Turismofobia, un problema que nos afecta a todos los españoles.
Leopoldo Bernabeu, Presidente de Ciudadanos por Benidorm
Estamos viviendo una etapa muy complicada en la historia de España. Múltiples son los ejemplos que cada uno de ustedes habrá imaginado casi de inmediato nada más leer esta primera línea. Les aseguro que a ella hemos llegado por múltiples motivos, nada buenos la mayoría de ellos, pero el caso y verdad es que este nuevo episodio en nuestra trayectoria vital ya está aquí y, nos guste o no, tenemos que afrontarlo. Es imposible escaparnos de nuestro propio planeta, convertido a veces en nuestra propia cárcel, y es obligación de cada uno intentar ayudar a que la convivencia sea lo más pacífica posible, sobre todo porque de ella depende el futuro de nuestros hijos.
Es innegable que todo tiene un porque y nada sucede por casualidad. España afrontó con notable éxito una Transición que, visto lo que está sucediendo tan sólo 40 años después, hay que reconocer que tuvo mucho más mérito del que siempre se le ha dado. Pero no es menos cierto que la propia deriva de muchos de los productos resultantes de aquella heroica etapa, son los que hoy nos han metido en lo que empieza a parecer un callejón sin salida. Algo ha fallado en los mecanismos de control de esta democracia, de la cual muchos arribistas se han aprovechado cual garrapatas vampíricas.
Ya son varias las veces que me he referido al fallido intento de cambiar la forma de hacer política en este país, esa que algunos intentaron con sonoro fracaso y que hemos visto evaporarse en este último quinquenio. A ello me refiero cuando hago hincapié en la responsabilidad que asumieron los que se hicieron llamar representantes de la nueva política, para tan sólo unos pocos años después, demostrarnos que aquello no fue más que un mal sueño, un espejismo que llenó de ilusión a millones de españoles ávidos de imaginación sobre lo que podría haber sido. Esta nueva casta ha hecho bueno aquello de los experimentos con gaseosa o más vale lo malo por conocido que lo bueno por conocer. Extremismo por el lado izquierdo y azucarillo disuelto por el lado derecho.
Soy un apasionado de la política, de la lectura, del periodismo y del turismo, y no sabría decir en que orden. Aunque si sé que viviendo en Benidorm, la última de mis pasiones es la que retroalimenta a todas las demás y sin la cual el resto no las podría haber desarrollado. Son muchos los años que llevo defendiendo los dos grandes éxitos que ha tenido nuestro modelo turístico en los últimos 20 años, amén del acierto urbanístico del poco reconocido e histórico alcalde Don Pedro Zaragoza, sin el cual todo esto no habría sido posible tal y como lo conocemos hoy.
Esos dos logros son, uno por obra y gracia nuestra y otro que nos devino de manera indirecta, la ruptura de la estacionalidad gracias al invento del IMSERSO, tantas veces denostado pero que ha salvado la economía de nuestra ciudad y los salarios de miles de trabajadores en los últimos 25 inviernos, y la masiva llegada de cientos de miles de turistas extras por los gravísimos problemas de seguridad surgidos en los últimos años en países como Túnez, Egipto y Turquía, competidores directos de nuestro poderoso destino de sol y playa.
Cuando uno ve como cada año se baten récords de llegada de visitantes a nuestro país, y en contraposición sigue sufriendo en silencio con las devastadoras imágenes de atentados terroristas en los destinos antes citados, además de los que se han puesto casi de moda en muchas de las capitales europeas que están a dos horas de vuelo; se asusta con las terribles decisiones políticas que muchos países toman contra sus propios intereses ciudadanos; o alucina con las catástrofes naturales que inundan cada día los telediarios de cualquier cadena, es cuando tiende a pensar si España es un país idílico o es que estamos tocados por el dedo de Dios.
