¿COMO ESTA EL CONSEJO VECINAL, MUERTO, VIVO, O …?

Esta es la pregunta que desde hace tiempo está en la calle, ¿El Consejo vecinal de Benidorm está muerto, está vivo, colea?… En mi opinión no está muerto, tampoco puedo asegurar que esté absolutamente vivo, y colear, lo que se dice colear, no colea. Tal vez sea el último de la cola, pero en ese caso habría que preguntase ¿de qué cola? ¿de la del paro? Puede ser. Para mi, el problema del Consejo Vecinal de Benidorm es que: ¡Está viciado!. Pues vaya diagnóstico -puede pensar el lector con todo derecho-, porque a fin de cuentas ¿qué es eso de viciado? ¿a caso fuma, bebe, se droga?… Nada de eso, tiene excesiva afición a algo que es perjudicial en sí mismo, se ha desviado de su objetivo. Me explico. El pasado mes de mayo ya advertí que el Consejo era una especie de seminario, de vivero de politiquillos, de tal suerte que anduvo dividido en tres grupos. Uno de consejeros presentes en las listas electorales y demás postulantes. Otro que sin nocturnidad pero con cierta alevosía fueron revoloteando de flor en flor cual mariposas primaverales, polinizando a todos y cada uno de los partidos políticos con fines declarados y sin declarar. Y un tercer grupo entre los que me encuentro, de atónitos espectadores al ver que se había abierto un armario aparentemente inexistente que rebosaba de políticos cual Sala de los Pasos Perdidos. Y así andamos, perdidos. Perdidos profundamente de nuestros objetivos. Desde julio del 2010 tenemos un Reglamento de Participación Ciudadana que capítulo tras capítulo, artículo tras artículo viene leyéndose públicamente en cada Pleno del Consejo y ¿de qué sirve? De nada, como el que oye llover en Galicia. Si ya lo dice la canción infantil “Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva…” a veces parece ser la Virgen de la Caverna. Sin ir mas lejos el Capítulo I del citado reglamento, contiene 12 artículos, de los cuales once hablan de derechos y más derechos y el doceavo de la promoción efectiva de los derechos. ¡Fantástico! hay cuatro capítulos, el quinto que -supongo sería el de las obligaciones- todavía está por redactar transcurridos mas de cinco años. Y así vamos ¿vivos? ¿muertos? No ¡con derechos! pero eso si sin obligaciones. En una palabra: Viciados. Por cierto si tiene oportunidad el lector de dar un repaso al Orden del Día de la próxima reunión del Consejo Vecinal programada para el próximo martes, hágalo. Es jugoso, fructífero y enjundioso. Si no le es posible, no se preocupe, yo le tendré al corriente de sus extraordinarias propuestas e interpelaciones.

José Antonio Corachán Marzal

Miembrodel Consejo Vecinal