EL ANTONIMO DEL REY MIDAS

Lo primero que tendremos que recordar es quién era el Rey Midas. Repasemos la Historia. Allá por el año 700 a.C. Nació en el seno de una familia conocida, su padre era Gordio y su madre Cibeles, no obstante si buscamos en los libros de la época, vemos que no lo tratan como a persona muy inteligente.

Estamos situados en Frigia, la actual Turquía. Hizo buena amistad con el dios Dionisio (Baco) y con del tiempo, enchufes, peloteo y palmeos llegó a ser el Rey de Frigia. El dios Dionisio tenía por aquellos entonces dos amiguetes -dioses menores-, vamos lo que ahora llamamos “personal de confianza”, llamados Apolo y Tmolu quienes no paraban de organizar fiestorros, que a falta de Barcelós, bañaban en vino y cerveza.

Apolo tocaba la lira y Tmolu la siringa -predecesora de la chirimita- (algún lector avezado en mis artículos habrá pensado ¡ya empezamos!) Pues bien, paciencia que todo llegará, Tmolu a la salida de una de estas fiestas de música, vino y cerveza, se despistó en el camino debido a la chispa que llevaba y acabó durmiéndola en los jardines del Rey Midas.

A la mañana siguiente los jardineros reales descubrieron al siringuero y lo llevaron ante el Rey Midas. Mira por donde coincidiendo con que el Rey era un melómano empedernido, acogió a las mil maravillas al embriagado siringuero, invitándole a mesa, mantel y “solfa” en su palaciegas estancias.

Poco tardó en enterarse Dionisio de la gran acogida dada a Tmolu por el Rey Midas y como mas o menos eran colegas -a distinto nivel- pero colegas, le dijo: “Como estoy agradecido por el trato que has dado a Tumolo, te concederé hasta tres deseos que me pidas.”

Midas, que a pesar de ser Rey, era mas interesado que un Delegado de Hacienda, dijo: “Muchas gracias Dioni, quiero que se convierta en oro, todo lo que toque” , y nada, dicho y hecho, tocó un rama y se convirtió en oro, tocó a su perro y se convirtió igualmente en oro, pero tocó la comida y la bebida y quedó “a dieta”, también se transformaron en oro. Claro el enfado y espantó que sintió al presumir que iba a morir de hambre, le llevó a pedir ayuda al dios Dionisio. Dioni le dijo que no se preocupara, solo tenia que lavarse en el rio Pactolo. Así lo hizo el Rey Midas, no sin antes tocar todo lo que pudo, y quedó limpio y feliz con su avaricia.

Cuentan las crónicas que tiempo después -ya llevamos dos deseos cumplidos- organizó un festival musical, mas bien competición entre Apolo y Tmolu. El premio fue para Apolo que era un virtuoso instrumentista, pero el Rey Midas protestó tumultuosamente hasta el extremo de que Dionisio enfadado aplicó un tercer deseo convirtiendo sus orejas en las de un burro.El Rey Midas avergonzado se vio obligado a cubrirse con un tocado, dando origen al gorro Frigio, para que nadie supiera la calidad de sus orejas.

Y hasta aquí la historia antigua. Seguimos con la semántica generativa y analizamos el significado de “antónimo” que es expresar con una palabra algo de forma opuesta o contraria a otra palabra expuesta con anterioridad. De ahí obtenemos el antónimo de “virtud” por “vicio”, el de “claro” por “oscuro” y por último el de “oro” por “miseria”, atendiendo no a la sintáctica sino a la semántica generativa.

Y así llegamos a donde queríamos ir. De la Historia Antigua, hemos pasado a través de la semántica, a la Historia Contemporánea y más exacta y concretamente a la Historia de Benidorm en nuestros días. Recuerdo, por ejemplo, que un edificio del Ayuntamiento que debía costar aproximadamente 8 millones, alcanzó los 20 y hablo de cifras aproximadas. Un parque regalado por la Generalitat Valenciana -Parque de Foietes- nos ha costado 4 millones de euros. Una Estación de Autobuses a cambio de una concesión, nos va a costar 75 millones de euros. ¿Hablamos del Moralet? No , vamos a algo más concreto: Un Alcalde que según su declaración de Moyo 2017, nos cuesta 2.767,41 € mensuales, nos va a costar al finalizar cuentas… Ni se sabe. El nuevo Rey Midas con cada cosa que toca, no nos ha traído el ORO, nos está llevando a la MISERIA.

José Antonio Corachán Marzal

Vecino mísero