Y por fin llegó el #20D.
Ayer fueron las Elecciones Generales de 2.015.
Ayer fue la cuarta ocasión en la que, en algún lugar de este país, se
sometió a la población al proceso de decisión de sus gobernantes en
este año 2.015.
Y ayer, como en casi todo el resto de ocasiones que este año lo han
sido, el proceso electoral no ha arrojado claridad precisamente en
cuanto a quien va a gobernar ni con quien lo va a hacer.
Y no lo ha hecho, sin duda alguna y como primera causa, por la
incertidumbre de los tiempos que vivimos, e incluso diría yo que, por
la sobreinformación a la que estamos sometidos cada día.
Pero más allá de todo eso, a mí me interesa resaltar en este post, el
hecho de que era imposible que la fotografía que saliera del proceso
que ayer celebramos, fuera nítida porque sobre la lente se habían
posado manchas que ineludiblemente sabíamos que iban a distorsionarla.
Me refiero a la aplicación de la Ley Electoral.
Y algunos diréis que hay que aceptar la legalidad porque es la esencia
de la Democracia, etc., etc.
En ningún momento discutiré yo dicha legalidad, ni tampoco la
posibilidad de que ese ordenamiento “actualmente” en vigor, se
modifique.
Y es que no tiene demasiado sentido que dependiendo de donde se cuente
el voto, el coste de un representante sea hasta cinco veces el que
hace falta en otro territorio.
Y es que dependiendo de que partido sea el voto, la brecha de coste
por diputado es aún mayor.
Esto que es de Perogrullo, tenía su sentido en la Transición de 1.978
e incluso parecía adecuado en los tiempos de Joaquín Costa y otros.
Pero en estos tiempos, tiempos de globalización, tiempos de Internet,
etc.
En estos momentos es totalmente anacrónico, legal pero anacrónico que
cada persona no disponga de un voto, con igual fuerza electiva en todo
el territorio nacional.
Me llama la atención que fuerzas como el Partido Popular, Psoe o
Ciudadanos que defienden a ultranza la igualdad de las personas en
todos los lugares del país, no se den cuenta que esta desigualdad
empieza a fraguarse “de base” porque si los votos no valen lo mismo,
las personas no influyen igual y la democracia no es tal.
Claro que tampoco debemos obviar que los motivos por los que los
viejos partidos defienden esta legislación son claramente egoístas, ya
que como en cualquier procedimiento injusto, hay beneficiados y
perjudicados.
Los beneficiados son los partidos grandes, los beneficiados son los
partidos implantados en capas rurales de la población y esos sin duda
son #PPSOE.
Creo que los comicios han demostrado que lo que quiere la población es
abrir un proceso de actualización global de las normas.
Me da la impresión que eso, solo podrá hacerse realidad por medio de
un proceso Constituyente. Y además tengo la opinión de que la apertura
de este proceso no va a parecerles nada bien a los partidos
tradicionales.
Ahí dejo la reflexión, e incluso yo diría que una especie de augurio
que, con el tiempo podremos reflexionar acerca de su realidad o de mi
equivocación.
Si a todo esto añadimos la disfuncionalidad de la imposibilidad de que
compatriotas “exportados” en otros países no pudieron votar y de la
posible manipulación de personas discapacitadas o dependientes para
“aplicar2 intencionadamente el voto en las urnas.
Si sumamos pues todos los elementos de distorsión, creo que la foto
que se podría esperar de estas últimas Elecciones Generales de 2.015
es la que podía ser, pero en ningún caso responde a la que realmente
tenía que haber sido.
Como de aquellos polvos, llegaron estos lodos. Ahora solo nos queda
ver las incongruencias programáticas de los diferentes partidos y
tendremos de manera casi tridimensional, el escenario políticos del
próximo 2.016 en este peculiar país que llamamos España.
Dicho queda, sin ningunear que todo se ha hecho con el más estricto
cumplimiento de la legalidad.
Saludos.
José Miguel Bella.
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