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1. El archiconocido dilema de «toros sí, toros no» vuelve a plantearse, esta vez en Benidorm. Y una vez más me temo que la mayoría de los que están en contra de las corridas de toros tienen un escaso conocimiento de lo que realmente es y significa la fiesta taurina. Vaya por delante que yo también estoy en contra de todas esas salvajadas que se hacen a los toros en muchos pueblos, pero, señores, querámoslo o no, vivimos en un pueblo (el español) que tiene su idiosincrasia, sus costumbres y su manera de ser, y en esas rahíces está especialmente arraigada la llamada «Fiesta Nacional». Y lo que es más importante y deberíamos tener en cuenta: esta actividad nos proporciona unos sustanciosos ingresos por turismo (Sanfermines, etc.,) y son la base de las fiestas de muchísimos pueblos. Finalmente, todo esto conlleva la existencia de muchas dehesas, con mucho personal cualificado que cría y cuida con mimo a los toros para su posterior lidia. Y ya solo decir a esos ecologistas tan amantes de los animales si desean ver a los toros pastando felices en el campo o ver alguno que otro en el zoo hasta que irremediablemente desaparezca su imponente y bella figura.

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