Alfaz del Pi

LO QUE HE LEIDO.- LA QUE SE AVECINA

 

JUNGLA DE ASFALTO

La que se avecina

SALVADOR BARBER

Actualizado: 22/11/2014 09:53 horas

Políticos, politólogos y el creciente número de ciudadanos preocupados/horrorizados/indignados por la cuestión pública, decantan cada vez más sus conversaciones hacia las prospecciones de futuro. Como si del presente no hubiera más que esperar, salvo la revelación de nuevos escándalos, que solo aportan ya una escalofriante cantidad a lo que ocurre, de cuya calidad estamos al cabo de la calle.

Nadie duda que esta liga es distinta y los dos grandes habrán de medir sus menguadas fuerzas con opciones recién ascendidas hasta de regional preferente o la nada. Y ese minifundismo acojona, o eso piensan y propagan los dos clásicos, para animarse y rascar votos del miedo a lo desconocido.

«Un pacto PSPV/PPCV salvaría su camiseta autonómica por una legislatura, a cambio de quemar definitivamente el gabán nacional»

En la Comunidad, donde hay tantos cabos y candidatos sueltos y sin definir, un retrato robot perfilado de las futuras Corts Valencianes resulta imposible, si bien el estilo de ese dibujo ya parece decidido: atomización. Seis meses pueden permitir matices, pero no bastan para un vuelco en las tendencias, tan lastradas por la frustración general. Sobre todo, cuando el bloqueo interno de intereses de PP y PSOE les impide un cambio radical que, si no fuera tan creíble como para propiciar un milagro, al menos no lo seguiría impidiendo. Las opacas normas de transparencia viajera del Congreso y la permanencia de evidentes sospechosos de corrupción en sus puestos o en sus filas, son los penúltimos síntomas de esa incapacidad para aproximarse a lo que la ciudadanía exige. Demasiados intereses políticos y personales se entretejen en esa telaraña que los inmoviliza y que para colmo, navajeros de fortuna internos tratan de cortar a puñaladas que empeoran la situación general.

En estos días de gaviotas y rosas, se extiende la opinión de que la única salida para dejar las cosas más o menos como estaban -fatal, por cierto-, sería un pacto postelectoral PP/PSOE. Las matemáticas seguramente lo permitan, pero la política taxativamente no, a escala autonómica y por una razón de calendario: vienen antes, solo ocho meses antes de las generales. El incendio que generaría entre los votantes socialistas un pacto así, hundiría definitivamente la formación liderada por Pedro Sánchez. Habrían salvado para una legislatura la camiseta autonómica, a cambio de quemar definitivamente el gabán nacional.

Desde ese punto de vista, si ese pacto entre los fuertes se produjera sería a escala nacional, con cuatro años por delante para deshacer los entuertos, que convulsionarían la calle, seguro, durante los primeros meses.