos repetitivamente. Decía San Pedro: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal y sus labios no hablen engaño. La mentira que es consciente, no tiene futuro y más tarde o más pronto fenece con la verdad. La mentira inconsciente, -tal como el síndrome de Ganser- queda asociada a la patología y está originada por ofuscación, amnesia o alteraciones histéricas.
No obstante el límite entre la mentira consciente y la inconsciente no está nada claro. Así cuando la repetición de la mentira es compulsiva y se transforma en hábito, la conciencia primariamente inconsciente pasa con la habitualidad de la mentira a ser completamente consciente y puede, en un nivel superior, alcanzar el grado de instinto. Como sabemos, el yo es un componente de la personalidad humana. El hombre siempre desea ser feliz, pero las vicisitudes de la vida diaria le apartan de esa felicidad deseada, alejando a su yo de la felicidad. La reacción de defensa es instintiva y combate la realidad -la verdad- con la mentira creada en su mente de forma repetitiva, llegando en ocasiones a ir contra sí mismo.
Cuando el individuo alcanza cierto status social, sea por su éxito comercial, por su trabajo, por la política, trata de tener, de alcanzar un mayor grado de felicidad, trata “inconscientemente” de llegar a ser el “súper-yo” sin tener en cuenta que las normas que le rodean marcan y restringen su yo y es entonces cuando trata de imitarlas superándolas sin importarle las herramientas a utilizar. Ese afán de superación le anima a medir y probar que su fuerza es mayor que la debilidad del mundo que le rodea. Es entonces cuando entra en una espiral que le conduce inevitablemente a la manipulación. Ya nada importa, ya todo vale y si en algún momento el invisible tul de la conciencia le avisa de que el camino elegido no es el correcto le cierra el paso con la mentira que le lleva a su objetivo.
¿Mentimos para impresionar, para caer bien, para manipular? ¿Mentimos para aumentar nuestra autoestima o para obtener alguna ventaja? ¿Mentimos para esconder algo que hemos hecho mal? ¿Por inseguridad, por cobardía?… Unas veces descubrimos a los mentirosos, otras nos dejamos engañar, pero siempre hay un daño colateral, un sufrimiento inútil. Hay mentiras en el amor, en la amistad, en el trabajo, en la política, incluso algunas que indebidamente calificamos de “piadosas”… a todas ellas les acompaña un daño emocional en ocasiones irreparable.
Decía Abraham Lincoln: Se puede engañar a algunos todo el tiempo, a todos algún tiempo, lo que no se puede es engañar a todos todo el tiempo. Ya por último solo resta saber cómo se detectan las mentiras. Es relativamente sencillo, puesto que tanto la expresión dialéctica como la corporal del mentiroso, le delata:
*1. Negativas reiteradas.
*2. Falta de secuencia cronológica en su relato.
*3. Incremento de los gestos o manipulación de objetos.
*4. Evitar los pronombres personales.
*5. El parpadeo intenso.
*6. Evitar la mirada directa a los ojos.
*7. Contestar preguntando.
*8. Elevar sin razón alguna el tomo de la voz.
Por último, resta decir que es posible vivir sin la mentira, no obstante hay quien vive de ella permanentemente y por ello mi deseo es como el de Mateo, que el sí sea si, y que el no sea no.
¡Feliz Navidad!
José Antonio Corachán Marzal
Categorías:Benidorm, Benidorm / deportes













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