Benidorm

LOCALES DONDE SE PRACTICA EL SEXO

LOCALES PARA PRACTICAR EL SEXO

local de sexo

Dos chicos caminan de madrugada por una calle de Lavapiés. Van mirando el móvil. «Creo que es aquí», comenta uno de ellos. Se paran. Echan un vistazo a su alrededor; no hay ningún bar ni discoteca, solo una puerta de color negro levemente iluminada, que de casualidad se abre. Salen tres hombres de unos 30 años. «Es ahí», señala uno de los chicos la entrada de The Ring, un club de sexo de Madrid. La puerta está cerrada. Hay que llamar al timbre para poder cruzar el dintel. Tras unos segundos de espera, se permite el acceso. «Para entrar hay que hacerse socio», avisan en el interior. Antes de pagar los 10 euros de la entrada, «que incluye una consumición», se rellena un formulario y ya sí se penetra en el club dedicado exclusivamente a hombres. «Es la primera vez que vengo», reconoce en bajo uno de los chicos. Su amigo ya lo conoce. Para tranquilizarle le dice que puede quedarse en calzoncillos, «pero no te quites las zapatillas», avisa.

«Es una sesión naked (desnudo) o underwear (en ropa interior)», cuentan desde la organización. Unas taquillas, en las que desvestirse, y una barra tenuemente iluminada reciben. «Lo primero, la copa», dice el neófito. Con ella, dan condones gratis (la promoción del sexo seguro es norma general en estos locales). Un par de tragos y ya está listo para bajar las escaleras.

Los bajos son laberínticos, con diferentes estancias. En medio de una de ellas aparece un ring de boxeo, que da nombre al local. Sobre la lona, tres púgiles desnudos. Uno de ellos, fibrado y atractivo, está de pie. Otro le practica una felación. El tercero disfruta con mirar, tocar y masturbarse. Abajo del ring dos espectadores disfrutan del espectáculo. «Practicar sexo en ningún caso es reprobable», opina Celia Blanco, periodista experta en sexo y conductora del programa Contigo dentro de la Cadena SER. «Creo que se han superado algunos tabúes que existían antes y muchos temas se pueden tratar más abiertamente», añade. A falta de un registro oficial, en Madrid hay en torno a unos 20 o 30 clubes de sexo entre el dedicado al público hetero y al público gay; curiosamente ha sido imposible encontrar un sex club dedicado a las lesbianas en la capital así como en otras ciudades españolas. Blanco habla sin pudor sobre los locales de sexo para parejas heterosexuales que ha frecuentado en la capital. Se suelen denominar de swingers (dedicados al intercambio de parejas) aunque algunos prefieren denominarse «locales liberales». Momentos, cerca de Doctor Esquerdo, es uno de ellos.

«Queremos alejarnos del estereotipo que imperaba en estos lugares», cuentan desde la organización de Momentos, «por eso cuidamos muchos los detalles, la programación musical y las fiestas temáticas. Para disfrute de los clientes cuentan con dos piscinas, sauna, mazmorra, jaula y un confesionario. «En una fiesta de spanking [azotes], un hombre vino con una caja envuelta como para regalo. La abrí y dentro había una fusta», recuerda Blanco. Aunque se dedican a lo mismo, entre los locales centrados en el público heterosexual y el gay hay matices. Entre las diferencias están los juguetes: la Cruz de San Andrés, con forma de aspa para atarse, tiene mucho éxito en los locales para swingers así como la silla del ginecólogo; en los gais triunfan los columpios. Comunes a ambos son los glory holes (agujeros de gloria): una pared con agujeros en los que cada uno coloca la parte del cuerpo (boca, pene, culo, mano…) que ofrece para el disfrute desde el otro lado. El acceso también tiene matices: mientras la entrada a un sex club gay ronda los 10 euros, en uno hetero hay una variada lista de precios: las parejas pagan entre 20 y 30 euros; los hombres solos, 50 euros (que permiten acceder a la zona de espera, donde te tomas una copa hasta que una pareja invita a pasar al interior); las mujeres solas entran gratis.