Sé que nada de esto es así, pero no es menos cierto que todo lo expuesto es real como la vida misma y aquí, toquemos madera, hemos conseguido ser un remanso de paz, alegría y seguridad para los más de 70 millones de personas que han decidido convertirnos en su destino vacacional y proporcionarnos con ello, y aquí está la clave, que la industria turística sea el 16% del PIB español además de la única economía nacional que en ningún momento de estos larguísimos últimos 10 años ha notado la voracidad de la crisis.
Pues bien, ya volvemos a ser nosotros mismos y demostrarnos de nuevo que no nos hacen falta problemas de fuera porque ya nos los auto generamos. Ahora que por fin algo que está funcionando a las mil maravillas y que nos proporciona imagen de país, estabilidad laboral y progreso industrial, además de poder celebrar que ningún atentado terrorista ni catástrofe alguna haya conseguido desestabilizarnos, vienen los muchachotes de Arran y arramblan con todo lo que huela a turismo, consiguiendo lo increíble por inaudito y consentido, ser noticia en toda España y crear la incertidumbre perfecta como para que miles de turistas empiecen a plantearse si venir a pasar sus sagradas vacaciones a nuestro país sigue siendo conveniente o tienen que ir pensando en cambiar de destino. Lamentable, absolutamente lamentable.
Y aquí es donde yo pongo el grito en el cielo. ¿No hay nadie que pare esta deriva intolerable?, ¿aquí cualquier grupito de descerebrados puede convertir las calles de Barcelona, Mallorca o cualquier otra ciudad, en un destino inseguro de la noche a la mañana y no pasa nada?. Señores, ya está bien. Están ustedes, autoridades competentes, permitiendo con su deplorable pasividad que se conviertan en arenas movedizas lo que a día de hoy es el sustento firme y seguro de cientos de miles de personas y negocios de este bendito país, todavía llamado España, el TURISMO.
Ya está bien, por una sencilla razón. Porque todos sabemos que esta panda de gilipollas desarrapados, no son más que el fruto del germen que viene creando otro grupo, en este caso político y llamado CUP, cuyo único objetivo es conseguir la independencia de Cataluña a través de la generación de inestabilidad, imponiendo su criterio por encima de cualquier otro y amenazando a quien se ponga de por medio. ¿Tan fuerte es el poder de estos 10 vulpéridos diputados del parlamento catalán?.
¿Y la culpa de quién es?, pues de todos un poco. De los pocos catalanes que votaron a este grupúsculo creyendo que cambiarían algo a mejor y ya van viendo el resultado, y de la derecha catalana, encarnada antes en el honorable CIU y que ahora ha derivado en el irreconocible e incalificable Junts x Sí, amalgama de ideologías a la deriva que se ha vendido al único postor que le deba soporte en el Parlament aún a costa de la inestabilidad de los 7 millones de catalanes que vivían en paz y armonía hasta hace cuatro días, junto a los otros 39 millones de españoles, cansados y saturados del sainete este de la autodeterminación, al que nadie tiene el valor de ponerle un punto y final.
Y el principal responsable, sin ningún tipo de dudas y por supuesto esta es mi propia opinión, es de un Gobierno Central débil, muy débil y falto de coraje, en manos de un gallego al que parece ser que le da igual todo, arriolista a más no poder, al que tendremos que agradecer que su pasotismo en este gravísimo tema no sólo está permitiendo que el problema catalán se alargue en el tiempo hasta la extenuación, sino que gracias a ello está indirectamente dando alas a la germinación de este tipo de grupúsculos como el tal Arran, que con sus vandálicos actos están poniendo en riesgo la principal industria de España, el TURISMO. A partir de ahora ya no es un problema de los catalanes y los políticos en general, lo acaban de convertir en un problema nacional, nos afecta a todos, y si no me creen, pregúnteles a los miles de tunecinos, egipcios y turcos que vivían del turismo hasta hace cuatro años. Pregúnteles por favor y luego me lo cuentan. Yo tengo amigos personales en Egipto y les aseguro que no les gustaría escucharles, su vida ha cambiado en muy poco tiempo como de la noche al día.
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